Hijos del dolor - Saga Gem Heart

Etéreo

Ambos lobos se habían marchado solo unas horas lejos de Bald y Ady. Raff, al ver aquellas manchas corrió hacia la joven para revisarla, no esperaba que al instante que este se arrodillara cerca de ella, Ady se sobresaltaría hasta el punto de soltar un grito. El joven pensó que quizá ella quería espacio, pero en cuantos sus lobunos ojos se encontraron con los de él, Ady se le lanzó a su cuello envolviendo sus brazos alrededor de él. Raff, casi pierde el equilibrio, pero se mantuvo firme. Ady temblaba como si estuviera haciendo muchísimo frio, incluso la piel de su rostro en el cuello del chico se sentía helada.

— Yo no quería, te lo juro… — Hablaba a trompicones, casi no se le podía entender, pero su voz incluso estaba desencajada, desesperada y con miedo — Te juro que no quise, solo ella…ella me obligó yo… yo, no pude detenerla

Las lágrimas bañaban el rostro de la joven quien no dejaba de sollozar y no parecía tener planes de soltarlo. Skaev se unió al grupo y con solo la mirada pidió explicaciones. Bald comprendiendo que sus brazos ya no eran necesarios para ella, se levantó y acercándose al viejo lobo, lo llevó unos metros lejos de los jóvenes para explicar todo lo acontecido.

— ¿Entonces esa no es su sangre? — Preguntó Skaev señalando a la joven con la cabeza.

— No, después que ustedes se fueron — Procedió a explicar Baldwyn — estuvimos aquí escondidos al menos una hora. Pero de pronto oímos pasos, vi un grupo de unos 6 carroñeros que se iban aproximando. Ya no tuvimos tiempo de escapar. Uno de ellos nos vio y nos persiguieron.

Skaev iba escuchando atento el relato del oso. Este parecía poco afectado, se notaba las manchas de sangre en sus fauces y garras, pero el ya estaba acostumbrado a ver morir a sus enemigos bajo su espada.

— Intentamos huir por el bosque, con nada de armas y ella sin saber luchar no la iba enfrentar contra seis — Prosiguió — Pero nos alcanzaron y nos rodearon. Yo trate de luchar con dos de ellos, pero no me esperaba que ella volviera a la lucha. Sus movimientos, sus reflejos, era Eikya. Yo me cargue a los dos primeros. Ella que había golpeado a dos mas estaba rodeada. En resumen, nos cargamos a todos, pero el último lo hizo ella y sin pensarlo.

Las orejas de Skaev, que una había estado girada hacia los jóvenes y otra hacia el oso, se centraron por completo en este para poder entender el relato.

— Como que lo hizo sin pensarlo — Aquello mucho sentido no tenia, era difícil creer que el debilucho cuerpo de aquella joven podría haber aguantado una lucha dos contra seis.

— Yo me cargué a dos primeros, de ahí el tercero fue fácil. Jale dos mas para que ella no tuviera tantos adversarios, pero el último por defender a sus amigos sacó su espada para pegarme por la espalda. Ella… — Se detuvo un instante soltando un suspiro — Ella tomo una daga de uno de los carroñeros caídos y se puso frente al último, le clavo la daga en el pecho y fue como si volviera en sí.

— ¿Ella lucho contra tres? — El tono incrédulo de Skaev era inconfundible, no cabía en su mente aquella posibilidad de que alguien sin entrenamiento pudiera enfrentar cuerpo a cuerpo a tres carroñeros.

— Si Skaev, ya sé que su cuerpo no parece apto, pero te digo lo que vi. Fue como ver a Eikya tomar poder de su débil figura. Pero en cuanto la sangre bañó sus manos, volvió en si y no dejaba de gritar. Oculté los cuerpos en el bosque y trate de calmarla, pero… creo que no soy muy bueno haciendo eso — Finalizó mirando a los dos jóvenes aun abrazados.

***

El agarre de la joven era sorprendentemente fuerte alrededor de él. Sus piernas se habían adormecido y la joven seguía balbuceando de que no era su culpa y no había querido hacerlo. Raff había intentado obtener alguna explicación de ella, pero simplemente en medio de aquella crisis no decía nada coherente.

Suponía que todo el aguante mental que había estado cargando por días desde el secuestro de su madre y amiga, finalmente había cedido y ahora sus emociones le caían como una avalancha sin control. Así que dejó de preguntar y solo la sujetó, la dejo llorar. Su mano recorría su delgada espalda de arriba abajo para lograr tranquilizarla.

De a poco los balbuceos y palabras fueron cesando y solo quedaron sus sollozos, débiles y temblorosos aún, Raff iba sintiendo como su agarre se iba debilitando. No sabia si estaba por desmallarse o simplemente estaba quedándose dormida. Los dos mayores volvieron con ellos luego de su charla privada. Raff, notando sus pasos les indicó no acercarse a ellos. Sentía el peso de la joven ya sin resistencia, seguro se había dormido así que prefería que no la despertaran. El chico se las arregló para liberarse de las bolsas que llevaba a los hombros y junto con la joven se las arregló para levantarse.

Le tomó al menos dos intentos, la primera casi pierde el equilibrio, pero a la segunda y con algo de apoyo de Skaev, logró ponerse de pie. Acomodó las piernas de la joven alrededor de su cadera, y una vez seguro que no la soltaría, se acercó a los dos mayores.

— Será mejor buscar un lugar lejos de aquí donde poder descansar.

Skaev pensó volver al pueblo y pedir posada de la mujer conejo que los había ayudado. Pero ahora eran un grupo mucho más grande. Miró dentro de su abrigo donde la pequeña flor aun yacía inactiva y con los pétalos recogidos. Nil evidentemente seguiría ausente por un tiempo más.

— Debemos seguir, nuestra opción es emprender el camino por el bosque, ubicar algún lugar donde los árboles sean lo suficientemente altos como para ocultarnos y pasar ahí la noche. — Skaev trataba de recordar la geografía de aquellos bosques, no esperaba que en su ausencia incluso los árboles gigantes hubieran huido.

— Será mejor comenzar ya el camino — Bald había recogido las bolsas que el chico dejó en el suelo — Aquí en campo abierto no me siento muy cómodo la verdad.

No quedaba palabra por mediar. Raff se empeñó en llevar a la joven cargada y, aunque ya le dolían los brazos, estaba dispuesto a no rendirse. Los viajeros se pusieron en marcha por el interior del bosque, esperando poder usar los árboles como un escudo para ojos curiosos ajenos que pudieran encontrar por el camino.




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