Hijos del dolor - Saga Gem Heart

Adaptarse

Aquel cosquilleo sobre su rostro hizo que la joven abriera los ojos. La luz de la mañana entraba azulina por una pequeña ventana alta ubicada en una de las paredes de la habitación. Confundida por la sensación, pasó la mano por su rostro limpiando lo que sea que le estuviera molestando. Al mirar sus dedos vio una pequeña hormiga que había sucumbido bajo su agarre.

Pobre criatura solitaria que no sabía seguro donde estaba, igual que ella perdida en ese mundo. Se sacudió del pequeño cadáver y se quedó aún recostada mirando el techo amaderado. No se oía ruido afuera, probablemente aún nadie despertaba. Estiró sus piernas debajo de las mantas. Estaba calientita, era como regresar a un lugar conocido. Aunque claro ya nada olía como conocido.

— Oye Raff…

Había sido un reflejo, sus labios habían llamado al chico en susurros antes de que pudiera darse cuenta de que solo ella estaba en la habitación.

Claro que esa decisión había sido forzada por un evidentemente enojado Skaev quién se negaba en dejar a Raff y Eikya solos en una habitación toda la noche.

— Por mí no hay problema Skaev, hemos dormidos todos juntos durante un mes en cada campamento que hicimos, así que tú y Bald pueden estar en una habitación y nosotros en la otra

Ady había hablado con seguridad y sinceridad, a la joven le resultaba extraña la negativa del mayor considerando que desde que cruzaron el portal ambos habían sido tratados como reclutas sin importar su género. No le encontraba sentido a la negativa actual.

— Ya dije que no, incluso en el ejército los soldados duermen separados de las féminas, no va a cambiar eso. Raff no puede dormir en la misma habitación que tú.

Gruñía este mientras mantenía sus brazos cruzados sobre el pecho, Ady muchas veces le perdía la paciencia a ese viejo lobo.

— ¿Y entonces por que en los campamentos Nil y yo sí dormíamos junto a ustedes?

Las voces iban subiendo de nivel y nuevamente aquella “conversación” se convertía en un intercambio de palabras entre el lobo y la joven. Ambos cargaban caracteres muy fuertes que era inevitable que choquen muy seguido.

— No metas esa situación aquí niña además Nil es una planta y tu no — espetó el mayor, la ya mencionada ninfa solo se encogió a un rincón del lugar deseosa de no ser parte de esa disputa.

—Pues ahora me tratas como mujer, pero para pegarme con la espada no soy más que un saco de arena ¿Verdad?

— No estamos hablando de eso Eikya, además ¿Por qué quieres dormir en una habitación junto a él? ¿Necesitas abrigo en la noche?

Las mejillas de la mencionada brillaron en dorado. Ella había estado pensando en la comodidad del equipo, y ese maldito había tergiversado sus intenciones. Lo peor es que sintió la ira y las lágrimas de coraje picar detrás de sus ojos.

— Eres un maldito enfermo como para pensar en eso en una situación como esta – Skaev no parecía molesto por el insulto de la joven, es más, incluso podrían decir que estaba feliz porque sabía que había ganado — Muy bien vayan ustedes tres y duerman juntos no quiero verlos a ninguno cerca mío.

Dicho esto, se había marchado del grupo directo a su nueva solitaria habitación. Odiaba que los mayores siempre llevaran las cosas por esos temas. Una parte de ella había querido la compañía del chico porque era lo único real que le quedaba como prueba de que su otro mundo no había sido un sueño.

En aquel mes Raff y ella había establecido una amistad, algunas madrugadas en el campamento, cuando no podían dormir, ambos hablaban entre susurros. No eran conversaciones importantes, solo charlas banales sobre su infancia e incluso sobre música. Ahora estaría sola en la habitación.

Así había terminado la noche, y ahora, despierta nuevamente sentía vergüenza de solo recordar sus palabras. No podría soportar verlos a la cara al menos por unos días. Esa fue su motivación para aprovechar que era temprano y salir a buscar algo de comer antes de que ellos pudieran encontrarla. Con sus botas bien atadas a sus pantorrillas y una capa para evitar el frio, se aventuró fuera de la habitación directo hacia la cocina. Encendería primero el fuego y luego buscaría algo que preparar.

Revisó como precaución la puerta de la otra habitación, aún estaba cerrada y se podía oír el ronquido característico de Baldwyn. Ady cruzó en puntillas la estancia hasta la cocina. La luz de la mañana le indicaba que era probablemente antes de las cinco de la mañana, razón por la que casi suelta un grito cuando vio una figura oscura sentada frente al fuego.

Cubrió sus labios con sus manos, la oscura figura giró hacia ella dejando ver a contra luz el rostro de Raff. Su corazón que ya amenazaba con salir de su pecho, se tranquilizó.

— ¿No tienes sueño?— fue lo único que dijo la joven, tratando de fingir que la discusión de la noche anterior nunca pasó.

— Buenos días — añadió el chico con una sonrisa, se notaba el sueño aún en sus ojos, era muy probable que llevara poco tiempo despierto — Si tengo sueño, pero los ronquidos de Baldwyn suenan mucho más fuertes en una habitación cerrada. Así que mejor me vine a buscar algo para comer.

La joven asintió mientras jalaba una de las pequeñas bancas del lugar y se sentaba cerca del fuego también. Tenía las mejillas nuevamente doradas, ¿La razón? Aquellos buenos días la cogió desprevenida.

— ¿Y Nil? Anoche no supe donde durmió — Ady recién caía en cuenta de que, si los chicos habían dormido en una habitación y ella sola en otra, Nil no tenía donde quedarse.

— Oh ella dijo que quiere adaptarse bien a este mundo, así que está ahí — Raff señalo con una maderita, una solitaria flor que crecía cerca de la cabaña. Sus flores rosáceas cerradas ante la oscuridad resaltaban por su vivo color.

— A cierto, ella…es una ninfa. — Raff metió un poco más de leña al fuego, aunque no hubiera ninguna cacerola encima del fogón - ¿Por qué avivas las llamas? ¿Vas a cocinar algo?




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