Kathleen
Despertar fue extraño, como si alguien golpeara tu cabeza con una botella y los vidrios fragmentados fueran tus recuerdos, todos esparcidos sin sentido sobre el suelo.
Si, fue demasiado raro, sobretodo para mí sí tomamos en cuenta que no pensaba volver a abrir los ojos jamás.
Hay cierto desconcierto en mí porque no sé cómo llegué al hospital. Es sorprendente como esto sigue pasándome sin que pueda hacer algo para evitarlo.
Hace dos horas que los oficiales se marcharon después de tomar mi declaración. Hace dos horas que no he podido volver a dormir porque todo lo que hago es verlo.
La cama de Caleb está a un metro de la mía.
¿A quién se le ocurrió la idea?¿A mamá? No, mamá jamás permitiría que compartiera habitación con alguien más que no sea familia directa.
Seguramente fue a Christina, y si ese es el caso, le agradeceré en cuanto pueda verla.
Caleb está inconsciente, puedo ver que está respirando, pero las sábanas están enredadas a su alrededor y eso me deja observar con detenimiento sus vendajes.
¿Trevor también tenía un cuchillo con él?¿Lo cortó lo suficientemente profundo para que tuvieran que hacerle una cirugía?
No quiero saber las respuestas a esas preguntas, no quiero ser consciente del daño que le hizo ese psicópata.
Un golpe en la puerta hace que me ponga alerta.
¿Qué pasa si es Sarah... o Trevor?
Mi mirada recorre toda la habitación en busca de algo filoso que pueda ayudarme a defendernos, pero no hay nada. Ni unas tijeras o un bisturí, absolutamente nada.
La puerta se abre y entonces me permito relajarme.
Kenzie está en una silla de ruedas morada, ni siquiera me mira cuando entra en la habitación, toda su atención está centrada en Caleb.
—Idiota, ¿de qué sirve recibir una puñalada por ti si vas a dejar que te disparen de todos modos?
—¿Le dispararon?
Kenzie se sobresalta en su silla y es cuando por fin me nota.
—Lo lamento, no sabía que ustedes compartían habitación—me da una sonrisa culpable—, tampoco sabía que no te habían contado sobre le que pasó.
—¿Trevor le disparó?
—En la pierna y en el brazo, justo ahí, ¿ves?
Así que para eso son los vendajes.
—Él estará bien, ¿verdad?
—Bueno, lograron sacarle las balas y ninguna hizo gran daño, así que con la recuperación adecuada todo estará bien.
—Pero va a poder pelear, ¿no?—sé que Kenzie save sobre eso porque era realmente cercana a Caleb en Chicago, y juzgando por la forma en la que su rostro se transforma en una mueca, no estoy para nada equivocada—, ¿Mackenzie?
—Preguntaré a los doctores en cuanto tenga oportunidad, solo me aseguraré de que su madre no escuche nada—se encoge de hombros—, supongo que es algo que Caleb prefiere confesar por sí mismo.
—Yo no apostaría por ello.
Caleb tiene los ojos abiertos y eso hace que mi corazón de un vuelco. Trato de hacer las sábanas a un lado torpemente, quiero abrazarlo y asegurarme de que todo está en orden con él, pero Kenzie me detiene.
—No, Kathleen, si algo se desconecta la alarma comenzará a sonar y descubrirán que estoy aquí.
—¿Te colaste en la habitación?—pregunto totalmente sorprendida.
—Una enfermera me ayudó—mira a Caleb divertida—, la silla de ruedas es muy útil para manipular a las personas.
—Claro que si—Caleb se ríe por lo bajo—, eres la única que le encontraría una ventaja a la situación.
—Tengo que aprovecharla al máximo antes de abandonarla.
—¿Tú...?
—Resulta que voy a poder caminar después de todo—la cara de Caleb se ilumina y lo único que puedo pensar es que pagaría un millón de dólares para que se mantuviera con esa luz para siempre—, los doctores hicieron más estudios y se dieron cuenta de que interpretaron mal los primeros, así que fue solo una falsa alarma. Claro que necesito terapia física, pero esperan que para dentro de unos seis meses todo haya pasado.
—¿Y Rachel?
Las mejillas de Mackenzie se vuelven rojas y su atención se desvía a la ventana como si el marco blanco del vidrio se hubiera vuelto lo más interesante del mundo.
—Está bien.
—¿Y hablaron?
—Si, y decidimos que nos daremos otra oportunidad, la última—puedo ver el temor en sus ojos, el miedo de que las cosas no funcionen como ella espera que suceda—. Me contó sobre lo que hablaron, fue totalmente innecesario que le dijeras todo eso y...
—De nada—Caleb levanta las cejas de forma presumida y Mackenzie rueda los ojos con fastidio fingido.
—No puedo creer que una chica tan bonita y lista como Kathleen realmente quiera salir contigo—me mira con la nariz arrugada—, ¿estás segura de que estás con el tipo correcto?
—Bastante—miro a Caleb de reojo con una media sonrisa—, pero aún puedo cambiar de opinión, así que quién sabe.
—No hagan que me arrepienta de haberlas presentado, por favor—Kenzie y yo nos reímos un poco—. ¿Qué fue lo que te hizo, Kathleen? podía escucharte y yo... traté de soltarme, es solo que...
Mis ojos se centran en sus muñecas que también están vendadas. No hace falta pensar mucho para entender lo que le sucedió.
Trató de soltarse con todas sus fuerzas y las cuerdas cortaron su piel en el proceso.
—Cortó mis brazos y mis piernas, creo que me desmayé del dolor o algo así—su mandíbula se tensa—, pero todo está bien ahora—le sonrío—, ¿ves?
—Tuve que haberte sacado de ahí.
—Lo intentaste, pero no había mucho que pudieras hacer, Cal, estabas atado a una silla.
—Tuve que haber intentado con más fuerza.
—Caleb...
Una enfermera entra en la habitación interrumpiendo la conversación y se queda mirando a Kenzie, quien había permanecido apartada de la discusión.