Hilo de venganza

Capítulo 07

07.

El despertador del móvil es como un taladro en mi cabeza.

Riley se mueve aún dormido a mi lado. Salgo de la cama lo más silenciosamente posible. Me visto en el baño y cierro la puerta principal cuidadosamente al salir.

El taxi me deja en la entrada del gimnasio. El lugar está abierto y los clientes han iniciado sus rutinas diarias. Estiro mi cuerpo lo más humanamente posible mientras avanzo al segundo piso del lugar.

—Hola dormilona —dice Emily.

—Siento llegar tarde —me disculpo. Han pasado 10 minutos de la hora de mi ingreso.

—No te preocupes —sonríe—. Tienes una cliente esperando, los otros dos aún no han llegado.

Agradezco y empiezo mi día.

Si hace unos años me hubiesen dicho que acabaría regresando al lugar de donde mamá huyó hubiera creído que sonaba a algo incrédulo. Tal vez los años hayan aminorado el peso que cargo sobre mis hombros, pero definitivamente no ha desaparecido por completo.

Hace años hubiera creído que la vida era sólo un viaje en el cual las situaciones no se pueden evaluar, sólo suceden. Eso aprendí con Miranda y Joe. Sin embargo, fue la misma vida quien se encargó de mostrarme que no todo tenía un concepto razonable de ser, que había algo más allá de sucesos y momentos que no podía manejar.

—Sube un poco más —le indico a Corina, mi tercera clienta del día— sólo diez más y sería todo.

La mujer obedece de forma lenta. Su cansancio es notorio.

Aprovecho que su rutina está por finalizar para ordenar las mancuernas en su sitio. Corina culmina y se marcha a las duchas mientras empiezo a ordenar lo que resta. Descargo las poleas de la dorsalera cuando veo el reflejo de Riley en el amplio espejo frente a mí.

Le sonrío a su figura y continúo ordenando. Sólo unos segundos después siento sus brazos enlazar mi cintura.

—¿Qué haces aquí? —pregunta casi riendo mientras coloca su rostro entre mi cabello— ¿Por qué te fuiste sin despedir?

—Claro que me despedí —le aclaro a su reflejo.

—Sabes a lo que me refiero.

Me giro y observo sus ojos azules.

Uso mis manos para analizar los rasgos tenues de su rostro. Me parece tan bello y perfecto.

Acerca sus labios a los míos y puedo sentir la frescura de su reciente ducha. Sonríe perfectamente antes de sellar nuestros labios con el beso tardío.

—Espera… —me separo un segundo.

Niega con la cabeza y me estrecha contra él. Nuestras sonrisas chocan mientras me abraza con mis manos sobre su pecho.

—Señorita Jo…

Me aparto suavemente.

Corina aparece vestida y con su bolso sobre el hombro. Riley le sonríe y la mujer se sonroja al instante.

—Lo siento —tartamudea un poco— sólo viene a despedirme —sonríe nerviosa.

—Está bien —trato de quitar las manos de Riley de mi cintura— y ya te dije que puedes llamarme Jo.

—Lo siento —no deja de sonreír— la veo mañana. Hasta luego.

—Está bien —asiento.

—Hasta luego —dice Riley levantando una mano—, y lo lamento —nos señala a ambos— es que a veces esta señorita no se puede controlar.

Corina vuelve a sonrojarse y se marcha apresuradamente.

Le codeo.

—Ouch —me suelta— eso me dolió.

—La pones nerviosa —contesto.

Se encoge de hombros y vuelve a tomarme por la cintura.

—¿Salimos hoy? —pregunta.

—Sabes que tengo doble turno.

Hace un puchero bastante gracioso.

—No sé por qué debes trabajar si con lo que ganas en las carreras es suficiente.

Ignoro esa pregunta y me cruzo de brazos.

—Bien, bien, no pregunto —se rinde—. Entonces almorcemos juntos, yo invito.

Repaso sus rasgos con detenimiento.

—Está bien.

***

Mi respiración es agitada. Siento cómo mis dedos empiezan a temblar. Hay un charco de sangre inmenso, y en el centro de él, mi madre y mi pequeña hermana.

Mi alrededor se descompone, siento los ojos pesados y las piernas intenta traicionarme al momento en que el hombre alto me sostiene por la espalda.

—¡Mamáaaaaa! —grito tratando de safarme—. ¡Ollyyyyyyy! —rompo a llorar tratando de llegar con ellas— ¡Mamá! ¡Despierta mamá! —sigo gritando.

—¡Drew! —llama el hombre— llévate a la niña —le ordena.

El hombre delgado me carga mientras pataleo y me sube a una camioneta.

Mis lágrimas empañan el cristal mientras golpeo fuerte la ventana del vehículo de policías. Veo en cámara lenta como una ambulancia llega y a los minutos varias personas salen con dos cuerpos envueltos en bolsas de color gris…




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