Hijos del dolor - Saga Gem Heart

Incierto

Sus ojos se abrieron dolorosamente hacia un mundo en tinieblas. No gritó ni se movió. Simplemente en el lugar donde estaba esperó a que sus ojos se adaptaran a la oscuridad. De a poco aquellas tinieblas fueron tomando formas y dejando ver más que solo negrura. Ady pudo distinguir una pequeña fogata medio extinta que aún bañaba de un leve dorado el lugar. Dos enormes figuras recostadas que seguro eran Baldwyn junto a Skaev, un poco más allá se observaba la figura semi recostada de Raff. Por la posición de su cuero, Ady suponía que se había quedado dormido en media guardia.

Despacio tratando de no hacer ruido, se levantó, su ropa aún seguía manchada en sangre. Estaba dura y tenía un olor a hierro que le molestaba la nariz. Mirando donde estaba recostada, encontró algo de ropa y provisiones. Con sus ojos ya adaptados a la poca iluminación, pudo encontrar prendas nuevas para poder intercambiar por las sucias. Cuando tuvo ya las prendas que usaría, giró a todos lados en busca de un lugar que pudiera darle la suficiente privacidad como para vestirse.

Mira a todos lados, pero simplemente veía aquel muro de troncos que no parecía dejar pasar ni un cuerpo. No había nada ahí donde pudiera cubrirse de alguna mirada accidental por si uno de ellos se despertaba.

— Solo vístete y ya — la repentina voz, a pesar de ser un susurro, la sobresaltó de tal manera, que se puso de pie en un instante.

Al girar Ady se chocó con la pequeña figura de Nil, la pequeña ninfa lucia pálida y enfermiza. Las hojas que adornaban usualmente su cabello parecían marchitas y su habitual color rosáceo estaba casi blanquecino.

— Nil…me asustaste yo… yo creí que aún eras una flor — Ady recordaba haber dejado a la pequeña ninfa, siendo una delicada flor oculta en la ropa de Skaev.

— Aún lo seré, no puedo mantener mucho esta forma — afirmó débil mientras se encogía de hombros y se acercaba a lo que quedaba del fuego en la fogata — tengo mucho frio, no creí que alejarme de mi hogar fuera tan doloroso. Siento a la muerte desgarrándome por dentro.

Ady la siguió para poder escucharla, ahí cayo en cuenta que la ninfa no estaba susurrando, sino que su voz no podía sonar más fuerte por lo débil de su estado. La joven no comprendía hasta qué punto estaba lastimada la ninfa y por qué razón se había enfermado de ese modo.

— ¿Las ninfas no pueden dejar a sus familias? — aventuró Ady sentándose junto a ella, quería entender la situación.

— Las ninfas al nacer en una tribu somos bendecidas y acopladas a nuestra energía vital. La vitalidad de la tribu es la vitalidad de cada una. Si traicionamos a la tribu o hacemos algo que daña a los demás, somos separadas de la tribu. Nuestra flor vital es arrancada de nuestro árbol madre y somos expulsadas del hogar.

Árbol madre, aquello sonaba lógico después de todo era una planta, un espíritu arbóreo, Ady se preguntaba si quizá su tribu al descubrir que estaba con unas quimeras, la habrían expulsado y por eso estaba tan enferma. La dulce ninfa que había conocido ahora parecía moribunda.

— Si les arrancan del árbol madre ¿Mueren? — preguntó Ady con cierto temor en saber la respuesta

— No, o al menos no necesariamente. Algunos sobreviven al dolor y logran reponer su energía hasta adaptarse al mundo. Otros, perecen en el proceso

La ninfa iba notando la preocupación y pena creciente en los ojos de la joven. Con unos ojos lobunos tan expresivos a veces olvidaba que aquella joven en el pasado fue un sanguinario soldado.

— Tranquila no creo morir, solo es doloroso. Sobreviviré lo sé porque ya puedo al menos transformarme de nuevo.

Ady no podía evitar pensar que todo eso era por causa de ellos, no sería raro que incluso la tribu de Nil los considerase enemigos y por ese motivo habían exiliado a la ninfa.

— ¿Te arrancaron de tu árbol madre por nuestra culpa? — La negativa fue instantánea, la ninfa se estiro un poco para tomar las manos de la joven, que aun cargaban manchas de sangre.

— Mi tribu no los considera enemigos, Skaev vivió con mi tribu todos estos años. El nunca fue considerado un enemigo, así que el marcharme con ustedes no ocasionó esto. — hizo una pausa como para recuperar el aliento, Una leve mueca de dolor cruzó el rostro de la ninfa antes de continuar — Creo…quizá al cruzar a este mundo mi energía perdió toda conexión con mi tribu, quizá en mi hogar mi energía dejo de aparecer y fue como arrancar mi flor… puede que en mi tribu piensen que estoy muerta.

Una lagrima rodó por el costado de su mejilla, solitaria marco su camino hasta caer a la tela de su vestido. La ninfa lucia muy triste, y no era para menos. Ady comprendía que, así como ella había perdido a su madre y mejor amiga, Nil probablemente había perdido también a su familia, a su hogar. La joven quería abrazarla, a pesar de que sabía que la ninfa posiblemente era su mayor, por su tamaño y fragilidad, Ady no podía evitar percibirla como si fuera menor que ella y necesitara cuidarla. Aun así, no lo hizo temiendo lastimarla.

— Lamento eso Nil — la joven iba continuar, aunque no sabía precisamente que palabras decir, por suerte la ninfa apretó sus manos para llamar su atención y simplemente negó.

— No necesitas decir nada, ya el amanecer se acerca y seguro que van a continuar con su viaje. Ve a vestirte antes de que despierten. Me quedaré aquí un poco más para que puedas vestirte tranquila.

Ady aún no se sentía cómoda en desnudarse en un lugar donde se sentía tan expuesta, pero no tuvo corazón para rechazar la ayuda de la frágil ninfa. Así, usando la oscuridad que cubría al otro lado de su improvisado campamento, la joven cambió su ropa. Las prendas empapadas en sangre las envolvió a un costado, luego buscaría una forma de lavarlas, no estaba en posición de ir tirando prendas como si en cada esquina de aquel mundo hubiera una tienda de ropa.

Se acomodó las prendas lo mejor que pudo, aún no estaba dispuesta a renunciar a su ropa interior y seguía aferrándose a ella casi como un escudo. Sabía que en cuando se deshiciera de ello, muy probablemente no volvería a conseguir otro. Suspiró frustrada de aquel viaje poco glamoroso, estaba segura que las protagonistas de sus libros no habían tenido dicho problema antes.




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