Hijos del caos - Saga Gem Heart

Fuego que consume

El crepitar del fuego se oía como un suave murmullo. Bald y Skaev, sentados alrededor de la precaria fogata armada, charlaban sobre aquel pasado que ahora era solo sueños. Alrededor, tenían algunas armas que dejaron los soldados de Coresis, y veían si podían sacarle provecho.

Ady, se mantenía a unos metros de ellos, podía oír con claridad la charla de ambos guerreros, pero decidía ignorarlos. No sentía el dolor de su cuerpo, a pesar de todos los golpes, sus heridas no eran profundas y estaban vendadas.

Ahora, solo trataba de no perder el control de su mente, que ya era un desastre. A su lado, un adolorido pero despierto Raff, intentaba cambiar sus vendajes. El chico no estaba herido de gravedad. Pero si tenía un profundo corte en el hombro, donde el ataque del capitán, le atravesó de lado a lado.

Raff, se había quitado la primera venda que Skaev le puso, ya que la tela estaba empapada en sangre y al secarse le molestaba. La herida ya no sangraba, pero prefería tener una venda limpia sobre aquel corte.

—¿Me ayudas por favor? — murmuró Raff hacia ella, luego de su cuarto intento, fracasando con su vendaje.

Ady, no se percató en la complicación del chico, hasta que oyó su voz. Sin decir nada, se acercó a él. De rodillas a su lado, tomó la venda y fue acomodando este alrededor del hombro del chico.

Trataba de ser lo más suave posible para no lastimarlo. En el corte, aún se veía los bordes rojos de la piel lastimada, una parte de ella temblaba ante la imagen. Al terminar, se aseguró de que esta no se vaya a caer.

—¿Puedes moverlo con normalidad o está muy apretado? — Preguntó Ady. El muchacho, movió un poco el brazo, probando que el vendaje no se caería.

—Así está bien, gracias.

Ady asintió y volvió a sentarse. Pero esta vez, al lado del muchacho, que volvía a colocarse la camiseta de lino, que suponía Skaev le habría dado. La joven sentía sus mejillas arder, como si fuera algo normal, puso sobre sus mejillas sus palmas frías, intentando aplacar el ardor.

— ¿Cómo crees que nos encontró? — dijo de pronto el chico, señalando con la cabeza a Skaev.

Quien, hasta el momento cabía resaltar, no se había presentado formalmente. Simplemente, era otra criatura rara, que parecía conocerlos y estar de su lado.

—Supongo que nos rastreó — dijo la joven abrazando sus rodillas —, o quizá al igual que Baldwyn nos llevaba años buscando. La verdad a estas alturas, ya no me sorprendería. Parece que todos en esta broma nos conocen y saben lo que debemos hacer, menos nosotros.

Ady, apoyó su mentón sobre sus rodillas, tratando de reconfortarse. No quería hablar de más, temía que toda esa ira, miedo y frustración, saliera y no hubiera forma de detenerlo. Cada vez se sentía peor, la presión en su pecho aumentaba con cada segundo.

—Es que no logro entender, el lugar estaba sitiado, salir para mí fue cosa de suerte ¿Cómo es que llegaste aquí? — Baldwyn, volvía a cuestionar al gran lobo.

Este, se mantenía ocupado, mientras curioseaba las extrañas armas, que dejaron atrás los de Coresis. Unos largos bastones, que terminaban en una roca gris. Skaev recordaba bien esas armas, sabia los rayos que petrificaban, salían de ahí.

Pero ahora, estas parecían ya no tener poder alguno, incluso, se deshacía como si fueran arena. A pesar de eso, escuchaba atento al oso.

—Es una larga historia, el cómo sobreviví — dijo el lobo, tirando los bastones al fuego — Después de que Selwyn tomara el poder, estuve oculto un tiempo con los kryostys. Ahí supe de la profecía, y lo que sucedió con Atius y Eikya — dijo con pesar — Luego, me dedique a buscar un mellom verdens y aquí estoy.

—Eso si lo entiendo — dijo el oso—, aunque creí que solo los de la resistencia sabíamos lo de la profecía. —Suspiró, pasando las manos por su rostro, se sentía agotado mentalmente—. Pero, me refiero a que, tu estabas en la línea de fuego, te dimos por muerto. Verte ahora es, terrorífico, es ver un fantasma — confesó el oso causando la risa del contrario.

—No recuerdo a detalle como Sali de la línea de fuego — murmuró con la mirada perdida en el fuego —, pero cuando desperté, estaba tan herido que dependía de alguien más. Los Burstan me cuidaron un tiempo — afirmó. Su voz pareció quebrarse por unos segundos —. Para cuando me recupere, ya nada de lo que conocía, existía.

Skaev, respiro profundo, tanto que, al soltar el aire, incluso las llamas de la fogata se agitaron. El dolor no solo se mostraba en su mirada, o su voz, sino también, en las múltiples cicatrices que se veían en su piel.

Baldwyn, no insistió en preguntar más acerca de su historia de supervivencia. Algunas cosas, era mejor dejar en aquellos recónditos lugares de la memoria. Aquel lugar donde, incluso los guerreros más fuertes, temen ir.

—Aun así, nuestro esfuerzo… el de la resistencia. Todo fue en vano— afirmó el eso con los hombros caídos—. Ya no sé cómo ver la luz en todo este embrollo.

El silencio volvió a instaurarse. El crepitar del fuego, era lo único que hablaba. Incluso la brisa nocturna, pasaban sin levantar su canto.

—Me dices que no recuerdan nada ¿verdad? — el oso asintió con la cabeza —. Quisiera no creerte, pero…después de ver al muchacho con la espada, no puedo ser ciego.

—Y lo peor es que, sin la memoria de ellos, la gema de la diosa continuará perdida, — dijo Baldwyn, mientras arrojaba una piedrita al fuego—. No hay forma de encontrarla si ellos no recuerdan.

—¿La gema? — repitió extrañado el lobo — la gema nunca estuvo perdida Baldwyn.

Ady, quien tenía la cabeza oculta entre sus rodillas, la levantó al instante que captó las palabras del gran lobo. Aquel hombre afirmaba que la gema, que tanto les mencionaban, no estaba perdida. Es decir, él debía saber dónde encontrarla.

Aún tenía oportunidad de salvar a su madre y su amiga. Se levantó de su letargo, acercándose a los dos viejos guerreros, para preguntar sobre la gema. De la nada, vio la mano de Skaev hurgar dentro de la bolsa que tenía a un lado, de ella sacó un pequeño bulto envuelto en viejas telas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.