Hijos del caos - Saga Gem Heart

Atrapados

Ady, tenía los sentidos bastante desarrollados, no fue necesario que su madre grite muy fuerte para despertarla. Un poco asustada y confundida, se levantó mirando la habitación en penumbras.

Debía ser aún de madrugada, mirando la hora en su celular, confirmó su sospecha. El reloj marcaba quince para las dos de la mañana. ¿Qué hacía su madre despierta a esa hora? Al salir de la cama y poner los pies al piso, el frío terminó de despertarla.

En la cama contigua, Cher seguía profundamente dormida, no era extraño, el día fue bastante agotador para ambas. No quería despertar a su amiga, por un problema simple que, estaba segura podía solucionar sola.

Convencida de que el grito de su madre, no fue ningún sueño, Audrey salió al pasillo que estaba incluso más oscuro. La habitación que ocupaba su madre tenía la puerta abierta, la tenue luz amarillenta, de la lámpara de noche, se derramaba sobre el cubrecama y el piso.

Oyó los pasos erráticos de su madre, en el primer piso de la casa ¿Qué hacía ahí abajo a esa hora? Con algo de preocupación, bajó las escaleras. Al principio, pensó que estaría en la cocina buscando algo de beber. Pero al llegar al último escalón, todo fue muy distinto.

Las luces no estaban encendidas. Su madre, estaba parada en la ventana del salón mirando, temblorosa, alguna cosa que yacía fuera de casa.

—Mamá… ¿Qué…?

— ¡Silencio!

Monik, no esperó que su hija terminara la pregunta. Con solo ir su voz, soltó la cortina y corrió para hacerla callar. Aquel extraño comportamiento, ponía nerviosa a Ady. Su madre tomó su mano, con más fuerza de la necesaria, y la llevó con ella hacia la ventana.

Sus dedos, estaban más helados que de costumbre, se podía notar el leve temblor que los sacudía. Ady, hasta el momento, esperaba ver algún ladrón que intentaba entrar a la casa o quizá un ebrio perdido que tuvo la mala suerte de ir a parar por el lugar.

Pero, cuando su madre abrió un poco las cortinas, y pudo ver al exterior, su sorpresa fue mayor. Observó un enorme bulto negro, que yacía tirado frente a la puerta. A simple vista no tenía forma, parecía solo una enorme bolsa negra o un abrigo de piel gigante que hubiese sido abandonado.

Lo único que delataba al objeto como una criatura viva, era el leve movimiento que lo hacía subir y bajar.

—No sé lo que es, pero de alguna manera llegó aquí — explicaba su madre—. Ady, esa criatura puede ser muy peligrosa si… — La voz temblorosa de su madre, le hablaba en susurros, mientras apretaba su brazo.

—¿Criatura? ¿Por qué dices eso?

Ady, veía a un hombre con un abrigo enorme, o eso fue hasta que agudizó más la vista. Con un poco de esfuerzo, se percató que lo que veía no era un abrigo, era un pelaje. Y, que esas piernas, en realidad eran dos patas enormes de cocodrilo.

No necesitaba mirar más para saber quién estaba en su puerta, reconocería esas características dónde fuera. Baldwyn estaba tirado afuera. Las preguntas se aglomeraron en su cabeza, pero ya las haría luego. Ahora, pensaba solo en que debía ir en su ayuda.

—¡Es Baldwyn! — Exclamó la muchacha, dirigiéndose hacia la puerta, para ayudar al guardián.

—¡¿Quién?! Audrey ni te atrevas abrir esa puerta — La mujer, siguió a su hija al instante que entendió sus intenciones. No pensaba dejar entrar una bestia a su casa, aunque su hija le pusiera un nombre. Detuvo sus manos sobre los seguros de la puerta y se enfrentó a los ojos dorados de su hija — Es una criatura salvaje, no lo dejaré entrar.

—Mamá necesita ayuda, en serio no es peligroso

—¿Ya viste su aspecto? Audrey por favor esta vez quieres exponerme a mí y a Cher a una criatura así, piensa un poco.

Ady, seguía aferrada a la puerta, tenía la fuerza suficiente para empujar a su madre y abrirla, pero nunca le haría daño. No podía pedirle que le crea, era normal su reacción, el aspecto de Baldwyn no era precisamente tranquilizador, pero necesitaba ayuda.

Estaba a punto de decirle que Cher ya lo conocía, cuando el vidrio de la ventana de la cocina se rompió en pedazos. Una flecha entró, clavándose en la madera gastada del piso. El grito de ambas mujeres fue estrepitoso.

Ady tomó a su madre y la empujó hacia las escaleras. Una segunda flecha ingresó por la ventana del salón, donde solo hace unos minutos ambas estuvieron paradas. Ambas mujeres subieron a trompicones buscando un refugio.

La castaña olvido por completo su plan de ayudar a Baldwyn. Ahora, su prioridad era poner a buen recaudo a su madre y su mejor amiga. El ruido, alarmó a la pelirroja que, adormilada y envuelta aún en su manta, se asomaba por la puerta de la habitación para ver que sucedía.

—¿Por qué gritan? — Cher se hizo a un lado cuando ambas mujeres se lanzaron al interior de la habitación y cerraron la puerta.

Afuera el ruido de los vidrios rompiéndose y la voz lejana de alguien, indicando que siguieran disparando. Convertía el momento en una auténtica pesadilla, salvo que, ahí no había héroes que pudieran rescatarlas

— ¿Están bien? ¿Qué es todo ese escándalo? — El sueño de Cher, Se esfumó por completo.

Ady cerró la puerta de la habitación con mayor fuerza de la necesaria, sus manos de a poco, comenzaban a temblar. Todo estaba mal. No sabía quiénes eran esos hombres que los atacaban, y tampoco sabía sus razones, solo que nadie podría ayudarlos.




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