Hijos del dolor - Saga Gem Heart

Sin cuartel

La mañana siguiente comenzó desde temprano. Ambos chicos acudieron a la armería bajo la orden de Skaev. La primera en pasar fue Ady. El viejo hombre cabra que lideraba la armería, le fe alcanzando distintas piezas de una armadura para que pudiera probárselas.

Ady tenía ciertas dificultades para encontrarle sentido a eso. Pero no cuestiono, se probó una cota de malla la cual pesaba terriblemente. Ella estaba segura que de usar algo así, sería un blanco fácil para cualquiera.

Protectores, de hombros e incluso de manos. El hombre solo la miraba y asentía mientras clasificaba en dos montículos lo que le entregaba. Para el final fue dejado las armas.

La joven recordaba la primera vez que cogió una espada, el peso de esta le sorprendió en ese entonces, en cambio ahora, le enorgullecía más poder ser capaz de sujetar una espada sin sentir que cargaba una montaña.

— Puedes irte, dile al muchacho que pase

Indicó el hombre luego que ella le entregó la espada. Ady asintió y agradeció al hombre antes de salir. Afuera, Raff se encontraba sentado con la mirada perdida en el suelo de tierra.

La joven le toco el hombro, pero este no reaccionó. Fue recién cuando ella lo sacudió, que el chico pareció despertar de su estupor.

— ¿Estas bien?

Preguntó la joven viendo aun la mirada perdida del chico.

— Si, solo…solo pensaba

Aseguro el mientras sacudía la cabeza para centrarse de nuevo en la realidad. Ady no parecía creer en sus palabras. Así que el chico, en un afán de reforzar su afirmación. Dio un suave y rápido golpe con los dedos en la frente de la joven.

— Confía en mi estoy bien. Ahora ve con Skaev, recuerda que hoy entrenas bajo su mando

La joven llevó una mano al lugar del golpe mirando mal al muchacho por un momento. Sin intercambiar palabras, giro sobre sus talones y se marchó. Era cierto, ese día comenzaba de nuevo su entreno con Skaev y conociendo al hombre, le reñiría si llegaba tarde.

El sol iba apenas por la mitad del camino al centro del cielo, cuando la joven cayó al piso por quinta vez. Sintió sus dientes chocar entre sí y el polvo meterse molestamente en su nariz.

Tirada sobre la tierra, se quedó quieta ahí un momento, quizá si fingía estar desmayada él, la dejaría en paz. Pero luego de unos segundos, reconsidero aquel plan y apoyando las manos en el suelo se levantó mirando al viejo lobo que esperaba ella volviera a estar de pie.

— Dejas tus flancos muy desatendidos, está bien que vayas a tener una armadura, pero no por ello puedes distraerte de ese modo

Skaev parecía ahora más duro con su entreno, ya en cinco ocasiones le habla tacleado y tirado al piso sin cuidado alguno. Ady estaba segura que para la noche, tendría marcas en todo su cuerpo.

— Lo intento, pero…olvídalo vamos de nuevo

Poner peros a Skaev, era para motivar una charla sobre combate y como no podría ella justificarse ante un enemigo real. El hombre de nuevo se colocó frente a ella, giro un par de veces la espada en su mano y se puso en guardia.

Esta vez quien ataco fue ella, con un firme golpe asestó el primer movimiento. Trataba de recordar bien todo lo que hasta el momento el hombre le había enseñado. Bloqueo, movimiento protección.

El golpe de espadas aun le hacía temblar el brazo, pero ya no le causaba un dolor molesto. De pronto un recuerdo llegó a ella. Uno donde Skaev también era protagonista. De alguna manera supo que movimiento haría el hombre, es decir lo acababa de recordar. Guiada por aquel recuerdo que pareció tomar control de sus movimientos. Blandió la hoja de su espada hacia arriba y en un giro con las puntas de la espada de él chocando con la hoja. Ady detuvo su espada a solo centímetros del cuello del mayor.

— Bien hecho

Murmuró el mayor al reconocer el movimiento que la joven realizó

— Debes conectar así tus movimientos, dejar que fluya, todo está en ti, sé que puedes recordarlo.

Continuo mientras bajaban ambos sus espadas. Ady estaba feliz de ganarle al menos una vez, y aunque fue por un recuerdo fugaz, tenía en claro que poder tener los recuerdos de Eikya, le darían una enorme ventaja en aquel mundo.

***

La pequeña jarra de licor salió volando hasta la pared de la habitación, con un gran estruendo se hizo añicos derramando su contenido por el suelo. La joven de dorados cabellos se encogió del susto aun al lado del general.

Aferrada a su largo vestido que cubría sus patas de ciervo, la mujer dio unos pasos hacia atrás, temerosa de la ira del general.

— ¿Cómo se les paso por sus narices?

Exclamo en general, con las plumas de su cabeza claramente erizadas por la ira. Bryoner, miraba furioso a su subordinado quien simplemente agachaba la cabeza ante sus gritos.

— Estoy rodeado de inútiles — continuaba gritando — nada pueden hacer bien, ¿Cómo se les pasada cuatro guerreros bajo sus narices?

Nuevamente, su puño golpeo la mesa donde se extendía un mapa de Etrabur. El general intentaba calmarse y no matar a su soldado en ese instante.

— ¿Quién informó esto? — preguntó aun con la voz alterada

— Lo…los guardias del pueblo…al parecer oyeron a unos pobladores hablar sobre que vieron al ex general Skaev

El general Bryoner parecía hervir en ira de saber que pudo estar tan cerca de capturarlos y aun así su gente había fallado

— ¿Hace cuánto fue eso? — insistió

— Hace más de un mes al parecer — confirmó con temor el soldado

— Hace más de un mes…hace más de un maldito mes que están de regreso

Bryoner caminaba de un lado a otro mientras parecía pensar su siguiente movimiento. Si Skaev estaba de regreso en Etrabur, de seguro traía consigo la gema, alguien más debió verlo y pasado un mes, ya debieron cruzar varios poblados.

— Convoca a los jefes de escuadra, quiero verlos aquí de inmediato ¡AHORA!

El soldado asintiendo, golpeo su pecho con la mano izquierda en un gesto habitual de despedida y salió corriendo de la oficina del general.




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