Hilo Rojo

12

Caleb

Mierda. Mierda. Mierda.

Toco el timbre de la casa trasera de los Church una y otra vez porque necesito hablar con Kathleen, necesito explicarle que lo que vio no es lo que ella piensa.

Jamás le haría eso porque la quiero demasiado como para siquiera intentarlo.

Incluso aunque ya hayamos terminado.

La puerta se abre dejándome ver a una  Christina que se debate entre el enojo y la decepción, su rostro está rojo lo que me indica que si no me cuido, podría golpearme en cualquier segundo.

  —Deberías irte, Caleb, no creo que mi hermana...

  —Necesito hablar con ella, necesito que sepa que lo que vió...

  —¿...no fue real?—Kathleen aparece detrás de su hermana. No parece molesta, de hecho, tiene esa expresión en el rostro que dice que está a punto de hacer un descubrimiento—. Tranquilo, lo sé.

  —¿Lo sabes?—Christina la mira interrogante.

  —Si, pero necesito comprobar algo, aunque será mejor que lo hagamos adentro—las hermanas Church me dejan entrar y los tres nos sentamos en los sillones de la sala de estar. Kathleen suspira antes de mirarme—. Caleb, dame tu móvil.

  —¿Mi móvil?

  —Si, creo que tengo algo nuevo que nos ayudará a los dos—le tiendo el aparato con un poco de duda, pero se esfuma cuando ella sonríe—, sabía que tenía razón.

  —Si mamá te escucha, te hará poner un dólar en el frasco del egocentrismo.

La sonrisa de Kathleen se ensancha.

  —No estoy siendo egocéntrica, estoy diciendo que hallé una conexión tal y como creí que sería—nos muestra los mensajes en mi móvil y luego saca el suyo para mostrarnos lo mismo.

  —¿Qué?—Christina frunce el ceño confundida—. Es el mismo número, eso ya lo sabíamos.

  —¿Por qué estabas con Sarah?—dice mirándome sin reproche, como si ya supiera la respuesta.

  —Iba a comprar algo de comer y ella se acercó a hablar sobre cosas de una clase que no compartimos, creí que se estaba equivocando de persona, y se lo dije.

  —Pero no se fue, ¿verdad?

  —No, ella empezó a divagar sobre algo que no entendí hasta que un mensaje llegó a su celular y entonces ella...—todo comienza a encajar en mi cabeza y Kathleen sonríe satisfecha porque lo sabe—, esa maldita.

  —Sigo sin comprender—Christina alterna su mirada entre su hermana y yo.

  —Quien sea que está mandando los mensajes se ha unido a Sarah, todo eso—Kathleen señala una caja cerca de la puerta que ni siquiera noté al entrar—, era una estrategia para que viera lo que vi y me alejara definitivamente de Caleb.

  —¿Pero por qué Sarah estaría de acuerdo con eso?

  —Sarah quiere lo que sea que me haga sufrir, piensa que lo de Devon es culpa mía, así que va a encargarse de que me arrepienta.

  —Solo que Devon no está muerto—dice Christina con obviedad—, y no fuiste tú quien cortó los frenos.

  —Ya, pero ella no lo ve así.

  —¿Qué hay de la otra persona?, ¿cuál es su interés en esto?

  —Piensalo un segundo, esa persona lastimó a Mackenzie porque te protegió y luego hizo que todos pensaran que fue tu culpa para que te detuvieran, luego tu padre dijo algo estúpido que hizo que lo sacaras de tu vida—la miro confundido y ella se muerde el labio inferior con algo de nerviosismo—, ¿Y si el plan es dejarte completamente solo?

  —¿Qué?, eso no...

  —Analizalo, Caleb. Ya te quitó a Mackenzie, a tu padre y piensa que a mí también con lo que ha pasado.

Suena demasiado descabellado, pero también tengo que admitir que Kathleen tiene razón la mayoría del tiempo y podría no equivocarse esta vez.

  —¿Y qué hacemos ahora?

  —Si estamos en lo correcto estamos en ventaja, tenemos que hacerles creer que lograron lo que querían que es, en esencia, separarnos.

  —Pero ustedes ya estaban separados, ¿no?—Kathleen le dirige una mala mirada a su hermana y Christina levanta las manos en señal de inocencia—. Vale, los dejaré solos, tengo que ir a guardar los expedientes antes de que mamá y papá regresen.

  —¿Expedientes? ¿Qué expedientes?

Christina sale de la habitación y Kathleen se remueve incómoda en su lugar.

  —Es mejor que no sepas, por todo eso de la negación plausible. Si las cosas salen mal y alguien te pregunta, no estarías mintiendo si dices que no tienes idea.

  —Entonces estás alejándome de todo lo de Devon, ¿no?—ella no responde, solo agacha la cabeza como si eso pudiera hacerla desparecer—. Kathleen, no hemos hablado desde que nosotros...—soy un jodido cobarde porque ni siquiera puedo decirlo en voz alta—... lo que realmente quiero decir es que me equivoqué, la verdad es que no puedo estar sin...

  —No, Caleb—me interrumpe rápidamente, temiendo que termine la frase—. No lo digas, porque si lo haces me tendrás de vuelta y eso no nos sirve ahora mismo.

  —Kathleen...

El sonido de un auto deteniéndose en la casa de los Church nos pone alerta.

  —¿Christina?—dice Kathleen en voz un poco más alta de lo usual para que su hermana pueda escucharla.

  —Necesito tiempo—responde la otra desde algún lugar en la planta superior.

  —Sígueme la corriente, Caleb, y ve directamente con Sarah cuando salgas de aquí.

La señora Church entra justo después de eso y se detiene a ver a su hija con preocupación. Cuando sus ojos caen sobre mí pienso que si las miradas mataran, probablemente yo ya estaría enterrado.

Es entonces cuando decido ver a Kathleen. Su rostro está lleno de lágrimas y sus ojos están tan rojos que parece que ha estado llorando por horas.

¿Qué demonios? ¿Desde cuándo Kathleen es así de buena actriz?

  —Caleb, creo que debes irte.

  —Señora Church, yo le juro que...

  —No me importa lo que tengas que decir, Caleb, lo único que sé es que mi hija está llorando por culpa tuya, así que si no sales en este instante, te vas a arrepentir.



#2166 en Novela romántica
#695 en Chick lit

En el texto hay: misterio, accion, amor

Editado: 11.02.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.