Thornevale había comenzado a recuperarse tras la reciente batalla contra Azhara y las sombras que la acompañaban. Los días posteriores a la confrontación estaban llenos de actividad. Aiden, Lyra, Kael y Maelis se habían convertido en líderes en su comunidad, guiando a los aldeanos en la reconstrucción de sus hogares y asegurándose de que la esperanza nunca se apagase.
El resplandor del fuego en la plaza central se convirtió en un símbolo de resistencia y unidad. Los habitantes comenzaron a reunirse regularmente, contando historias de valor y fortaleciendo los lazos que los unían. Sin embargo, el eco de la última lucha aún resonaba en sus corazones, recordándoles el peligro que siempre acechaba.
Esa mañana, Aiden se encontraba contemplando el horizonte desde una colina cercana. Sus pensamientos estaban llenos de inquietud. Aunque habían ganado la batalla, había un sentimiento latente de que Azhara regresaría, y podían no estar preparados para enfrentarla de nuevo.
“¿Pensando de nuevo en la oscuridad?” la voz de Lyra resonó a su espalda, el canto de su tono era claro y relajante.
Aiden volvió la vista y dio un ligero asentimiento. “Sí. Aunque hemos logrado mucho, no puedo evitar que una parte de mí sienta que ella regresará. La oscuridad no se rinde fácilmente.”
“Es natural sentirse así," respondió Lyra, caminando a su lado. “Pero también debemos disfrutar de lo que hemos logrado. La comunidad ha comenzado a sanar, y todos están listos para enfrentar lo que venga. Esa es la luz que debemos atesorar.”
Él sonrió, agradecido por su perspectiva. “Tienes razón. A veces me pierdo en la preocupación. Ese es el desafío de llevar la Marca y ser un líder.”
Lyra se acercó, colocando una mano en su hombro. “No te olvides de que no estás solo. Estamos juntos en esto. Cuatro corazones, una llama.”
Justo en ese momento, Kael apareció, con una expresión decidida en su rostro. “Aiden, Lyra, ¡tienen que venir! Elior ha reunido a todos en la plaza central. Hay algo importante que discutir”.
“¿Qué sucede?” preguntó Aiden, sintiendo una oleada de curiosidad.
“Al parecer, algunas personas han ido al bosque en busca de suministros, y han informado que han visto a Azhara nuevamente,” respondió Kael, su tono tenso.
El estómago de Aiden se revolvió al oír eso. “No puede ser…” murmuró, sintiendo que la tensión regresaba a sus hombros.
“Tenemos que actuar, ahora,” añadió Kael, apretando los puños. “Debemos enfrentar esto antes de que crezca.”
Juntos, los tres se dirigieron apresuradamente hacia la plaza. Mientras avanzaban, la multitud de aldeanos comenzaba a reunirse, sus rostros serios y expectantes. Aiden sintió la presión del deber en su pecho, comprendiendo que debía controlar la situación.
Al llegar al centro, Elior se encontraba de pie en un pequeño podio, preparado para hablar. “Queridos compatriotas,” comenzó, levantando la mano para llamar la atención de todos. “Hemos recibido noticias preocupantes. Aquellos que fueron al bosque han visto a Azhara y sus sombras. Ella está más cerca de lo que imaginamos.”
Los murmullos de inquietud comenzaron a recorrer a la multitud, y Aiden se enfrentó a la difícil tarea de calmar sus corazones temerosos. “Todos, escúchenme,” dijo, alzando la voz con determinación. “Sabemos que Azhara no se rendirá fácilmente. La oscuridad busca apoderarse de nuestra luz, pero no podemos permitir que el miedo nos controle.”
“Sí,” interrumpió Lyra, sintiéndose inspirada. “Hemos enfrentado la sombra antes, y lo haremos nuevamente. Traeremos nuestra luz y unidad para luchar.”
Kael se unió a ellos, levantando su espada. “Este es nuestro hogar. Debemos protegerlo juntos. En esta lucha, cada uno de vosotros será un guerrero de luz.”
A medida que las palabras resonaban en el aire, el pueblo comenzó a volver a unirse. Las miradas que antes eran de miedo comenzaban a llenarse de determinación nuevamente. La comunidad recordaba lo que el fuego significaba, y el poder de la esperanza se hacía más fuerte.
“Estamos en esto juntos,” dijo Elior, observando la creciente energía en el pueblo. “El camino será difícil, pero la luz prevalecerá. Si vamos a enfrentarnos a Azhara, debemos prepararnos y reunir a todos los que se atrevan a luchar por la luz.”
Con ese espíritu renovado, el pueblo comenzó a organizarse. Aiden, Lyra, Kael y Maelis formaron grupos, recabando información y buscando a quienes aún estaban dispersos. La noche cayó mientras diferentes equipos se iban al bosque, listos para enfrentar cualquier sombra.
Mientras tanto, Aiden se sentía ansioso, pensando en las historias que podría haber alrededor de la nueva presencia de Azhara. “Debemos averiguar cuántas fuerzas tiene, si fue capaz de recuperar su poder,” murmuró, sintiendo el ardor de la Marca del Fuego Eterno arder en su brazo.
“Sí, pero debemos tener cuidado,” dijo Kael, recordando lo que había sentido en la última batalla. “La oscuridad ha aprendido de nuestras debilidades.”
Esa noche, los aldeanos se unieron al fuego en la plaza, compartiendo sus historias, llenando el aire con esperanzas y emociones. La unidad comenzó a destilar un nuevo ambiente, y la comunidad volvió a vivir, recordando que la luz nunca se extinguiría.
Más tarde, mientras la noche se desvanecía y se convertía en un nuevo día, el pueblo se preparó para el inevitable encuentro. Con el fuego crepitando y los corazones conectados, un sentido de propósito reverberaba en el aire.
“Con la luz en nuestros corazones, enfrentaremos lo que venga. Y si Azhara se atreve a atacar, lamentará haberse cruzado en nuestro camino,” proclamó Aiden, sintiéndolo profundamente.
“Estamos listos,” dijo Lyra. “Siempre juntos en esto.”
Y así, a medida que el día amanecía sobre Thornevale, la comunidad se organizó, dispuesta a proteger su hogar contra las sombras que ya comenzaban a moverse en la oscuridad. Lo que venía era incierto, pero el fuego ardía fuerte, y la luz de la esperanza brillaba en sus corazones.