03.
—¿En serio Jo? ¿Riley? —Alan repasa los autos plantados en la zona de partida. De un lado a otro.
—Tranquilo —trato de calmarlo.
—No estoy preocupado por ti, pero es que… —abre los brazos— ¿estás viendo la diferencia?
Es cierto. El auto de Alan no debería tener oportunidad contra el McLaren 600 LT de Riley.
Elise y Andrés observan a un lado y discuten entre risas sobre quién podría ser el ganador de esta competencia tan singular. Elise apuesta por mí, claro está.
—¿Lista? —pregunta Riley abandonando a León que le da una palmada en el hombro a su amigo.
—Muy lista —enmarco.
—Te ves muy confiada.
Paso por su lado—. Lo estoy.
Subo al auto de Alan.
La verdad de la situación es que no estoy segura de que mi plan funcione. Sé que muchas veces en las carreras de manubrio usan algunas “ayudas”, pero el mayor éxito en realidad se trata de la estrategia que se utilice al volante. Mi mayor ventaja es que sé que Riley tiene la total evidencia para creer que tener un excelente auto será suficiente para esta carrera.
Aunque es muy temprano para la apertura de los viernes los amantes de la adrenalina han empezado a llegar ya al lugar, y todos se aglomeran en la zona a presenciar el espectáculo.
Desde el asiento del copiloto vislumbro a Gina plantada en una esquina de brazos cruzados junto a Zaira.
—¡Por la honra! —grita Eliah en medio de los dos autos—. ¿Listo? —le pregunta a Riley quien responde con un movimiento de cabeza—. ¿Lista? —me señala y sonrío dándole un sí rotundo.
Levanta la bandera.
El McLaren avanza a una gran velocidad dejándome atrás en cuestión de segundos. Aunque el trayecto de las carreras es mayormente en vía cerrada existe un pequeño tramo donde avanzamos con pistas abiertas en su totalidad.
Busco avanzar lo más posible sin hacerle daño al auto de Alan. Maquino rápido estrategias diversas que me suben la adrenalina pero las desvanezco en segundos y me limito a conducir en zigzag por unos segundos buscando confundir a mi oponente.
Es difícil conducir en pistas abiertas. Las personas caminan desconociendo que hay desquiciados como yo tratando de ganar una competencia.
Me salto los semáforos aún a unos metros detrás de Riley y esquivo un auto que cruza la luz en verde. Me roza el pick-up haciendo que gire un poco hacia la izquierda.
Mi oportunidad ha llegado.
El monumento que señala el retorno está a unos pocos metros. El McLaren de Riley es el primero en rodearlo. Pero en su afán de observar mi actuación choca la pick-up con uno de los árboles del centro.
Lo sabía.
Aprovecho la distracción y acelero a más no poder.
Mientras Riley trata de recuperar el camino rodeo los árboles cerrándole el paso a la salida.
Las llantas rechinan, pero mi curva es perfecta y no le quita mucho impulso al acelerador.
Riley me sigue a un metro. No es mucha la ventaja que logro, pero la suerte juega a mi favor. Los semáforos están en verde y no hay gente en la acera. Giro el volante justo cuando el semáforo da el rojo y los autos delante de mí se detienen. Tomo de carril un pedazo de pista y la mitad de la acera. No miro el retrovisor, pero sé que he dejado a Riley con desventaja al menos por unos segundos.
Le doy un giro al auto auto de Alan y veo el McLaren una última vez antes de salir disparada llevando el acelerador a su máximo nivel.
Alan me recibe sorprendido con una sonrisa enorme en la cara. La gente se aglomera y todos gritan reacciones que no logro descifrar con claridad.
—¡Eso estuvo increíble! —Eliah me recibe.
Riley aparca en la meta apenas un segundo más tarde.
—No puedo creer que hayas podido hacer eso con mi auto —comenta Alan.
—Se necesita más que un auto para eso —. Riley sale de su vehículo con una sonrisa marcada— No parece ser tu primera vez, ¿eh?
—Pudiste haber perdido mucho dinero por tu ignorancia —se burla Eliah.
—Su honra vale más ¿no? —me burlo también.
Le doy las llaves de su auto a Alan.
—Haz que Eliah lo revise antes de volver a correr con él —giro y voy hacia mi motocicleta.
En las carreras de manubrio participo durante la segunda ronda con victoria asegurada. Hay dos tipos nuevos hoy pero ninguno parece ser el que necesito, y tenía la esperanza de que el hombre del Lamborghini de la semana pasada apareciera hoy.
—Así que si sabías tomar un volante —la presencia de Riley a mi lado me hace sonreír por un instante.
—¿Te queda algo de dignidad para una conversación?
Lo observo de reojo y sonríe.
—¿Dónde aprendiste?
No respondo.
Camino hacia la marca de salida para la competencia final. Para mi sorpresa Gina no es una de las finalistas, pero sí una rubia que le ganó hace unas semanas quien no deja de observarme con una sonrisa burlesca.
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Editado: 21.10.2024