Sus sueños estuvieron plagados de voces y oscuras sombras que se movían bajo sus pies y desaparecían en la tierra. Ady siempre odio las pesadillas, pero estas estaban siendo muy reales comparadas con otros sueños que tenía. Despertó asustada y con un creciente dolor en el cuello por haber dormido mal. Afuera se oía un murmullo de varias voces. Extrañada se desperezó y limpio el hilillo de baba que tenía en la mejilla.
Justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió sin previo aviso. Raff apareció por la puerta. Ady, quien traía solo un camisón delgado se cubrió con las mantas ante la presencia del chico.
— ¿Qué haces? ¿Nunca te enseñaron tocar? — exclamó enojada.
Raff se giró hasta quedar mirando la pared con notable nerviosismo, que dejó la puerta totalmente abierta.
—Si, lo siento no quise… juro que no vi nada — balbuceó maldiciendo internamente lo que acababa de hacer.
—¡Cierra la puerta Raff! — volvió a gritar la joven cuyas mejillas se habían encendido.
— Perdón perdón
El chico, sin girar la vista tomo la puerta y la cerró tal como ella ordenaba.
— ¡Pero contigo afuera!
El grito de la joven hizo estremecer al chico hasta encogerlo de hombros, los nervios no lo dejaban pensar bien, bajo esas órdenes volvió a abrir la puerta, salió y cerró a sus espaldas.
Gracias al ruido que había afuera, ni Bald o Skaev habían oído todo ese alboroto. Con la respiración aun agitada por el susto, se apoyó en la pared y se dejó caer hasta el piso. Debía contarle lo que pasaba a la joven, pero en toda esa confusión había olvidado hacerlo.
No pasó mucho tiempo para que la puerta vuelva abrirse y la joven saliera. Raff se levantó casi de un salto. Estaba avergonzado por lo anterior.
— Lo siento, en serio que… — la mano de Ady se levantó en ese habitual gesto de callarlo.
— Olvídalo, no pasó nada solo no lo mencionemos.
El ruido afuera de la cabaña continuaba, sonaba como una multitud algo grande. Ady se preguntaba si quizá eran las boskairas decidiendo que ya debían marcharse ese lugar y venían ahora a botarlos.
— ¿Qué está pasando ahí afuera? ¿Baldwyn o Skaev están en la cabaña?
— Justo eso venía a decirte, parece que sucedió algo en el monumento y ahora tenemos afuera a una gran multitud que está de rodillas haciendo reverencias.
— ¿Reverencias? ¿Qué fue lo que pasó?
Mientras Raff la ponía al tanto de lo acontecido a tan tempranas horas de la mañana, fueron saliendo para poder encontrarse afuera con ya todo lo mencionado. La escena era surreal, Ady había visto ese tipo de reuniones generalmente para artistas y cantantes. Las chicas se aglomeran con tal de verlos unos breves segundos.
Claro que ahí no había ningún grito loco de una fanática, pero si muchas boskairas quienes repetidamente hacían reverencias ante Skaev. Con cierto sigilo Raff y Ady fueron adelantando hasta llegar al lado del oso, quien yacía parado expectante a un costado de la cabaña.
Desde ese ángulo Ady pudo ver que las reverencias no iban en realidad a Skaev, sino, a lo que sujetaba en manos. Ahí, acunado en una vieja tela desteñida. Una roca violácea del tamaño casi de un cuaderno de notas, se exhibía ante la vista de las boskairas. Por momentos parecía brillar más como si emitiera pulsaciones al sentir la presencia del resto.
— Baldwyn ¿Qué es todo esto?
Ady susurró hacia el oso que se mantenía con brazos cruzados. Se le notaba incómodo ante tanta gente.
— Parece que hoy en la mañana descubrieron que el viejo tronco muerto del pueblo tiene un retoño. Así que piensan que eso sucedió gracias a la presencia de la roca de la reina aquí – su voz era cansina y monótona, Ady no preguntó más, sabia reconocer cuando alguien no estaba bien.
Su mirada volvió a posarse en la roca esa. La vez que la vio en el bosque, antes de cruzar a ese mundo, no se había fijado bien del tamaño ni de su brillo. Ahora que lo veía era bastante grande. Recordaba que Baldwyn contaba la historia y mencionaba que la roca de la reina estaba en la corona de esta.
No podía imaginar aquella roca enorme incrustada en una corona. Y si sus visiones y sueños de Allatani eran ciertos, la cabeza de la reina era muy delicada como para soportar un peso así. Algo en todo ese relato y la supuesta gema no calzaba del todo.
Después de muchas reverencias y palabras alabando a la difunta reina, el pueblo se marchó, pero aquel suceso pareció abrirles una ventana de oportunidades. Esa tarde Skaev se pudo reunir con la parte militar de las boskairas. Bald se quedó en la cabaña junto a los demás esperando buenas noticias de esa reunión.
Fue una tarde lenta sin mucho que decir. Bald se entretuvo partiendo troncos, Nil y Ady se abocaron a la cocina donde más que nada se mantenían avivando cansinamente la llama del fogón mientras lentamente se hacia la cena. Raff practicaba con la espada a unos metros de la cabaña. Quizá todos buscaban algo que hacer en afán de no pensar en todos los problemas que ya pesaban sobre sus hombros.
Con los últimos rayos de sol, Skaev apareció de nuevo en la cabaña. Por la cara que traía no sabían si decir que eran buenas o malas noticias, después de todo, Skaev siempre lucia enojado.
— Esto está muy bueno — comentó el oso dando el primer sorbo al cuenco de sopa.
— Bien, gracias por tus comentarios Baldwyn — comentó Skaev — ahora creo que estamos un paso más delante de poder rescatar a sus padres.
Raff y Ady sintieron algo encogerse en su pecho con esa noticia, un mes después de tanto esfuerzo, al fin parecían poder ver algo de luz en aquel rescate. Skaev noto como ambos tomaron mayor atención.
— Miren, las boskairas parecen haber recobrado su confianza en la reina, ellas tienen una conexión muy amplia de informantes que saben de los movimientos tanto de Coresis, sus soldados e incluso de nuestras fuerzas aliadas.
Aliados, ahora esa palabra sonaba mucho mejor, ser solo cinco contra el mundo era horrible.
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Editado: 21.11.2024