El aire en Thornevale estaba impregnado de un ambiente festivo y al mismo tiempo de reflexión. Tras la victoria sobre Azhara, el pueblo se había unido como nunca antes, celebrando su luz y restableciendo los lazos que los unían. Sin embargo, Aiden, Lyra, Kael y Maelis sabían que la lucha por mantener esa luz aún no había terminado.
La plaza central estaba iluminada con antorchas y hogueras. Se escuchaban risas y cantos, y los aldeanos recordaban con alegría cómo habían enfrentado juntos a la oscuridad. Sin embargo, en el corazón de Aiden, una sombra persiste. La promesa de que Azhara regresaría siempre estaba presente en su mente.
“Debemos estar preparados,” dijo Aiden a sus amigos mientras observaban la celebración desde un lateral de la plaza. “Si algo aprendimos es que la paz no dura para siempre. La oscuridad volverá a acecharnos.”
Lyra se giró hacia él, su mirada reflexiva. “Lo sé, pero esta vez estamos listos. Hemos descubierto mucha fuerza en nuestra unidad y sobre todo, en nuestros elementos.”
Kael asintió, recordando las palabras del anciano Elior y el poder del Sello de Luz. “Sí, y ahora cada uno de nosotros lleva la llama dentro. No solo somos portadores del fuego, somos la comunidad que se ha enfrentado a la adversidad y ha salido adelante.”
“Así es,” agregó Maelis, mirando a su alrededor con una sonrisa alentadora. “Estamos montando la guardia y preparándonos para cualquier eventualidad. Ahora que hemos tenido una victoria, sabremos cómo convocar esta luz en la sombra.”
En su interior, Aiden admiraba la resolución de sus amigos. Tal como habían enfrentado juntos a Azhara, lo harían nuevamente si la oscuridad regresaba. “¿Qué pasos deberíamos tomar mientras celebramos?” preguntó, sintiendo que necesitaban solidificar su plan.
“Primero, debemos hablar con Elior y los otros ancianos. Ellos conocerán más sobre cómo prepararnos para un posible regreso de Azhara,” sugirió Kael.
Finalmente decidieron reunirse con Elior y buscar consejo. Al adentrarse en la Casa de los Sabios, vieron a los ancianos revisando información y mapas antiguos. El ambiente estaba cargado de una sensación de seriedad, y Aiden comprendió que la celebración aún estaba lejos de ser completa.
“¿Cuáles son las últimas noticias?” preguntó Aiden al acercarse, su tono reflejando la urgencia que sentía en su pecho.
Elior levantó la vista, sus ojos cansados pero llenos de sabiduría. “A pesar de nuestra victoria, las sombras todavía acechan en la periferia de la existencia. Azhara no se detendrá; ha buscado alianzas más oscuras.”
Aiden escuchó con atención, sintiendo que esta no sería la última batalla. “¿Qué podemos hacer para enfrentarla si regresa?”
“Debemos desenterrar viejas leyendas sobre la Devoradora de Auras, sus poderes y sus debilidades. Tal vez, con el conocimiento antiguo podamos edificar aún más las defensas de Thornevale,” explicó Elior, abriendo un gran libro cubierto de polvo. “Los Eco de Fuego nos dieron pistas sobre eso, pero necesitamos profundizar más en la historia de Azhara previamente.”
“Si logramos entrelazar nuestras fuerzas con la historia, el fuego interior puede crecer,” comentó Maelis, su mirada fija en el mapa. “Debemos encontrar el lugar donde se han forjado los antiguos yo desde la sombra.”
“Igualmente, es crucial que preparemos a todos en el pueblo para una nueva lucha. La preparación es clave,” añadió Elior, sintiendo la urgencia resonar en la sala.
Con ese nuevo propósito en mente, Aiden y sus amigos pasaron las horas siguientes investigando mapas antiguos y leyendas, anotando cualquier información sobre Azhara. Se adentraron en el vasto conocimiento de las antiguas luchas, buscando pistas sobre cómo había ganado poder y la forma en que habían sido derrotada.
A medida que exploraban la historia, cada uno comenzó a sentir la carga de la responsabilidad que tenían. Aiden sentía que el conocimiento era su luz y escuchando las historias de antiguas batallas, comprendía que habían estado en el camino correcto al enfrentar a Azhara.
La noche llegó y Aiden se encontró solo en la plaza, observando el fuego arder. Recordaba los momentos que había compartido con su padre, instruyéndolo sobre el valor y el poder de la lucha por lo que es correcto. La conexión que su padre había creado con el fuego ahora latía en su pecho.
“¿Qué debo hacer?” se preguntó en voz baja. “Si Azhara regresa, no puedo permitir que más personas sufran nuevamente.”
“¿Aiden?” La voz de Lyra lo interrumpió, dándole un ligero sobresalto. “¿Todavía piensas en lo que podría suceder?”
Él se giró hacia ella, apretando los labios en una línea de incertidumbre. “Sí. Aunque hemos ganado, no hay garantias. Me asusta pensar en la posibilidad de que otros puedan perder la fe o se dejen consumir de nuevo.”
“Es parte de nuestra lucha,” dijo Lyra, acercándose a él. “El verdadero coraje radica en tener miedo, pero enfrentarlo de todos modos. El fuego en nuestro interior puede guiar nuestra lucha.”
Aiden sintió que la garra del miedo comenzaba a aflojarse. “Lo sé. A veces, solo necesito recordarlo. El fuego no solo está destinado a quemar; también es un símbolo, puede guiar nuestro camino.”
Mientras charlaban, una nueva luz se encendió en el horizonte. Era una distancia dramática, la sombra cortante de Azhara se acercaba, pero no estaban desolados. Thornevale había renacido, y su comunidad estaba lista para resistir.
“¡Los Eco hablaron de esto! Quizás sea hora de despertar el fuego que queda en las sombras,” sugirió Lyra, viendo las luces en el horizonte comenzar a vibrar.
Sin importar lo que se acercaba, su unidad permitía que la luz brillara más intensamente. “Debemos alertar a los demás. No podemos permitir que la sorpresa nos consuma,” proclamó Aiden, dando un paso decisivo hacia el lago, deseando comunicar el poder de la comunidad.
“¡Adelante!” gritaron al unísono, mientras sus pasos resonaban y se preparaban para alertar a la comunidad.