Tras haber superado la prueba en la montaña sagrada, Aiden, Lyra, Kael y Maelis se encontraban en el claro a las afueras del Pinar de los Ancianos. El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos naranjas y morados, una señal que les recordaba la urgencia de su misión. Mientras respiraban el aire fresco de la tarde, una sensación inquietante se cernía sobre ellos.
“Esto ha sido solo el comienzo,” dijo Kael, rompiendo el silencio, sus ojos escrutando el oscuro bosque a su alrededor.
“Lo sé,” respondió Aiden, sintiendo la Marca del Fuego Eterno arder con una intensidad renovada en su brazo. “Azhara no se rendirá tan fácilmente. Ya hemos visto lo que es capaz de hacer.”
“Y lo que hemos enfrentado hasta ahora es solo una fracción de lo que vendrá,” agregó Maelis, su voz grave y serena mientras observaba las sombras al acecho. “Debemos seguir adelante, aprender a controlar nuestros poderes y actuar antes de que sea demasiado tarde.”
“Debemos encontrar al Consejo de las Cinco Llamas,” sugirió Lyra, decidida. “Ellos podrán ayudarnos a entender cómo usar nuestras habilidades y a prepararnos para lo que se avecina.”
“No estará tan claro como eso,” dijo Kael. “El consejo es conocido por sus palabras enigmáticas y sus pruebas. No espere que nos reciban como héroes.”
“Sepamos que esto no será fácil, pero juntos podemos enfrentar cualquier desafío,” dijo Aiden con determinación. Sus amigos asintieron, reconociendo la verdad en sus palabras.
Comenzaron a caminar hacia la salida del bosque, siguiendo un camino que los llevaría a las Montañas de Fuego, donde el Consejo celebraba sus asambleas. Con cada paso, el terreno se volvía más difícil, una combinación de piedra y tierra suelta. Mientras escalaban, el silencio del bosque se volvió opresivo, como si el mundo mismo los observara. Las ramas de los árboles parecían moverse en un susurro de advertencia.
A medida que la penumbra se cernía, Aiden sintió que algo oscuro se movía entre las sombras. “¿Lo han sentido?” preguntó, mirando a sus compañeros.
“Sí,” respondió Kael, su mano aferrando con fuerza la empuñadura de su espada. “Algo acecha, lo puedo sentir.”
Y en ese momento, una sombra emergió abruptamente, una figura femenina envuelta en un manto oscuro, con ojos que ardían como brasas. Era Azhara, la Devoradora de Auras, y su risa resonó, escalofriante y segura.
“Pobres hijos del fuego,” comenzó, su voz suave pero llena de peligro. “Vuestra valentía es admirable, pero poca en comparación con el poder que busco. La Marca que lleváis será mía.”
“¡Nunca!” exclamó Aiden, sintiendo que el fuego en su interior comenzaba a arder.
“¿Sería tan fácil detenerme?” rió Azhara. “La esencia de la oscuridad que represento está conectada contigo. Vuestra lucha es solo el principio. Cada paso que dais me acerca a lo que quiero.”
Aiden se preparó, mirando a sus amigos a su lado. “¡No tendrás éxito!” gritó, desenvainando su espada, mientras las llamas comenzaron a danzar a su alrededor, vibrando con la energía de la Marca.
“Eres valiente, pero es un sacrificio en vano. La oscuridad siempre encontrará su camino,” dijo Azhara, y antes de que pudieran moverse, una sombra se movió rápido como un rayo, lanzándose hacia ellos.
“No dejen que os atrape,” grita Kael, mientras levantaba su espada y lanzó su ataque. Las llamas emitieron un brillo plateado mientras Aiden canalizaba su poder, solidificando el calor en un escudo de energía.
La sombra se contorsionó, atacando con garras afiladas y colmillos visibles, pero Aiden sintió cómo la energía del fuego se intensificaba en su interior. “¡Ahora!” gritó, y juntos canalizaron el poder del fuego, conjurando una explosión que iluminó la noche.
La luz rompió la oscuridad, y la figura de Azhara vaciló, sus ojos brillando con sorpresa. “No escaparéis tan fácilmente,” dijo, y de inmediato envió sombras en su dirección.
Con un movimiento ágil, Maelis invocó el poder del viento, creando un remolino que apartó las sombras y le brindó tiempo a sus amigos para atacar. “¡Concentraros!” gritó, mientras los cuatro unían sus energías.
Las llamas danzaban a su alrededor, tomando la forma de serpientes ardientes que atacaban a Azhara. Pero la Devoradora de Auras siguió avanzando, bailando entre las llamas, y con un gesto de su mano, las sombras tomaron la forma de criaturas que surgieron del suelo, amenazando con envolverlos.
“¡No podemos dejar que nos rodeen!” gritó Aiden, sintiendo la presión de la batalla intensificarse. “Debemos dividir sus fuerzas.”
Con una nueva estrategia, Aiden y Kael se lanzaron hacia la mayoría de las sombras, mientras que Lyra y Maelis se concentraban en Azhara. “Recuerda, el fuego es vida. También puede ser purificador,” dijo Maelis, y las runas en su piel brillaron una vez más.
Mientras luchaban, Aiden luchaba contra la presión en su pecho. Sabía que cada ataque consumía sus energías, pero de alguna manera el poder de la Marca le daba fuerzas. Las llamas ardían en sus venas, y al recordar los momentos de su vida, la promesa de proteger a sus seres queridos lo impulsó hacia adelante.
“¡Aiden!” gritó Lyra desde atrás. “¡Usa la conexión del fuego! ¡Dona tu calor a nuestras llamas!”
Con un fervor renovado, Aiden levantó su mano hacia el cielo. “¡Conviértete en fuego y vida!” gritó, y las llamas comenzaron a girar en torno a él, conformando un torbellino de energía brillante. Con cada pensamiento positivo, la intensidad del fuego creció.
Ante él, la oscuridad comenzó a retroceder, mientras Lyra y Maelis formaban un escudo de aire alrededor de Aidan. Era un símbolo de unidad que brillaba en el aire, y se sentía como si el propio fuego estuviera agradecido por la conexión.
Azhara, furiosa, sintió cómo la luz comenzaba a romper su dominio. Con un grito, lanzó un ataque desesperado, pero el poder de la unión entre los cuatro era más fuerte.