Hilo Rojo

13

Kathleen

Mi cabeza va a estallar, puedo sentir como si palpitara al ritmo de mi corazón. Llevo varias horas tratando de comprender todos los detalles de la información que tengo y ahora mismo no he avanzado demasiado.

No es que esperara hacerlo de todas formas.

Sé que probablemente podría hacer todo esto más rápido si dejara que Lyle y Christina me ayudaran, pero han tenido tan poco tiempo para ellos mismos que preferí decirles que salieran a hacer algo juntos, después de todo, es el último año de mi hermana antes de la universidad y no quiero que sus recuerdos juntos incluyan revisar fotografías de Sarah.

Así que aquí estoy, es sábado en la noche y en vez de estar haciendo algo divertido afuera como las personas normales, estoy en mi habitación con un montón de papeles esparcidos por el suelo, una caja con pizza fría y un dolor de cabeza que no me dejará pensar claramente a menos que me tome una aspirina.

Suspiro aliviada cuando escucho el timbre porque es una excusa perfecta para dejar todo esto de lado un momento y distraerme, aunque solo sea durante un minuto.

Pero cuando abro la puerta el alivio desaparece igual de rápido que mi dolor de cabeza.

  —Hola, Kath—Caleb mete las manos a los bolsillos de su pantalón tratando de parecer desinteresado—, ¿puedo pasar?

Parpadeo repetidamente aturdida por verlo parado en mi puerta, mis pensamientos se vuelven un torbellino y me toma unos segundos detenerlos hasta que logro reaccionar y me obligo a mí misma a hablar.

  —Christina no está.

  —Si, ya sé, Lyle me dijo que saldrían hoy.

  —Entonces—me hago a un lado para dejarlo pasar aunque no sé si es una buena idea—, ¿qué haces aquí?

Él se queda parado en el recibidor, paralizado sin saber bien qué hacer mientras la puerta se cierra detrás de mí.

  —Necesitaba discutir esto con alguien y mi madre no parecía la mejor opción.

  —Caleb...

  —Daxton me hizo una oferta buena—sonríe abiertamente mostrando sus dientes—. Es mejor que buena, de hecho.

  —¿Oferta?

  —Las peleas, Daxton las hará legales y quiere hacerme socio del negocio.

  —Vaya—ladeo la cabeza ligeramente—, suena... interesante.

  —Crees que es una mala idea—asegura con una mueca en el rostro.

  —No, Caleb, no es eso, es solo que...—desvío la mirada unos segundos—... no estoy muy segura de que seguir peleando sea bueno para ti.

  —Es lo que sé hacer y no salió mal la última vez, Kathleen, logré ganar esa pelea.

  —Si, pero por poco no lo haces.

  —¿Entonces es eso?—su mandíbula se tensa dejándome ver que se ha molestado—, ¿no confías en que pueda ganar contra cualquiera que me pongan enfrente?

  —Sé que lo harías, pero de lo que no estoy segura es a qué costo—me cruzo de brazos—. La última vez quedaste muy lastimado, aún tienes moretones que no han logrado sanar del todo—su mirada se suaviza—. Caleb, no te digo que no aceptes la propuesta, solo que si lo haces, tienes que asegurarte de ser el mejor—sonrío—, y de que no golpeen tu rostro demasiado, te hace menos atractivo.

  —Yo creo que me hace ver interesante—dice siguiéndome el juego.

  —Te hace ver como un idiota—por alguna razón me siento más relajada después de verlo sonreír—. ¿quieres café?

  —Una taza siempre viene bien.

En la cocina todo está más o menos ordenado, aunque en el fregadero hay un par de moldes para hornear en los que aún hay algo del bizcocho quemado que Christina trató de preparar en la mañana.

Lo que me preocupa es que esta vez siguió la receta al pie de la letra—estoy segura porque yo la vi hacerlo—, y aún así no logró que quedara bien.

  —El último experimento de Christina, supongo.

  —Se suponía que haría un pastel de chocolate—me encojo de hombros—, al menos no ha activado la alarma de incendios esta vez.

Compadezco a Lyle si es que algún día llegan a casarse.

Una vez que termino de servir el café, me doy vuelta solo para descubrir a Caleb recargado en el marco de la puerta. Es obvio que aún tiene cosas que decir, así que enarco una ceja en su dirección mientras me acerco con ambas tazas en las manos.

  —Hay algo más sobre lo que quiero hablar.

  —Lo supuse por la expresión que hay en tu rostro.

  —Después de ver a Daxton, Trevor fue a buscarme a mi casa, hablamos un poco sobre George y luego me dio esto.

Caleb saca un sobre blanco de su bolsillo y me lo tiende al mismo tiempo en el que toma la taza que le ofrezco.

No me hace falta inspeccionarla demasiado para saber lo que es, hay una igual en el despacho de mis padres.

  —Es una de las invitaciones a la boda de tu padre.

  —Quiere que vaya, pero la verdad, no estoy muy seguro de querer hacerlo.

  —¿Y quieres una razón para no hacerlo o estás buscando a alguien que te diga la verdad?

Lo considera un momento.

  —Creo que estoy listo para la verdad.

  —Bien, pues aquí está. A nadie le alegra que tu padre vaya a casarse de nuevo después de lo que pasó con tu madre, pero todos coincidimos en que es elección suya y no podemos hacer más que respetarla.

  —Pero no se siente correcto.

  —Eso no significa que no lo sea.

  —Es que no entiendo cómo podría serlo.

Dejo mi taza en la isla de la cocina y me recargo ahí mismo tratando de encontrar las palabras apropiadas en mi cabeza.

  —Caleb—comienzo con precaución—, ¿alguna vez le has preguntado a tu madre cómo se siente con todo esto?

  —Mal, eso es obvio.

  —No, Cal, eso es lo que tú crees porque es como tú te sientes, pero ella habló con mi madre al respecto y le dijo que le daba igual lo que tu padre hiciera con su vida. Ella ya lo superó y entiende que él quiera casarse nuevamente. Sé que no es lo mismo para ti, pero si ella pudo seguir adelante, ¿por qué tú no?



#2167 en Novela romántica
#695 en Chick lit

En el texto hay: misterio, accion, amor

Editado: 11.02.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.