Capítulo 28: El Eco de la Llama

La noche había caído sobre Thornevale, y la atmósfera estaba cargada de anticipación. Tras la reciente batalla con Azhara y sus sombras, el pueblo se había fortalecido. Sin embargo, la comunidad sabía que la Devoradora de Auras aún acechaba. A medida que las sombras se arremolinaban, también se sentía la presión del destino cerrándose al rededor de ellos.

“Escuchad,” comenzó Aiden, rodeado de sus amigos, mientras la luz de la hoguera iluminaba sus rostros. “Luchamos con valentía contra Azhara y hemos demostrado que la unidad puede prevalecer sobre la oscuridad. Pero debemos estar más alerta que nunca.”

Lyra se hizo un paso adelante. “Hemos logrado reunir a más aliados y fortalecer nuestras defensas, pero eso no significa que debamos relajarnos. Azhara es astuta, y seguirá buscando el modo de derrotarnos.”

Kael miró a su alrededor, sintiéndose en sintonía con la tensión en el aire. “Debemos recordar que nuestras luchas no han terminado. Debemos prepararnos para el dolor y los sacrificios que vendrán.”

Con determinación, comenzaron a discutir su plan de defensa. “Primero, debemos mantener el fuego ardiendo en cada hogar,” dijo Aiden, sintiendo el eco de su voz resonar en la reunión. “La luz siempre encontrará su camino. Debemos reevaluar las defensas de la comunidad.”

A medida que la fogata parpadeaba, los aldeanos comenzaron a planear el fortalecimiento de sus casas y barricadas, creando un profundo sentido de unidad. No solo era una cuestión de protegerse de las sombras, sino también de mantenerse firmes ante cualquier adversidad.

La Estrategia de la Comunidad

Los días siguientes comenzaron a mejorar la cultura de la comunidad. A medida que el pueblo se preparaba, Aiden, Lyra, Kael y Maelis compartían sus lecciones con jóvenes guerreros, instándolos a fortalecer su unión con el fuego y la luz. Debían estar listos.

Al caer la tarde un día, se reunieron nuevamente en la plaza central. En el aire flotaba una extraña energía, y mientras el fuego danzaba bajo el crepitar de las llamas, Aiden sintió un escalofrío en su espalda. La sombra seguía al acecho.

“¡Miren! Susurros y sombras comienzan a moverse en la distancia,” dijo Lyra, aprehensiva. “No podemos relajarnos, la batalla nunca terminó.”

De repente, una figura apareció entre la multitud, un aldeano cuyo rostro mostraba signos de horror. “¡Rápido! Hay criaturas en el bosque. Apenas tuvimos tiempo de escapar,” gritó, aterrorizado.

“¿Cuántas criaturas?” preguntó Kael, sabiendo que la pregunta era crucial. Podrían decidir lo que vendría a continuación.

“Demasiadas… no hay tiempo. Se desplazan rápido y las sombras comienzan a consumirse en la oscuridad. Azhara está regresando...,” advirtió el aldeano entre jadeos, incapaz de contener la ansiedad.

“¡Reúnanse! ¡Todos a la plaza!” exclamó Aiden, sabiendo que debían ser rápidos. La comunidad no podía permitirse perder la unidad en la lucha.

Mientras los aldeanos corrían hacia la plaza y organizaban defensas, Aiden, Lyra, Kael y Maelis se colocaron al frente. “Preparad vuestros corazones!” gritó Aiden, sintiendo la presión de la inminente batalla. “La luz siempre encontrará su camino a través de la oscuridad.”

Con la comunidad alistándose y las sombras acercándose, la tensión creció. Las llamas comenzaron a danzar fuertemente en la plaza, creando un resplandor de luz que iluminaba los rostros resueltos.

“¡Estamos preparados para lo que venga!” proclamó Kael alzando su espada, recordando los compromisos hechos. “¡Luz y esperanza!”

“A cualquier sombra que intente consumirnos, ¡no permitiré que eso suceda!” añadió Aiden, sintiendo el fuego brillar cada vez más en su interior. “La comunidad de Thornevale nunca se rendirá.”

Cuando las primeras criaturas emergieron de los árboles, la plaza resonó con un eco profundo de valentía. Las sombras tomaron forma, pero la luz comenzó a derribar al enemigo, empujando las criaturas hacia atrás.

“¡No podemos permitir que penetren!” gritó Aiden, levantando sus manos mientras las llamas danzaban a su alrededor.

La batalla se desató con una intensidad aún más fuerte. Las formas oscuras avanzaban, pero el brillo ardiente del fuego comenzaba a modificar la dinámica de la lucha. Cada movimiento resonaba en la protección del pueblo.

“¡Defendamos lo que amamos! ¡Nunca caeremos!” exclamó Aiden, sintiendo que la llama ardía en su interior, cada unidad resonando en su corazón mientras repelían las sombras.

Con el crepitar del fuego y los ecos de la lucha, comenzaron a enfrentarse a las criaturas. A medida que las llamas brillaban, los aldeanos encontraron en sus corazones el poder que compartían y luchaban juntos.

“¡La luz nunca se apaga!” resonó el grito de Kael mientras atacaba con fuerza, violando a las sombras.

A medida que las criaturas avanzaban, la presión sobre la comunidad aumentaba. Pero el fuego comenzó a acumular un vórtice y su conexión comenzó a resplandecer cada vez más fuerte en su interior. “¡La oscuridad nunca podrá consumirnos!” gritaron al unísono.

Al responder, el eco resonó fuerte en la plaza, y la luz se hizo más intensa, reflejando la unión que había crecido entre ellos. Las llamas formaron un escudo protector mientras las criaturas comenzaron a retroceder.

El Eco de la Venganza

Sin embargo, la sombra de Azhara no se detendría. Desde el interior del bosque, el aire vibraba con una energía ominosa. “¡No puede ser el fin, hijos del fuego!” resonó su voz, retumbando en sus corazones.

“Sabíamos que regresaría, pero no tan pronto,” murmuró Aiden, mientras la confianza se alternaba dentro de él.

“Mostrémosle de lo que estamos hechos,” declaró Lyra, sintiendo que la luz y el calor ardían en su interior. “Nunca caeremos ante la sombra.”

Mientras sus palabras flotaban en el aire, el fuego tomó durante un instante vida propia, manifestándose como un halo de luz que iluminaba a los guerreros. Pero incluso en su retorcida forma, Azhara sonrió. “Creéis que habéis ganado, pero la venganza será aún más dulce.”