Hijos del dolor - Saga Gem Heart

Estrella

— ¿Vas de nuevo a reunirte con ellos verdad?

Cher miraba a su amiga terminar de comer unos bollos de carne mientras asentía. La mañana estaba fría ese día y Cher casi ni veía a su amiga. Desde que habían llegado al pueblo, Maretz y demás ex soldados se habían encerrado en continuas reuniones juntos a su amiga y Raff, tanto que sentía que la veía menos que antes.

Llevaban una semana viviendo en el lugar. Les habían otorgado una cabaña lo suficientemente grande para poder quedarse sin incomodar a nadie. Cher también se había mudado con ellos y ahora junto a Nil pasaban las mañanas solas o charlando esperando que los demás llegaran.

— Estamos hablando sobre lo que viene Cher. Si quiero rescatar a mi madre al parecer necesitamos más gente y estudiar todo acerca de la ciudad.

— Si lo entiendo, sé que ya no estamos de viaje o vacaciones.

Ady también lamentaba no pasar más tiempo junto a ella. La había extrañado mucho pero ahora tenía otras responsabilidades.

— Prometo encontrar un tiempo para hacer algo… vere si en la tarde podemos dar una vuelta y me muestras el pueblo ¿Te parece?

Cher aceptó más que feliz. Una semana ahí y lo único que había logrado ver Ady era la casa y la oficina de Maretz. Había sido un largo viaje hasta aquel lugar, tuvieron que escalar algunos tramos y superar las molestias por la falta de oxígeno a esa altura. Y aunque fueron días llenos de náuseas y dolores de cabeza, al final sobrevivieron.

Maretz no les había dado tregua, desde que llegaron los había citado para averiguar más de ellos. Y aunque Skaev se esforzó por ocultar el hecho de que ni Ady ni Raff recordaban algo. Maretz les reveló que aquel dato ya había sido filtrado por Cher.

— Tu amiga ya nos informó — murmuró la noche que se juntaron por primera vez — supongo que ella no sabía que debía guardar esa información.

— Ella es solo una víctima de todo esto, así que sus errores no son hechos buscando algo.

Maretz la había observado de pies a cabeza, como si aquel tipo buscara algo en ella que demostrara que no era quien decía.

— En serio que es ella, incluso su gesto al hablar se parece a ella.

Comentó mirando a Skaev quien solo asintió. Después de aquella charla incómoda y bastante tensa, se había establecido un régimen de reuniones y presentaciones. En el pueblo vivían varios generales y capitanes que habían logrado huir de todo el desastre. Y al parecer había muchos otros soldados y subordinados que se habían ocultado entre el pueblo y trabajaban en secreto como informantes.

Tenían toda una enorme red de comunicación que filtraba información directo del reino. Saber que aún quedaba soldados dispuestos a luchar solo aumentaba las esperanzas de un pronto rescate. Por eso Ady se había puesto el objetivo de aprender y poder colaborar con ellos con tal de poder tener a su madre de regreso.

— ¡Ady!

La joven fue sacada de sus pensamientos a mitad de camino hacia la reunión con Maretz. Ady detuvo sus pasos al ver a Raff aproximarse por una de las calles laterales. No lo había visto en la mañana, pero viendo que traía una capa bastante gruesa, suponía había salido a explorar.

— ¿Dónde estabas? – pregunto la joven cuando tuvo cerca al chico.

— Jayder me mostro una de las torres vigías del pueblo, se encuentra en la parte alta casi en la punta de la montaña.

— ¿Jayder? Creí que querías matarlo

—Quiero matarlo, pero por ahora me es útil así que su muerte puede esperar.

El chico se encogió de hombros como si aquel tema estuviera ya decidido. Ady contuvo una sonrisa por lo cómico que sonaba su afirmación. Podía ver que el comentario solo era de un Raff terco que quería seguir aferrado a su enojo. Cosas como esas le era complejo aceptar para él.

— Vaya, que buen autocontrol que tienes. Es…es admirable — dijo con el tono del sarcasmo acariciando su lengua y acompañándolo con unos aplausos.

— Sé que no me crees, pero yo sé lo que hago.

— Si Raff, seguro.

Su risa ahora si no pudo contenerla, el chico la miraba serio, pero no había enojo en los ojos de él. Al menos no podía con ella. Mientras Ady reía, él fue desatando los lazos de la capa, la retiró de sus hombros y la dejó caer sobre uno de los cuernos de la joven.

La tela quedó atorada como si fuera un perchero y esta vez la risa fue de él. Ady no pudo evitar inclinar la cabeza a un lado por el repentino peso. Su risa se apagó al instante que entendió sus acciones. Retiró la capa con molestia y se la entregó con más fuerza de la necesaria.

— Tienes manos para cargarlo tú mismo.

— Ya, no te enojes percherito, creí que era justo reírnos los dos.

Los ojos de la joven se entrecerraron más con el comentario. Raff pensó que lo golpearía, pero en su lugar solo continuó con su camino. Él sabía a donde se dirigía, era hora de las habituales reuniones, el también debía estar presente. Aun con la risa curvando sus labios, fue atrás de ella.

— Deja ya ese gesto Ady, te tengo una propuesta.

La joven no bajo la velocidad de sus pasos, ni siquiera giro a ver al chico porque creía que sus palabras solo eran otro intento de burla.

— No tengo tiempo para tus tonterías.

— No son tonterías, déjame mostrarte la torre. La vista es increíble incluso se puede ver un par de torres del castillo de la reina.

Ady lo miró de reojo, sonaba interesante, además que le daba curiosidad saber si sentiría algo extraño al ver aquellas torres. Quizá activarían algún otro recuerdo. Sin detener su paso consideró la propuesta.

— ¿Cuándo?

— Mañana temprano puede ser. En la noche dudo se pueda ver mucho.

— Bien, mañana temprano entonces, más te vale que no me estes mintiendo Raff.

La reunión juntaba no solo a Skaev, Maretz, Baldwyn, Raff y Ady. Si no, también se juntaban cuatro generales y tres capitanes que afirmaban todos haber conocido personalmente a los dos guerreros. Fue complicado explicar la pérdida de memoria y la falta de habilidad bélica en ambos. Pero luego de varios días, finalmente Raff y Ady habían ganado la confianza de los demás. Aunque una parte de Raff creía que habían cedido por lastima ante la historia que contaban.




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