Hijos del caos - Saga Gem Heart

Perdidos

El último rayo de sol, murió en la copa del alto pino del campamento. El general enojado, miraba a sus prisioneros en el árbol a su derecha. Sopesaba sus acciones. Quizá aquellos prisioneros no eran tan valiosos como parecían. Aquellas quimeras podían haberlo engañado para huir.

Mordía, despacio, una delgada astilla de madera mientras pensaba. Era uno de los generales más importantes del reino, su fama y su honor habían sido forjados a base de guerras y misiones.

Esta misión, era una de las más importantes, el mismo rey le encomendó, encargarse personalmente ¿Cómo le explicaría aquello al rey? Él fue enviado a la misión, porque nunca fallaba en sus encargos, esta sería la primera vez que, al regresar, no tuviera buenas noticias.

El rey, esperaba el regreso de ellos, con aire triunfal, llevando la tan ansiada gema y de regalo los guerreros capturados. Pero en la situación que estaba, ni siquiera sus prisioneros valían lo suficiente para retornar de ese modo. Odiaba perder, todos los que lo conocían, sabían que era un mal perdedor.

—General — murmuró una voz a su costado. Sus furiosos ojos se posaron en su subordinado. El soldado, pareció encogerse ante su mirada —. Hay movimiento en la frontera de nuestros vigías —dijo con voz temblorosa—, parece que son los guerreros.

El general, estaba dispuesto a despedazar con sus propias manos a su soldado, solo por interrumpir sus cavilaciones. Claro, todo cambió en cuanto mencionó a los dos guerreros que esperaba.

Había ganado, su decisión fue correcta. Aquellos prisioneros sí eran importantes y ahora, la gema se acercaba a él. Pronto, llevaría la gema a su rey, y la historia lo recordaría como el general que encontró la gema de una diosa.

Sus garras se retorcieron, de solo pensar en la fama y riquezas que le esperaban. Su ambiciosa sonrisa se coló entre sus labios. Mientras se levantaba de su letargo, comenzó a ordenar los preparativos para su retorno.

—Preparen todo, nos marchamos de este horrible lugar. Pronto…seremos recompensados por nuestra valía — Exclamó entre vítores de sus subordinados — Hoy podemos decir, que le ganamos a una diosa.

Los soldados, podían ya saborear su riqueza y estatus prometido a su regreso. Cher, no entendía mucho su felicidad, pero esperaba de todo corazón, que aquella celebración no fuera porque Ady estaba ahí en busca de ellas.

En tantas horas de hambre, frio y maltratos de sus captores. Cher y Monik, llegaron a la conclusión, de que era mucho mejor si Ady no se presentaba. Cher, renunció a su idea de regresar a casa, de todos modos, ahí no la esperaban.

Pensar que moriría lejos de todas aquellas personas que de verdad la querían, le hacía doler el pecho. Le hubiera gustado despedirse de su novia, de sus hermanitas. Cuando aquellos pensamientos la dominaban, Monik fue su soporte.

Ahora, mientras los veían celebrar, temían por la vida de Ady. De reojo, la pelirroja miraba a Monik cuyos ojos, no dejaban de buscar algo en los límites del bosque. Podía percibir el temor de una madre por su hija.

Por un breve instante, Cher sintió envidia por su amiga, por tener una madre que verdaderamente la quería. El sentimiento se esfumó, en cuanto vio aparecer los característicos cuernos de la castaña al otro lado del campamento. Había ido a su rescate, ese día, muchas cosas podían salir bien o todo salir terriblemente mal.

***

A medio camino, subiendo por la montaña, dos soldados interceptaron a los tres viajeros. Las boskairas, los acompañaron solo una parte del camino, y hace varias horas, que los dejaron. Estaban solos.

Los soldados, se pusieron uno al frente y otro atrás para guiarlos al campamento. Si alguno hacía un movimiento amenazante, seguro los matarían ahí. Ambos soldados, traían las espadas desenvainadas, como una silenciosa amenaza para que no intentarán nada osado.

Un par de kilómetros abajo, Skaev se guiaba por su olfato, para poder ubicar a los guerreros que caminaban hacia su muerte. Aún mantenía sus habilidades de rastreador. Le fue muy fácil conseguir algo de información, en las boskairas de la zona y algunas otras criaturas.

En cuanto reconoció el aroma del viejo Baldwyn, dentro del pueblo de boskairas, supo que iba en el camino correcto. A pesar de ello, no se aproximó, sabía que, si ellos estaban siendo guiados a una trampa, era mejor mantenerse a distancia. Quizá, si algo sucedía, su factor sorpresa sería de gran ayuda en un rescate.

Durante su viaje en, busca de ambos guerreros, recopiló algo de información acerca de los soldados de Coresis. Uno de los datos más resaltantes, era sobre el general que los dirigía. Skaev conocía al general, sabía que no era alguien en quién uno pudiera confiar.

Con esa idea en mente. Prefería tomar sus precauciones y asegurar la vida de Eikya y Atius. Con un arco en mano, que obtuvo de las boskairas, y cuidando sus pisadas, Skaev fue aproximándose al campamento. Buscó un buen escondite, desde donde podría disparar sin problemas, en caso de ser necesario.

Ady y Raff, iban hombro con hombro. Ninguno se atrevía a decir algo. Ady, sentía que el estómago se le saldría por la boca en algún momento, su cuerpo estaba cada vez más frío y el temblor ya dominaba sus manos. Conforme se acercaban, oían los vítores de los que suponía eran el resto de soldados.




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