-Hace quince años-
Como hace muchos años no lo sentía, la premura del momento y su aun inútil brazo que luchaba con poner el cinturón lo estaban frustrando. Skaev intentaba colocar la hebilla, pero el temblor casi irreparable de su brazo dañado era su mayor obstáculo. Frente a él, Serinam, una hermosa mujer cuyos cuernos de gacela se alzaban orgullosos, se preparaba con su armadura. Cerca de ella Bigel el hombre de rasgos de zorro tomaba su espada listo para lo que pudiera suceder esa noche.
— Deja eso Skaev — dijo el hombre mientras le entregaba una bolsa con provisiones — debes huir, debes marcharte de aquí, no podemos caer todos.
Había pasado una hora al menos desde que las alarmas comenzaron a sonar, el pueblo cerca de su cabaña de refugio era atacado por soldados del reino en busca de seguidores de la reina. Estaban destruyendo todo a su paso y matando a quien no rindiera lealtad al nuevo rey.
— No puedo dejarlos — dijo el viejo lobo quien luchaba aun por ponerse de pie — No me perdonaría que les pase algo
— Skaev — dijo la mujer en tono firme — No podemos luchar contra todos ellos, somos soldados, la muerte es algo de nuestro diario. Pero tu debes de seguir vivo, debes de comandar luego a las tropas para ir contra ese rey, así que debes vivir. Además, alguien debe de encontrar a nuestra hija.
Aquello era cierto. Desde la caída del reino y el asedio de los soldados, Skaev no sabía nada de esos dos jóvenes guerreros. Estaba en conocimiento de que la reina había caído, pero no tenía idea si sus soldados también o eran prisioneros de guerra.
El, muy en el fondo, esperaba que hubieran podido escapar de todo ese caos al igual que el, sabía que los dos jóvenes estaban lo suficientemente preparados como para un suceso de ese calibre.
Así que, esta vez, el sin querer hacer de un estorbo, acepto los mandatos de los dos guerreros y huyó. Salió cojeando de la casa por la puerta trasera y se lanzó hacia la oscuridad del campo de sembrío que había atrás de la cabaña.
Ayudado por un precario bastón de madera que en ocasiones lo hacía caer, Skaev huyo, sin descanso, cayéndose y volviéndose a levantar, sin mirar atrás o sabía que el corazón lo traicionaría. Después de esa noche, no supo nada mas de ellos.
Skaev temía acercarse a los pueblos y ciudades, por ello, durante unos meses el viejo lobo vivió en las montañas como un nómada, comía los frutos que encontraba y bebía de los manantiales y ríos que bajaban de las montañas. Las cavernas se convirtieron en su refugio y su hogar.
Pasaron al menos dos estaciones antes de que el viejo lobo, aun lastimado y casi al borde de la locura, fuera encontrado en estado precario al interior de una caverna. Skaev estaba muy desnutrido, sucio y mentalmente dañado. No reacciono ante su salvador hasta que pasaron dos días de su rescate.
Cuando el hombre volvió a ser consciente de su existencia y de donde estaba, se descubrió al interior de una cálida habitación de madera, con mantas tibias y aroma a hierbas. El sonido del agua discurriendo era como un cantico que sumía todo ese ambiente en un aura etérea.
El hombre se levantó con cierto temor de no saber dónde estaba realmente. Su pierna aun cojeaba y su brazo aun dolía. Pero eso no fue impedimento para que se acercara a la puerta y la abriera observando así lo que en su momento le pareció el Vyrne.
Pero era más que evidente que no estaba muerto. Si bien en principio fue confuso, Skaev pronto descubrió que se encontraba en las montañas de los Kryosty. Era la primera vez para él que veía a un kryosty de cerca. Si bien no eran seres muy extraños, lo que los hacia especiales era su extraña conexión que parecían tener con el tiempo y las premoniciones.
Eran como los sabios y estudiosos que se encargaban de las profecías y rituales dentro del reino, un pueblo muy aislado y casi encerrado en el secretismo con sus cosas. Skaev le costó confiar en ellos, pero con el paso de los días ellos demostraron que no estaban influenciados por los problemas mundanos que parecían aquejar al resto de pueblos. Parecían tan ajenos y pacíficos que por un instante Skaev deseo vivir así.
El viejo lobo se quedó con ellos por un tiempo, ahí, el fungía de ayudante de limpieza para poder ser de utilidad a esa pequeña comunidad. A cambio, ellos lo ayudaron con sus dolencias y más pronto de los esperado Skaev dejo de cojear y el dolor de su brazo fue desapareciendo hasta convertirse solo en un mal recuerdo.
Recuperado y casi volviendo a su antigua gloria, Skaev aun pensaba en Eikya y como encontrarla. Sabía que tarde o temprano tendría que dejar aquella vida pacífica y volver a bajar hacia los pueblos si quería encontrarla.
Fue así que una mañana, la eterna paz de aquel pequeño pueblo, fue interrumpida por la presencia de el mismo Rey Selwyn quien venia flanqueado por sus soldados. Skaev, sabía que corría el riesgo de ser reconocido, por ello, se ocultó entre los arbustos que adornaban la estancia del patio central.
Desde ahí pudo ver como, a los pies del Rey yacía un Krysoty de túnica verdosa, este no se movía, parecía muerto. El resto de Kryostys reunidos ante tal escándalo, veían horrorizados la escena. El líder Kryosty, un anciano de cabeza desnuda y ojos pequeños, había salido de su reclusión para dar cara al Rey.
— Lider Kryosty, que bueno que venga a recibir a su rey — dijo la voz rasposa de Selwyn ante el anciano que lo miraba sin ninguna intención de saludo. — Supongo que ustedes siendo los sabios y adivinos del reino, ya sabrán la razón de nuestra visita
— Saludos Rey de Coresis — dijo el anciano
— Soy Rey de Etrabur ahora, reconoce bien a quien sirves desde que tomé el poder — exclamó con molestia el rey, pero a pesar de su grito, el anciano no pareció atemorizarse
— Muy bien Rey de Etrabur, no sabemos la razón de su visita, pero esperamos poder ayudarle
Skaev sentía la tensión en el ambiente, sabía que en aquel lugar ninguno de ellos era un guerrero, todos eran sabios, estudiosos y hombres que se dedicaban a la meditación. Ninguno ahí parecía saber incluso como levantar un arma ni por defensa propia, en caso de que el Rey se enojase, era muy probable que nadie saliera con vida de ahí.
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Editado: 11.01.2025