Gran Oscuridad

El sol aun no salía, cuando Ady ya se encontraba de pie y vestida. Traía una capa de piel encima que la protegería del frio de la madrugada. En el bolso que llevaría, ya tenía cargada algo de comida y ropa de cambio en caso fuera necesario.

Cher, quien se había levantado junto a ella, organizaba un pequeño kit de medicinas para que su amiga lleve para todos. Incluía desde brebajes hasta ungüentos para heridas. En silencio, las dos jóvenes terminaban de hacer la maleta.

La noche anterior, Ady no pudo hablar mucho con la pelirroja, pues para cuando terminaron la reunión con Skaev, Cher ya estaba profundamente dormida. Ady no quería marcharse en medio de una pelea con su amiga, deseaba dejar las cosas bien, pero no sabía precisamente como iniciar.

— Cher…yo

— Ya lo sé Ady — dijo la pelirroja mientras envolvía en unos paños algunas botellitas extras y las metía al bolso de la castaña.

Cher en un principio no solo se sintió enojada, sino también ofendida de que su amiga la considere una carga. Desde que llegaron a ese mundo y Cher escapó de sus captores, consideraba que se había vuelto de ayuda para la comunidad de refugiados, no solo como ayudante de curanderos sino también en ciertas técnicas para la curación y tratamiento de males que podía aquejar a la comunidad.

Ya no se sentía tan fuera de lugar ahí, pues incluso ciertas expresiones y palabras en aquella extraña lengua ya las entendía. Aun así, pasado el enojo, debía reconocer que Ady tenia razón. Por más hábil que fuera en el ámbito médico, Cher era un cero a la izquierda en lo que respectaba combate. La pelirroja no podría ni siquiera imaginarse matando a alguien.

Había acompañado a su amiga en sus entrenamientos y pudo ver de primera mano lo duro que entrenaba y lo mucho que se lastimaba en el proceso. Cher ni siquiera podía levantar la espada de Ady. Todo eso, lentamente le hizo resignarse ante una verdad innegable. Su compañía, no era útil en ese viaje.

— No necesitas decir nada — continuó la pelirroja — sé que lo haces por mi bien, es solo que la idea de no verte de nuevo me pone de malas.

— No digas eso, nos veremos de nuevo — confirmo la castaña tomando la mano de la contraria — Cher eres como mi hermana, el volver a vernos es algo que no pienso dejar de lado, luchare por reencontrarnos

— Promételo, promete que no arriesgaras tu vida y volveremos a vernos — la premura e insistencia en la voz de la pelirroja era palpables

— Lo prometo, volveremos a vernos y quiero que tu te mantengas a salvo, mantente cerca de Jayder ¿Sí?

— Creí que él no te agradaba después de todo lo sucedido

— No me agrada, pero mi odio hacia el es menor que el de Raff. Además, el te cuida así que en mi ausencia no tengo en quien mas confiar para tu seguridad.

Cher no quería llorar, aun así, la humedad en sus ojos fue notable. Sin palabras de por medio, ambas amigas se estrecharon en un largo abrazo. Ady disfruto de las cosquillas en el rostro, de los mechones de la pelirroja y Cher pudo disfrutar del aroma amaderado que caracterizaba a Ady.

Después de aquel abrazo, ambas abandonaron la habitación que compartían y salieron al patio delantero de la casa donde Skaev, Baldwyn, Raff, Jayder, Maretz y Nil ya los esperaban. Maretz parecía intercambiar algunas palabras con Baldwyn y Skaev, Raff, en silencio, jugaba con una solitaria piedrita del suelo, ignorando la presencia de Jayder quien por su lado hacia lo mismo.

— Prometan que se van a cuidar ¿Sí?

Dijo la ninfa acercándose a los dos guerreros y tomando sus manos. El aspecto de Nil había cambiado y mejorado mucho desde su llegada a ese mundo. Luego de sobrevivir a la separación de su árbol madre. El color rosáceo de su piel se había palidecido un poco, y las hojas rosáceas de su cabello ahora exhibían un tenue color verdoso y rojizo en ciertas puntas haciéndola parecer un pequeño arbusto florecido.

— Nos cuidaremos, ya sobrevivimos a Skaev, sobreviviremos a lo que venga

Bromeo Raff sonriendo a la pequeña ninfa quien parecía también melancólica de verlos partir.

— Volveremos Nil — dijo Ady apretando el agarre de la ninfa — cuídate y no hagas mucho desorden en nuestra ausencia

— Lo prometo

— Hora de marcharnos, nos espera un camino largo así que muévanse — Skaev interrumpió todo el momento.

Nil, sin deseos de retenerlos más, soltó su agarre y fue corriendo hacia Cher abrazándola. Ambas parecían ser el apoyo la una a la otra de la tristeza de verlos irse. Skaev salió primero de la cabaña junto con Maretz y Baldwyn. Atras, Raff y Ady, dando un ultimo vistazo a lo que fue su hogar el ultimo tiempo, se marcharon listos para enfrentarse a lo que aquel mundo les tuviera preparado.

— Ornib heru jar

Dijo Maretz deteniéndose en la entrada del pueblo de refugiados y golpeando tres veces su pecho.

— Haru sui – respondió Skaev

— Haru sui – finalizó Maretz

Después de aquella despedida, los cuatro guerreros se aventuraron fuera de la protección de la montaña y emprendieron el descenso hacia el pueblo de herreros. Según los cálculos de Skaev, podrían llegar ahí en al menos una semana si es que caminaban a bue ritmo.

Para esas alturas, Raff y Ady ya habituados a las enormes rutas de camino, ya no tenían problema en avanzar al ritmo del viejo lobo. Además, que todo el camino parecía ser en bajada lo que facilitaba más su avance.

Skaev encaminó la marcha solo una parte del camino, en cuanto estuvieron a cierta distancia del refugio, dejo que tomaran el control Raff y Ady. En un principio fue algo complicado, el paisaje desolado y rocoso era atemorizante, pero Skaev pudo ser claro hacia donde debían caminar, así que bajo esa premisa Ambos chicos comenzaron a avanzar lejos del camino habituado.

Tomando como referencia el camino marcado, decidieron subir un poco más la ladera, valiéndose de los arbustos que cubrían la tierra. Era un camino complejo y cansado, por momentos fue necesario avanzar de rodillas para evitar resbalar en la tierra suelta, pero pronto, aquel camino entre plantas y espinas los llevo junto a un riachuelo pequeño que se abría paso entre la tupida maleza.