— Voy a soñar con hojas esta noche
Ady al fin había terminado de escoger su tercera cesta de hojas, no identificaba bien que tipo era o para que servía, pero no quería volver a repetir aquello de nuevo.
La tarde había caído, era un poco más del medio día el sol quemaba como si estuviera decidido a deshidratar todo debajo de él. Ady sabía que ya su turno estaba terminado, solo debía esperar que Salix pasara por ella y regresar a la cabaña. Tenía hambre, su estómago había rugido ya un par de veces.
— Hoy en la tarde hay una gran fogata en el pueblo para recordar a nuestro gran Matháir antecesor ¿Vas a ir?
Neem se había aproximado a la joven con gran entusiasmo después de poner orden a su zona de trabajo. Ady no estaba informada de ninguna celebración, pero de igual modo dudaba de que ella o alguno de sus acompañantes estuviera invitado.
— No…no creo, no sabía que harían eso hoy. Pero creo que no tenemos permitido ir
— ¿No? — la voz triste de la joven se filtró por sus labios — Pero todos participan, es una época de celebración.
Ady sospechaba que gran parte de la tristeza de Neem venia por no poder ver a Raff y no tanto por ella. No le molestaba eso, le recordaba mucho a las jóvenes de su mundo cuando se enamoraban de alguien.
— Tu hermana nos dijo que no podemos alejarnos de la cabaña sin supervisión, asi que no creo que podamos ir
— Pero yo los puedo supervisar, es más le diré eso a Salix, vas a ver que te va gustar mucho
Neem daba saltitos girando frente a ella mientras le contaba todo acerca de esas fechas de conmemoración. Y tenía razón en decir que era una gran celebración. En ese mes se recordaba al gran primer Matháir del pueblo, un héroe que gracias a su sacrificio salvó a su pueblo hace ya muchos siglos.
Neem hablaba de los bailes, las cosas que se verían, y las historias que se contarían. Era la encarnación misma de la ilusión y la inocencia.
— Suena divertido, pero si es que logras convencer a tu hermana yo estaré feliz de acompañarte.
— ¿En serio? Entonces claro que la voy a convencer ya veras
Llena de felicidad tomó la mano de Ady y la jaló hacia ella para que salten juntas. Ady solía hacer eso de pequeña, cuando aún tenía sus siete u ocho años. Ahora se le hacía tonto, pero no opuso resistencia aún asi.
Aunque el cambio repentino de expresión de la joven le tomó de sorpresa. Su sonrisa se borró y la preocupación apareció en su rostro al instante. Neem miraba hacia el asintió donde hace un rato ella estaba. Ady giró el rostro solo para encontrarse con el terrible recordatorio de su mitad humana. Aquella marca rojiza que se pintaba sobre la gris roca. Lo había olvidado, Ady verdaderamente había olvidado aquel pequeño detalle de su naturaleza.
Su primera reacción fue volver a sentarse, no tenía forma de lidiar con eso en aquel mundo. Ahí no había farmacias y tampoco seguro las toallas salvadoras con las que estaba familiarizada. Neem la miraba aún asustada. ¿Acaso las boskairas no pasaban por ello?
— ¿Estás herida? — preguntó la asustada joven — ¿Por qué estás sangrando? ¿Te lastimaste?
La preocupación era verdadera, no había forma de que estuviera fingiendo no conocer del tema. Era evidente que no sabía nada. Las demás boskairas ya se habían marchado y solo quedaban las tres jefas herbolarias que seguían preparando algunos brebajes, y ellas dos.
— No… solo silencio… esto
— Tranquila Eikya le diré a una de las herbolarias, ellas sabrán que hacer
— ¡No!
Pero antes incluso de que pudiera detenerla, la dulce Neem ya corria al interior del lugar en busca de ayuda. Ady pasó las manos por su rostro. Moria de vergüenza, aquello no le había pasado nunca, ni siquiera en la escuela. Habia pasado ya un mes y algo, lo había olvidado. Ella tenía un ciclo tan irregular que, con tantas cosas en mente, su madre desaparecida, otro mundo y las constantes amenazas de muerte había olvidado por completo aquel detalle.
No pudo ni lamentarse bien cuando ya tenía a Neem de regreso y una de las herbolarias quien confundida y algo preocupada la miraba desde arriba. Neem le explicó algo en su idioma, no quería ni imaginar lo que decía Neem para explicar eso.
— Neem…estoy bien esto es normal — confesó avergonzada por todo
— ¿Normal? Que yo sepa no es normal que las quimeras sangren así, nunca vi que eso fuera natural
¿Acaso las quimeras hembra tampoco tenían su ciclo? Ady estaba confundida, frustrada y solo quería regresar a la cabaña y quedarse en aquella solitaria habitación.
— Es normal Neem, créeme solo debo ir a la cabaña
— Podrías morir
Quizá si parecía muy urgente para una boskaira joven, pero estaba siendo muy incómoda para ella. La herbolaria, confusa pero dispuesta a ayudar, se inclinó para ver mejor a Ady. Parecía un médico analizando a su paciente, luego de mirar sus ojos y hacerle abrir la boca para verla bien, murmuró algo a Neem.
— Dice tienes mucha sangre mala dentro, que seguro hiciste enojar a las lunas
— ¿Qué? No, no es eso…
— ¿Entonces si no es eso por qué sangras tanto?
— ¡No es tanto! — se detuvo al notar que estaba casi gritando. Respiró profundo antes de continuar — Neem escucha. Esto me pasa cada cierto mes, no hice enojar a nadie, es normal en mi cuerpo. Cuando pasa esto es porque bueno no tuve un hijo
— ¿Tu cuerpo llora porque no tuviste un hijo? — preguntó algo desconfiada de sus palabras.
Ady asintió, no sabía como explicar aquello de una forma simple sin tener que dar toda una clase de biología en ese momento.
— ¿Y por qué simplemente no le das un hijo?
Ady miró a la herbolaria que seguía seriamente analizando su caso. Luego miró a Neem indicándole que por favor pidiera a la mujer irse. Con pequeñas reverencias y sonrisas inocentes, Neem le hablo a la herbolaria. Ady no supo que le dijo, pero finalmente volvieron a estar solas las dos.
— No es que sea fácil tener un hijo Neem, y menos en la situación en la que estoy, además… — conforme hablaba se percataba que intentar que Neem entienda seria solo tiempo perdido — olvídalo, solo iré de regreso a la cabaña, creo que recuerdo el camino.
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Editado: 21.11.2024