Capítulo 35: Los Guardianes del Fuego

Los ecos de la última batalla contra Azhara aún resonaban en los corazones de los habitantes de Thornevale. Aunque habían conseguido repelir a la Devoradora de Auras, la sombra siempre parecía estar al acecho, lista para lanzarse sobre ellos en cualquier momento. Sin embargo, la comunidad se mantenía unida, y con cada día que pasaba, el fuego de la esperanza se fortalecía.

Los días posteriores a la confrontación estuvieron llenos de actividad. Los aldeanos trabajaban incansablemente para restaurar lo que se había perdido y recordaban una vez más su propósito de mantener el fuego vivo en sus corazones. Aiden, Lyra, Kael y Maelis se sintieron inspirados por el compromiso de su comunidad, y juntos decidieron realizar un llamado a más aldeas para asegurarse de que todos estuvieran preparados.

Una mañana, sentados alrededor de la fogata en la plaza central, Aiden sintió que la urgencia de actuar creciera dentro de él. “Debemos enviar mensajes a los pueblos cercanos,” dijo, sintiendo la conexión con su comunidad. “No podemos permitir que Azhara regrese. Debemos unir fuerzas y obtener más aliados.”

“Es una excelente idea. Cuantos más nos unamos, más fuertes seremos,” respondió Kael, sintiendo que el fuego de la determinación ardía en su interior. “Nuestros vecinos deben comprender que juntos podemos resistir la sombra.”

“Sí, y si logramos obtener recursos y apoyo, podremos construir barreras más fuertes y asegurarnos de que la oscuridad no vuelva a amenazar nuestro hogar,” añadió Maelis, consciente de las semanas que les quedaban para prepararse.

Con ese objetivo en mente, decidieron dividirse en grupos. Aiden se encargaría de los pueblos del oeste, mientras que Lyra, Kael y Maelis irían hacia el norte. Se armaron con provisiones y antorchas, preparándose para el viaje y sintiendo el eco de la comunidad pulsar en el aire.

“Cada paso que demos es una declaración. Debemos dejar claro que Thornevale nunca caerá,” dijo Aiden, mientras se preparaban para partir. Las palabras resonaban en su mente como un eco conocido, y la luz en sus corazones comenzaba a brillar aún más.

El Viaje al Oeste

El camino hacia el oeste estaba lleno de belleza natural. A medida que avanzaban, el aire fresco y puro llenaba sus pulmones, mientras los árboles marcaban una senda vibrante de colores. Pero el eco de la oscuridad seguía latiendo en el fondo de Aiden; la sombra no se rendiría fácilmente.

Mientras dos días de viaje llevaban a cabo, comenzaron a avistar el primer pueblo, Willowbrook, conocido por su conexión con la naturaleza. La comunidad era pequeña, compuesta por aquellos que dependían del río y los bosques en sus alrededores. Sin embargo, no podían perder de vista que cada pueblo que encontraran sería crucial en su lucha contra Azhara.

Al llegar, el aire estaba impregnado del aroma de flores silvestres y el murmullo del río cercanamente resonaba en el ambiente. Los aldeanos los recibieron con miradas curiosas, algunas de ellas llenas de temor por los rumores que se extendían sobre la Devoradora de Auras.

“Aiden, Lyra, Kael y Maelis, bienvenidos a Willowbrook,” dijo el líder del pueblo, un anciano de rostro arrugado, que se acercó a ellos con la fe de alguien que había presenciado el paso del tiempo y las sombras. “Hemos escuchado sobre vuestro valor y lucha, pero los ecos de la sombra nos han llenado de inquietud.”

“Venimos buscando aliados. Azhara, la Devoradora de Auras, ha regresado, y amenaza a todos los pueblos a su alrededor. Necesitamos unir fuerzas para enfrentar su poder,” explicó Aiden, sintiendo la urgencia en su voz.

“¿Y qué es lo que ofrecéis, portadores del fuego? La sombra es astuta y, si perdemos, no habrá tiempo para las advertencias,” preguntó el anciano, sintiendo que la carga de la responsabilidad reposaba sobre sus hombros.

“Estamos dispuestos a luchar. Juntos podemos compartir el poder de la luz y el fuego que hemos cultivado. La historia nos ha mostrado que la unidad es nuestra mayor fuerza,” respondió Kael, viendo la luz vivaz en sus corazones.

El anciano les sonrió y miró a su pueblo, sintiendo que estaban en la encrucijada. “Nuestros corazones quedan unidos en la lucha. Si estáis dispuestos, lo estaremos con vosotros. La oscuridad siempre busca consumir lo que es vivo.”

Con ese pacto forjado en la determinación, comenzaron a generar un plan de acción. Los aldeanos de Willowbrook se unieron a su causa, prometer usando la naturaleza y la luz del fuego para proteger su pueblo.

Al finalizar el día, la comunidad se reunió alrededor de una hoguera, compartiendo historias y experiencias. Aiden sintió que la luz y la conexión resonaban en el aire, y la esperanza renacía en cada rincón.

Hacia el Norte

En los días que siguieron, el grupo se sintió renovado por la alianza con Willowbrook. Sabían que su viaje aún no había terminado y que necesitarían más aliados si esperaban resistir la sombra de Azhara. Con el espíritu de la comunidad creciendo, se prepararon para avanzar hacia el norte y buscar al siguiente pueblo, Rivermoor.

El camino hacia el norte las montañas se alzaban con majestuosidad, sus picos resplandecían con el cálido sol del atardecer. A medida que se acercaban a Rivermoor, la brisa fresca del río les daba la bienvenida, y el sonido del agua corriendo era casi musical, en medio del eco del tiempo.

Al llegar, se encontraron con un pueblo vibrante, cuyas casas de madera parecían estar en perfecta armonía con la naturaleza que los rodeaba. A pesar de la tranquilizadora escena, Aiden sintió que había un aire de inquietud en el ambiente.

Al entrar en el pueblo, fueron recibidos por la líder, una mujer fuerte y decidida llamada Elira, que encarnaba la esencia de Rivermoor. “Hijos del fuego… hemos oído ruidos. La sombra de Azhara ha llegado a nuestros oídos. ¿Por qué debo confiar en que no hemos llegado tarde?”

Aiden sintió que el peso de la responsabilidad se estaba acumulando de nuevo. “Hemos enfrentado a Azhara y hemos prevalecido. Pero ella ha regresado, y necesitamos unir fuerzas para proteger todo lo que amamos. La vida es una lucha por la luz.”