Hijos del dolor - Saga Gem Heart

Brújula de suerte

Ambos fueron puestos en habitaciones diferentes pero contiguas. Al interior de aquella gran estancia, Ady no pudo evitar curiosear un poco antes de tomar un baño. El lugar era mucho más grande que cualquier habitación que hubiera visto. Además de la cama, poseía un área donde una pequeña mesa y candelabro estaban dispuestos para cualquier trabajo, muy aparte una mesa pequeña con dos muebles individuales se observaba en el otro extremo de la habitación, y una tetera lista para servir.

Al fondo, se observaba adornos y flores junto a un biombo finamente pintado con detalles de montañas y como último, una bañera redonda hecha de madera, parecía una gran tina la cual solo estaba oculta por unos velos blanquecinos.

Ady miró algunos pétalos en el agua, estiro la mano y sintió la tibieza perfecta del agua. Era notable que el hombre era poseedor de una gran riqueza, pues para tener una propiedad con tales lujos, no era algo menor.

Decidida a no perder más tiempo, se desvistió con algo de dificultad. La herida en su hombro aun dolía, si bien hasta el momento no se quejó ni un poco, era solo un intento de no preocupar a los demás. Fue difícil quitarse la ropa ya que la tela encima de la herida, se había secado junto a la sangre y quitarla era casi arrancar esa pequeña y precaria costra formada.

Después de bañarse, intentó de nuevo curar su herida, el lugar donde estaba el corte era difícil de alcanzar, pero usando el espejo del tocador, logro, al menos de forma precaria, poner algo del ungüento que le dio Cher y bebió una de las pociones que debía ayudarle con una posible infección.

Aun así, la poca visión que tenia de la herida, le mostraba un escenario no muy favorable, la piel alrededor estaba roja e inflamada, además de que podía sentir como esa zona de su cuerpo ardía más que el resto.

Esperando que las medicinas de Cher hicieran efecto, se enfundo en la nueva ropa ofrecida. Ady se fijó, que después de llegar a ese mundo, esa era la primera ropa que vestía, que tenía un aspecto muy aristocrático. La ropa consistía en una túnica interior más delgada y encima otra de un color celeste bajo con algunos bordados. La túnica le llegaba debajo de la rodilla. Este se combinaba con unos pantalones oscuros y unas botas que parecían de piel. Para culminar, un cinturón acentuaba su cintura completando así su nuevo aspecto.

Ady se miró al espejo y casi no podía reconocerse, lucia como un personaje de película. Sus labios se curvaron levemente quizá por esa sensación, se sentía cómoda y bonita, aquello era algo en lo que no pensaba desde hace mucho.

Mientras se miraba en el espejo, escucho la puerta sonar, sacada de su trance, se aproximó a paso rápido hasta ella, pero no abrió. Con algo de temor que no sabía explicar de donde provenía, habló.

— ¿Quién es? — dijo pegando su oreja a la puerta.

— Ady abre, necesitamos hablar — la voz de Raff sonó del otro lado.

Aliviada de que fuera el, abrió la puerta. El muchacho entró y cerró la puerta atrás de él. Ella, no esperaba que el entrara de ese modo. Avergonzada de tener su cabello aun desordenado, le dio la espalda y casi corrió al tocador en busca del peine.

— ¿Por qué entras así? — dijo algo molesta sin siquiera mirarlo y empeñada en peinar sus cabellos.

— Necesitamos trazar…un plan para buscar al amigo de Skaev — dijo el chico mientras recorría la habitación con la mirada — Este tipo se nota que es rico, la habitación que me dieron esta así de amoblada. Casi tiene el tamaño de mi casa.

— Pues por algo es un mercader — respondió ella mientras ataba parcialmente su cabello para que no se le fuera todo hacia el rostro — Es el lugar más lujoso que vi en mi vida

Ady no era pobre, pero el dinero en casa siempre fue algo que no escaseaba, pero tampoco abundaba. Con su mamá siempre vivieron bien pero no como para tener una propiedad de ese calibre.

Feliz por como quedó su cabello, volteo a ver al chico que se acercaba a ella a pasos cortos. Lucia pensativo y no era para menos. Ady era consciente de que Skaev y Bladwyn aún estaban a la merced de su suerte afuera del pueblo. Seguro que si supieran que ambos estaban ahí dándose un baño y vistiendo ropa nueva, les caería una buena reprimenda.

— Bien, ¿cuál es el plan? — preguntó ella

La joven, apresurada por ocultar su cabello de él, no se percató de las prendas que ahora traía. Una túnica igual hasta la rodilla, pero con detalles en cuero, al igual que el cinturón y las botas todo era un negro puro. A la joven le recordó a los guerreros antiguos. Le quedaba bien aquel aspecto.

— Pues según dijo Skaev, su amigo es un herrero, deberíamos comenzar por eso, buscar las herrerías. Además, recuerda que nos dio el dibujo del símbolo que tendríamos que buscar para saber que es el.

Ady recordaba el pequeño trozo de pergamino que Skaev les dio, con un extraño dibujo de líneas enrevesadas que completaban el símbolo de la reina.

— Tenemos a la noche a nuestro favor, con las calles más oscuras será más fácil escondernos de los soldados — afirmó ella — Aun así, me preocupa que su amigo…bueno, ya no se encuentre aquí.

— Esperemos que no, después de todo él era el informante de esta zona, en su último mensaje, dijo que guardaría silencio hasta que las cosas se calmaran un poco

— Nada nos asegura que no haya sido capturado, Raff

— Si, lo sé. Pero quiero creer que lo vamos encontrar y sino — el chico guardo silencio unos segundos — bueno, seguro que algo se nos ocurre

La situación, a pesar de que lograron entrar al pueblo, era incierta. La razón por la que iniciaron ese viaje, había sido exactamente porque los informantes en distintos pueblos del reino, fueron capturados o decidieron callarse por seguridad.

En ese momento, nada les aseguraba que a quien buscaban estuviera libre o tan siquiera vivo. La idea de que no encontraran a dicho aliado, envolvía al dúo en un aura de intranquilidad, pero ya no había vuelta atrás, solo quedaba seguir con el plan y solucionar lo que surgiera.




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