El ruido de voces y música, se podía oír varios metros antes de llegar al pueblo de boskairas. Pronto, dejaron la oscuridad del tupido bosque, los árboles se separaban formando callejuelas.
La entrada al pueblo de Boskairas, estaba enmarcado por dos enormes robles. Que probablemente, para rodearlo, se necesitarían veinte hombres. Y ahí, entre sus ramas, ocultas, se podían observar tres Boskairas armadas que vigilaban la entrada.
Ady veía todo desde el suelo, oía la risa de niños y la usual vida de lo que sería un poblado cualquiera. El sonido de carretas, pero no de caballos. Desde el suelo, todo era más confuso y enorme. Los llevaron a través de del pueblo hasta una enorme pared de madera, o eso creía Ady desde su perspectiva.
—Máthair —dijo la boskaira líder, con voz solemne—, sabia nuestra. Cuidadora y guía de nuestro pueblo. Nos presentamos ante tu morada, implorando tu visión del universo.
Mientras la líder hablaba con voz firme y casi ceremoniosa, las demás tomaron a Baldwyn y Ady para ponerlos de rodillas frente a lo que Ady creía, era una pared.
Por ese breve instante, Ady observó, que aquello no era una pared de madera. En realidad, era un árbol enorme, tan grande que no parecía posible su existencia. No lograba, incluso, ver la curva del tronco que daba vuelta.
—Sean respetuosos y agachen la cabeza — farfulló una de las mujeres atrás de ellos, mientras sujetaba sus cabezas y los obligaba a ver al piso.
Ady, moría de curiosidad por ver qué pasaba. De a poco, subió la cabeza, lo suficiente para poder ver lo que sucedía.
Frente al gran árbol, la mujer líder estaba de rodillas, tenía los brazos levantados hacia el cielo y la cabeza gacha. Todo era silencio. Ady no entendía que esperaba ¿Un hada quizá? Aquella idea, no sonaba tan descabellada después de sus últimos días.
Las ramas del enrome árbol temblaron, como si la brisa los agitara. Las hojas, comenzaron a caer y arremolinarse en el piso. De pronto, una mujer surgió del tronco de aquel árbol.
Su piel no parecía a la de las demás. Se veía suave, como madera recién pulida. En cuanto sus pies tocaron la tierra, las hojas la cubrieron hasta formar un largo vestido.
Parte de las hojas, formaron su cabello, que se derramaba por su espalda y parte de su escote. Ady, no podía dejar de verla, era hermosa. Aquella criatura acababa de emerger de un árbol. La joven, ni siquiera podía imaginar, cuántos años tendría aquella mujer.
—Telma — habló la figura—, de pie hija, a que debo la presencia de mis boskairas más confiables.
La voz de aquella mujer era suave, casi aterciopelada. Parecía la voz de una madre, tibia y acogedora. La boskaira, Telma, como la llamó la mujer, se puso de pie.
—Máthair, te traemos estos prisioneros que fueron capturados vagando por los bosques — informó la líder—. Uno de ellos, afirma que vienen en nombre de la gran diosa Allatani.
El rostro de la mujer, que era neutro y pacífico, cambió de pronto ante la mención de ese nombre. En sus ojos, se pudo observar la sorpresa como, si reconociera algún viejo pasado.
—También había ot…—la mujer levantó su mano haciéndola callar y poniendo toda su atención en los prisioneros. Ady, al instante agachó la mirada, temerosa de ser descubierta.
—¿Dicen venir del reino tras la barrera? — preguntó sin quitar la mirada de ellos.
La mujer se fue acercando, aunque sus pasos no hacían ni el más mínimo ruido. Ady solo veía como, los dobleces de su vestido se aproximaban más hasta donde estaban.
Por un momento pensó en Raff, y en por qué no aparecía aún. Aquellas mujeres solo los mencionaban a ella y Baldwyn. Rogaba, muy dentro suyo, que él estuviera planeando algún rescate, por algo era el chico de las trampas.
Fue sacada de sus pensamientos, cuando sintió unos duros dedos encima de su cabeza. Su cuerpo, se encogió y sus músculos se tensaron dolorosamente. Aquella mujer estaba frente a ella.
Cerró los ojos, temerosa de lo que pudiera suceder. De pronto, los gritos y el pánico del pueblo, hicieron que la mujer se alejara unos pasos. Baldwyn y Ady se miraron, preguntándose a que se debía tanto alboroto, pero pronto todo tuvo sentido.
Al lado de ellos, lanzaron un amordazado Raff que tenía unas raíces atando su boca para que no gritara. Estaba completamente atado, como una oruga, y aun así seguía forcejeando. Gruñía y miraba a todos, como si fuera un perro rabioso.
—Haz silencio lobo, respeta a quien tienes al frente — Exclamó Telma.
Unas enredaderas, se deslizaron por el brazo de la boskaira, hasta formar una vara. Telma, levanto esta, lista para golpear al muchacho.
—¡No lo lastimes! — gritó la joven, tratando de cubrir al chico con su cuerpo —. Por favor, no lo lastimes.
Ady no podía imaginar lo pasó Raff, para estar así de atado. Veía rastros de sangre en su rostro, era evidente que dio pelea antes de ser apresado. Ya no quería que lo lastimen más. Rogando, levantó la mirada hacia la mujer del árbol.
—Por favor… no lo lastimes, no es un peligro.
La boskaira, endureció su mirada, ahora poniendo como objetivo la joven irrespetuosa. Justo antes de que la guerrera diera un paso, la mano de la mujer del árbol la detuvo.
Ady, quien contenía la respiración, soltó el aire, aliviada de no ser golpeaba de nuevo. Telma, parecía ofendida de haber sido detenida en medio de sus acciones. Apretando los labios, bajó la vara y la clavo en el suelo, con más fuerza de la necesaria.
—Tu… —Susurró la mujer mientras se acercaba a Ady y tomaba entre sus dedos su mentón.
Movía despacio su rostro de lado a lado. La joven, no entendía el motivo de su reacción. Pero no pensaba retar a su suerte, quieta, dejó que la mujer saciara su creciente curiosidad.
—Nunca creí poder verlo… pero creo que el universo siempre sorprende incluso a los más ancianos como yo.
La chica estaba confundida, miraba a la mujer, sintiéndose algo incómoda por la intensidad de sus ojos. La tenía tan cerca, que podía oler su aroma a fresno. Todos estaban en silencio, incluso Raff se había tranquilizado.
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Editado: 18.05.2025