Hacia bastantes años Fedell vivía en una pequeña casa, en ella vivían sus padres, el y sus cinco hermanos, era duro para la familia salir adelante, pero su padre cazaba animales, consiguiendo pieles y partes de estás criaturas para vender en el pueblo, el pequeño Fedell de seis años también aportaba a la casa, siendo el mayor lo mandaban a ir a trabajar en la granja del Señor del lugar, aún así el pequeño era feliz.
Un día un Fedell llegó temprano a la casa gracias a haber hecho sus labores eficientemente, el espero la llegada de su querido padre, en su lugar apareció un aldeano con un aspecto pálido.
—¡Señora! ¡Señora! — gritaba con apuro el sujeto, Fedell se acercó al notar la urgencia.
—¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde está mi marido?
El tipo callo dejando ver un rostro adolorido ante la noticia que debía dar, el pequeño y la madre lo supieron antes de que pudiera decirlo.
—Su esposo fue devorado por un oso, todo parece indicar que no logro matarlo y este lo.. — se había quedado inmerso en su recuerdo — lo encontramos hace unos momentos, la bestia seguía alimentándose de él.
La mujer rompió en llanto, su primogénito quedó en shock tras la noticia, le era difícil aceptarlo, pensaba que siempre lo tendría a su lado, creía poder aprender más de la caza junto a él, pero todo eso se había esfumado.
Luego de su entierro su madre también fue a la granja a trabajar, pero solo fue por poco tiempo ya que se dio cuenta que esperaba un hijo de su difunto esposo, ahora con más bocas que alimentar Fedell tomo una decisión, el cazaría para traer el suficiente dinero a casa, las cosas mejoraron por un tiempo gracias a las pieles y la ayuda del Señor de la granja que le ayudo presentándole a su mercader de confianza, pasando unos años el mercader le contó como podía ganar más.
—¿Sabes usar bien ese arco no? Conviértete en un aventurero, así podrás cuidar mejor de tu familia — era un consejo peligroso, pero dada la situación era lo mejor.
—Si pongo mi vida en juego ellos vivirán bien ¿verdad? — solo necesitaba la certeza para hacerlo, el mercader asintió.
Tras unos años Fedell se había hecho de cierta reputación, tomando trabajos solo. Su casa que en algún momento era de paja ahora era de madera, la había hecho amplia para todos sus hermanos, ellos también aportaban al hogar inspirados de su hermano mayor.
—Ahora viven mejor — se decía satisfecho, pero entonces recordó a su padre, como su pérdida los afecto enormemente — Debo asegurarme que ellos puedan seguir aún si yo llegara a faltar.
Días pasaron intentando buscar alguna forma de conseguir una gran suma de oro para ellos pero no encontraba la manera, al menos no una legal, hasta que vio a Alastor, a Mirán y a Gerdel, ellos parecían muy divertidos riendo de sus hazañas en sus misiones.
—¡Aún no puedo creer que decapitaras al monstruo! — la voz animada de Mirán atraía la atención del arquero en las calles del pueblo.
—No fue nada del otro mundo, es lo más usual a tener un hacha — declaraba orgulloso Gerdel.
—Pero saben me estoy quedando sin oro — Mirán se bolseaba esperando encontrar alguna pieza de oro olvidada.
—Tal vez debamos cambiar de misiones.. o tal vez debamos buscar mazmorras — pensaba Alastor en voz alta al desenvainar su espada larga — si fuera el caso debería cambiar la clase de espada.
—Si, me gusta supe de hombres lagarto viviendo en lugares así — el hombre del hacha parecía interesado en tener un combate contra ellos.
—Las mazmorras suelen tener grandes tesoros.. — hablaba Mirán, pero recordó un inconveniente — si vamos de parte una misión, el tesoro nos será arrebatado.
—Si es así solo debemos buscar un lugar sin explorar, así ellos no podían reclamar nada — expuso Alastor, la idea pareció agradar a sus compañeros.
—Disculpen, no pude evitar escucharlos y quería saber si necesitan a un arquero con ustedes — Fedell se atrevió a preguntar aún temiendo a ser rechazado, pero le tentó el compañerismo que tenían entre ellos.
—Nos vendría bien, de hecho vamos a juntarnos con una compañera en el salón de los aventureros ¿vienes? — lo invito Alastor sin dudar.
—Esto no estará mal, tengo el presentimiento que nada malo me podrá pasar junto a ellos — se dijo a si mismo contento de tener compañeros a su lado.
Tras un largo rato habían logrado hacer un círculo con antorchas, en el centro se encontraba el arquero, el cual estaba con el torso desnudo, a sus pies tenía una daga, junto con una copa oxidada, fuera del círculo estaban Alastor que montaba guardia a la espera de alguna nueva amenaza, Leilla cuidaba del inconsciente Mirán, Fedell empezó a recitar el juramento, la atmósfera cambiaba el lugar parecía tensó, hasta respirar se volvía una tarea difícil, aún con ese peso Fedell seguía adelante, tomó la daga y haciendo un corte en su mano, la sangre brotó cayendo sobre la copa, las palabras del arquero parecían no llegar a sus compañeros, sino ser tomadas por tétrico el lugar, por Hill's Mortem, Fedell levantó la copa, siendo entonces cuando la sangre cayó al suelo, se dio un tremendo grito, siendo perfectamente audible por todos en la mazmorra, la copa oxidada rodó por el suelo, las antorchas se apagaron, Alastor al estar en la oscuridad corrió hacia las antorchas que se encontraban más al fondo del pasillo, al volver con ella pudo divisar a un par de cuerpos reanimados, estos llevaban armaduras destrozadas y con armas rotas en manos.
—¡Corran! ¡Están aquí! ¡El enemigo está aquí! — soltó un grito a todo pulmón, pero vio que Leilla no podía cargar con Mirán y lo mas preocupante era que Fedell se encontraban agachado sin reaccionar — ¿Como saldremos de esta? No.. todo depende de mí.
Los cuerpos errantes se aproximaban a Alastor, este retrocedió, sabiendo cuan peligrosos eran, el hacha de uno de ellos se dirigió al aventurero, pero logró detenerlo con su espada, aún así el otro enemigo lanzó su ataque con su espada, apenas consiguió frenarlo con la antorcha, aunque casi logra cortarla, una esquelética mano sujeta el brazo que sostenía la espada.