Capítulo 3: El Camino hacia la Verdad

Los cuatro amigos estaban acelerando a través del denso bosque, el eco de su reciente victoria aún resonaba en sus mentes. La adrenalina aún corría por sus venas mientras el temor de ser perseguidos por las criaturas oscuras seguía presente. Cada paso que daban los acercaba un poco más a la verdad que buscaban, pero también a un peligro que todavía no podían imaginar.

“Debemos encontrar un lugar seguro”, propuso Kael, manteniendo su espada desenfundada, listo para cualquier emboscada.

“¿Y dónde se supone que debemos encontrar un lugar seguro en este bosque sin fin?” replicó Lyra, mirando alrededor con una mezcla de ansiedad y emoción. Los árboles parecían más altos y más oscuros a medida que avanzaban, y Aiden sintió que la presión del peligro inminente se apoderaba de su pecho.

“Si seguimos hacia el noreste, llegaremos al Pinar de los Ancianos. Hay rumores de que allí se encuentra un antiguo refugio de los guardianes del fuego. Puede que podamos encontrar respuestas”, sugirió Maelis, su voz calmada contrastando con la tensión que los rodeaba.

Aiden asintió, sintiendo que su corazón se aceleraba a la idea de que había un destino, un camino que debía tomar. “Vamos, entonces”, dijo, guiando al grupo hacia donde él creía que debían ir.

A medida que se internaban más en el bosque, el aire se volvió más frío y una niebla suave comenzó a ascender entre los árboles. Aiden sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si la niebla estuviera viva, acariciando su piel mientras cruzaban por entre los troncos.

El silencio del lugar era inquietante, solo interrumpido por el suave crujir de hojas bajo sus pies. Pero de pronto, un murmullo suave se alzó a su alrededor. “¿Escuchan eso?” preguntó Lyra, deteniéndose en seco.

“Sí,” respondió Kael, frunciendo el ceño. “Me recuerda a susurros. Podría ser un hechizo o una ilusión.”

“A veces las sombras tienen voces que nos quieren desviar de nuestro camino”, dijo Maelis, su mirada fija en la bruma. “No debemos permitirnos distraernos. El camino hacia el Pinar de los Ancianos es el que debemos seguir.”

“¿Y si hay criaturas ahí?” preguntó Lyra, preocupada. “No he olvidado lo que enfrentamos antes.”

“Las criaturas están en todas partes. Pero tenemos que seguir adelante”, dijo Aiden con firmeza. “Juntos somos más fuertes.”

Con determinación, continuaron su marcha, sosteniendo la mano de sus amigos mientras la niebla los envolvía. Aiden sentía el peso de la Marca del Fuego Eterno ardiendo en su brazo, el poder que prometía conexión, pero también responsabilidad.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, el bosque despejó y se encontraron ante una entrada amplia adornada con arbustos florecientes y piedras talladas, las cuales revelaban símbolos ancestrales. Un aire mágico y antiguo emanaba del lugar.

“Este es el Pinar de los Ancianos”, exclamó Maelis, su rostro iluminado de asombro. “Hemos llegado.”

Sin embargo, al cruzar el umbral, un aire pesado cayó sobre ellos. El silencio se intensificó y una sensación de expectativa hizo que cada uno de ellos se pusiera en alerta. Las sombras aún se cernían sobre el bosque, y las visiones de las criaturas que habían enfrentado antes permanecían frescas en sus mentes.

“¿Qué se supone que debemos hacer aquí?” preguntó Kael, observando el hermoso pero inquietante entorno. “Las leyendas dicen que estos antiguos guardianes pueden conceder poder, pero también pueden ser traicioneros.”

“Primero, debemos buscar el refugio. Puede haber respuestas allí”, dijo Aiden, recordando las historias que había escuchado sobre antiguos guardianes que defenderían el fuego sagrado.

Mientras exploraban entre los árboles imponentes, comenzaron a encontrar piezas de un antiguo mapa grabado en el suelo, y las imágenes parecían hablar de un tiempo en que la humanidad y la magia cohabitaban en armonía. Poco a poco, se reunieron en torno a un lugar donde los árboles formaban un círculo, y en el centro había una gran roca cubierta de runas brillantes.

“Esto debe ser el refugio”, dijo Maelis, examinando las inscripciones con fervor. “Estas marcas hablan de la Marca del Fuego Eterno y de su importancia en la batalla contra las fuerzas oscuras.”

“Pero hay algo más que no comprendo”, admitió Aiden, un nudo de incertidumbre creciendo en su estómago. “¿Por qué se ha despertado ahora? ¿Por qué Azhara está tras de nosotros?”

Como si las palabras de Aiden estuvieran impregnadas de magia, un fuerte viento surgió del suelo y un eco resonante comenzó a llenar el círculo. Las runas en la roca comenzaron a brillar intensamente, y la figura de un antiguo guardián emergió de la luz, con una balanza en su mano y una expresión severa en su rostro.

“Hijos del fuego, habéis despertado antiguos secretos”, habló el guardián, su voz resonando como un trueno. “Buscáis respuestas, ansiosos por descubrir lo que oculto. Pero antes de que os conceda lo que deseáis, debéis demostrar vuestra valía.”

“¿Cómo podemos demostrar nuestra valía?” cuestionó Aiden, sintiéndose pequeño bajo la mirada del guardián. “Estamos dispuestos a luchar, a soportar cualquier prueba que nos impongas.”

“Vuestra valentía es admirable, pero la prueba que debéis enfrentar no radica en la fuerza física, sino en el entendimiento de la conexión que tenéis con el fuego y la luz. Solo aquellos que puedan comprender y apreciar el verdadero poder que llevan dentro podrán superar las pruebas que les esperan”, instruyó el guardián con un tono profundo.

“¡Aceptamos la prueba!” exclamó Kael sin titubear, dejando claro que no retrocederían.

La figura del guardián asintió solemnemente. “Entonces que así sea. La primera prueba les llevará a la oscuridad misma. Deben enfrentarse a sus peores miedos.”

"Esto puede ser un engaño," advertíó Maelis, pero sus palabras cayeron en oídos sordos.

El aire se volvió denso, y el guardián levantó su balanza. “A medida que lean las palabras de confianza y desesperación, entrarán en los laberintos de la oscuridad. Su viaje comenzará ahora.”