Hilo Rojo

17

Caleb

No me sorprende que haya tanta gente en la fiesta, lo que me sorprende es que la mayoría sean del equipo de fútbol.

¿Cómo es que jamás me enteré que Lyle formaba parte del equipo?

Realmente debo prestar más atención a lo que pasa en mi alrededor porque supongo que debió ser algo obvio.

Mientras pienso en eso, alguien toca mi hombro y al darme vuelta me encuentro con un muy sonriente Daxton. Sus lentes están algo torcidos como de costumbre, pero parece ni siquiera percibirlo. Me impresiona que si lo comparo con todos los asistentes a la fiesta no parece fuera de lugar.

Tengo que preguntarle qué demonios toma para no envejecer jamás.

  —¿Cómo está mi competidor favorito?—Daxton me da una palmada en el hombro que hace que me desestabilice un poco—. Vaya, lo lamento.

  —Está bien, pronto podré dejarlas.

  —¿Y podrás volver?, ¿Aceptarás la propuesta?

Mis ojos se desvían hacia donde está Kathleen, quien nos mira de reojo fingiendo que no está interesada en absoluto.

  —Los doctores dijeron que podré hacerlo y hablé con mi madre, no está muy contenta con el asunto, pero dice que si pueden asegurarme lo de la universidad...

  —Que cuente con ello.

  —Entonces, supongo que es un sí—Daxton sonríe satisfecho y saca de su bolsillo los papeles y un boligrafo—, ¿lo llevas a todas partes?

  —No—se ríe—, pero piénsalo un segundo, ¿realmente crees que sabía que estarías aquí o que aceptarías?—señala discretamente hacia donde está Kathleen—, me invitó a venir. Esa chica realmente es una en un millón y se preocupa por mí.

  —Ya, pero creo que lo arruiné.

  —Le importas mucho, Caleb, o no se habría tomado la molestía de rogarme para que viniera.

Asiento firmando los papeles mientras pienso en sus palabras respecto a todo este asunto, Daxton comienza a alejarse con los papeles, pero digo su nombre para detenerlo.

  —¿Realmente te rogó para que vinieras?

  —Claro que no—sonríe—, es muy persuasiva, además, ¿por qué le diría que no a una fiesta con comida y bebida gratis?

Si, creo que tiene un punto.

Busco a Kathleen con la mirada, quiero agradecerle que hayas hecho esto por mí incluso con todo lo que hice, pero ya no está donde la había visto hace unos minutos.

Mi cabeza gira en todas direcciones hasta que encuentro a Christina y ella me señala la puerta discretamente con la cabeza para que Lyle no lo note.

Asiento y me muevo lo más rápido que las muletas me dejan.

Kathleen está sentada en el banco de piedra justo a un lado de la casa trasera. Recuerdo que cuando éramos pequeños y ella estaba muy enojada por algo se sentaba en ese lugar.

Christina solía pedirme que la dejara hablar con ella y entonces yo fingía hacer otra cosa cerca de la casa principal mientras las veía hablar tranquilas, tratando de resolver el gran problema.

Desde que supe que Trevor es mi hermano me pregunto si las cosas hubieran sido distintas de habernos conocido, ¿habríamos podido ser tan unidos como lo son ellas?

Supongo que nunca lo sabré.

  —No soy Christina, pero ¿puedo sentarme?

  —Solo si realmente tienes que, pero es muy molesto—rueda los ojos con fastidio fingido y eso me alivia.

Que Kathleen este bromeando siempre es una buena señal.

  —Acabo de ver a Daxton.

  —¿Ah, si?

  —Si, acabo de firmar el trato.

  —Quizá debiste dejar que mis padres lo leyeran antes de firmarlo.

  —Si, pero confío en Daxton—me encojo de hombros—. Además, me comentó que no era casualidad que viniera aquí a verme, dijo que alguien le llamó.

  —Christina es tan buena persona.

  —Sé que fuiste tú, Kath, y quiero darte las gracias.

  —No tienes que hacerlo, sé que lo hubieras aceptado de todas maneras, solo me aseguré de acelerar el proceso.

Sus ojos se pierden en el cielo y en la luz que el atardecer da cuando está apunto de desaparecer.

  —¿Vas a contarme qué te sucede?

  —No es nada.

  —Kathleen...

Ella suspira derrotada.

  —Desde que Sarah...—las palabras se atascan en su garganta, como si le doliera pronunciarlas en voz alta—, desde ese día, hay algo dentro de mí que está mal. Es como si sintiera que ya no puedo ser yo.

  —¿De qué hablas?

  —No puedo concentrarme en clase y cada que estoy sola siento que tengo que mirar constantemente detrás de mí—su rostro se transforma, el pánico se apodera de ella y eso hace que me ponga alerta y me acomode mejor en el asiento—. Pero cuando estoy con gente, es como si fueran todos parte de una película en la que no tengo ningún papel. La doctora Gabriellson dice que es normal después de lo que me pasó, pero estoy asustada—sus ojos se encuentran con los míos—. ¿Qué pasa si esta sensación no se va nunca?, ¿y si ya no puedo volver a estar bien?

Tomo las manos de Kathleen entre las mías y me aseguro de mirarla directo a los ojos antes de comenzar a hablar.

  —Lo que sucedió fue horrible y lo que Sarah te hizo... lo que nos hicieron no es algo que se pueda superar tan fácil, pero te conozco y sé que eres una persona fuerte. Todo va a pasar, y un día te vas a levantar y te darás cuenta de que lo superaste—las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas—. Si te das por vencida, entonces dejas que Sarah gane y eso no es justo. Kathleen, sigues siendo tú, sigues siendo la chica inteligente, capaz y hermosa que siempre has sido.

  —Es que ni siquiera puedo vestirme como yo misma—se mira un segundo—. Me aterra que la gente vea mis cicatrices, ¿qué hago si me preguntan sobre lo que sucedió?

  —Que pregunten lo que quieran, Kath, tú no eres la culpable, no pediste nada de lo que pasó—libero una de mis manos para poder limpiar su rostro—. No tienes nada de qué avergonzarte, no hiciste nada malo—me pongo de pie con cuidado y la jalo un poco para que haga lo mismo, luego tomo mis muletas—. Ven, acompáñame.



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En el texto hay: misterio, accion, amor

Editado: 11.02.2020

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