05.
Es jueves.
Han pasado ya varias semanas desde el asesinato en el Moore.
Aunque la policía parecía ligeramente interesada en el caso, poco a poco el tema ha sido retirado de los medios y el incidente empieza a ser olvidado. Los comentarios en las calles han cesado y el mundo vuelve a ignorar todo lo que se desarrolla detrás de las carreras ilegales en la ciudad.
Creí erróneamente que Jon posibilitaría mi acercamiento al centro de toda esta pirámide pero la verdad es que no volví a verlo después de la fiesta. Sabía que era una posibilidad, quizá una de las pocas que me aseguraban un hilo del cual tensar hacia lo que estoy buscando.
Escucho el pitido de un auto y dos segundos después la pantalla de mi móvil se enciende.
No es necesario revisarlo. Me asomo por la ventana y veo el McLaren de Riley estacionado frente a mi edificio. Descuelgo una chaqueta del perchero y salgo de casa.
Al bajar las escaleras encuentro a Laura cerrando algunas ventanas. Ella es la administradora y dueña del edificio. Vive en un departamento del primer piso junto a su esposo y dos niños que he visto en algunas ocasiones.
—Hola Jo —me sonríe.
—¿Cómo estás Laura?
—Muy bien —me mira y ojea hacia la puerta— ¿saldrás?
—Sí.
—Adelante —me sonríe de vuelta.
Atravieso la puerta. Riley está de pie recostado en su auto.
Me percato de dos chicas que caminan en la acera opuesta a él conversando sin dejar de observarlo. Sonrío un poco. Riley no es un hombre que pase desapercibido. Mide cerca de metro noventa y el que no necesite mi ayuda en el gimnasio es totalmente cierto. Sin embargo, tengo la leve impresión que su forma de vestir es lo que lo hace más atractivo ante mis ojos.
Camino con nerviosismo y los brazos enlazados.
—Hola —me saluda con una sonrisa.
—Te ves muy bien —le sonrío con algo de sarcasmo.
—Tú te ves hermosa —me hala suavemente hacia él. Se toma el tiempo para observarme pasando sus dedos por mi cabello y luego de unos segundos pega sus labios con los míos.
Se siente bien volver a tener este tipo de sensación por unos instantes. Es como si en medio de tanto caos todo lo demás se restara en importancia.
—Debemos irnos —comento en medio del beso.
Mueve la cabeza en negativa.
Sonrío y recuerdo a Laura.
—Mi administradora nos está mirando —miro de reojo hacia la puerta de mi edificio. Efectivamente, Laura sigue de pie junto a la entrada.
—No me importa —sonríe y vuelve a besarme.
Le correspondo por unos segundos más y finalmente logro apartarlo.
—Está bien —se rinde haciendo un pequeño puchero.
Acaricio sus mejillas y le doy un último beso. Me arrastro por la puerta del copiloto mientras él toma el puesto del conductor y enciende el vehículo para echarlo a andar.
El Vaux Club es un club nocturno bastante conocido en Londres, y el favorito de Elise por la música electrónica. Aunque es algo sofisticado está dividido en niveles que importan eventualmente si no mueves algunas conversaciones que posiblemente en el ‘edificio’ sepan manejar a la perfección.
El viaje no tarda mucho Llegamos al lugar y nuestros amigos se encuentran ya esperándonos: Eliah, Andrés y Alan.
Salimos del auto y saludamos a todos.
—¿Dónde está Moisés? —pregunta Riley.
Andrés mira su reloj y se encoge de hombros—. Debería estar aquí, supongo que fue por Amanda.
—Es insistente —se burla Eliah— no se rinde.
—No debería —Riley me guiña el ojo mientras da un toque en mi espalda.
Amanda es una chica de unos veintisiete años. Participaba en un grupo de corredores cuando se conoció con Moisés. Ella corre en manubrio, aunque no frecuenta mucho el Moore. Salió un par de veces con Moisés, pero por alguna razón dejaron de comunicarse.
Los minutos pasan, los chicos charlan pero Elise no aparece. Moisés llega sin Amanda con la explicación de que ni siquiera pudo encontrarla, el resto se ríe pero lo alientan a que no desista, en especial Riley.
El teléfono de Andrés vibra en su mano, pero cuando vuelve la vista hacia él su rostro se desencaja por completo.
—¿Qué sucedió? —pregunta Alan intranquilo.
—Es una amiga de Elise —baja el móvil con rabia en sus palabras—. Parece que su padre llegó antes y la tiene castigada.
Andrés se toma de la cabeza y Eliah nos mira preocupado.
—Estoy harto de ese tipo —vuelve a decir enojado.
—¿Qué le pasa a su padre? —comenta Alan— no es posible que ni siquiera hoy la deje estar tranquila.
Miro la hora en mi móvil. Son cerca de las 11 de la noche.
—Iré a verla —dice Andrés.
—Hermano espera —lo detiene Moisés— ¿cómo piensas encontrarte con ella?
—No lo sé —refunfuña— pero no me voy a quedar aquí sin hacer nada. ¡Es su cumpleaños maldita sea! —golpea el capote de su auto con el puño.
Codeo a Riley y automáticamente sabe el por qué. Andrés es una persona pacífica, pero por los comentarios de Elise sabemos que su padre es un verdadero imbécil. Dudo que Andrés pueda mantener la cordura en caso de que se necesite.
—Te acompañaremos —dice finalmente Riley.
Los chicos nos miran y asienten apoyando la idea.
Todos toman sus autos y conducimos hacia la misma dirección.
Pocos minutos después, en una fila, estacionamos en la parte posterior de Hampstead Heath. Riley estaciona último y todos nos reunimos en la frontera de una enorme casa. A dos propiedades de la de Elise.
Andrés vuelve a marcarle.
—Está apagado.
—Es peligroso llevar los autos, mejor vayamos caminando —sugiere Eliah.
—Escúchenme primero —tomo el control de la conversación y todos se giran hacia mí—. No está permitido salirse de control Andrés. Vamos a hacer todo de forma sigilosa. Sabes a la perfección las razones por las que Elise sigue en esa casa. No te perdonará el que eches a perder todo.
Me mira con convicción y respira hondo.
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Editado: 21.10.2024