Capitulo cinco
Jonathan
El sol de verano quema levemente mi cuerpo mientras sigo soltando golpes al saco de boxeo que cuelga frente mío. Jordán insistió en quiere entrenar fuera del gimnasio de casa, expresó que quería y necesitaba aire fresco mientras descargaba algo de estrés al entrenar.
Fue toda una osadía el poder situar el pesado saca fuera de su lugar habitual, pero lo logramos. Desde que jordán y yo comenzamos con las clases de boxeo nuestros padres no se cedieron la parte baja de nuestra casa para nuestro gimnasio personal. En el contamos con todo lo necesario para entrenar no solo boxeo, podemos realizar cualquier ejercicio que queramos en el acogedor espacio, Pero a mi querido hermano hoy le dio por sentir la brisa de verano.
La figura de Marta entran en mi campo de visión y la veo sonreír mientras se acerca con un mediana bandeja situada en sus manos, en la cual hay un garra con agua refrescante y un pal de vasos a donde nos encontramos jordán y yo.
Ajustó el vendaje en mi manos para empezar con mi rutina.
—Un poco de agua refrescante para mis niños— dice Marta al llega a donde nosotros.
Jordán es el primero en servirse un poco del líquido.
—Gracias nana en serio necesitábamos esto— exclama luego de ingerir toda el agua de su vaso. Marta le muestra una sonrisa mientras le sede una toalla para secar el sudor de su cuerpo.
—No es para tanto, querido— la veo rellenar el vaso y llega hasta mí. —este es para ti— me entrega el vaso y si mirada va directo al pequeño corte que adorna la exterior de mi antebrazo.
Llevo un pequeño corte causado por un mal roce con una de las ramas del árbol en donde cuelga el saco de boxeo, pero no es nada grave, no es profundo ni molesto, pero para la mujer que lo observa dice que debo de curarlo lo antes posible.
—Sigues siendo terco Jonathan— dice a modo de regaño. —déjame curarte la herida.
Niego y tomo la mitad de la bebida que me dio hace un momento.
—nana ya te dije que no es nada grave, ni siquiera duele—dijo y toco la pequeña herida.
—¡No!— recibo una suave palmada en mi mano por parte de Marta. —, no los toques de esta manera pudría infernase.
—Nana si Jonathan se quedará si brazo seguirá siendo llamativo ante la chicas—expresa jordán con burla. — eso no es problema para él.
Ahora es jordán quien recibe una sonora palmada en su hombro y rio ante la escena.
—oye nana eso duele— Se queja jordán.
—No digas eso ni de bromas— lo señala Marta con enojo en su mirada. —, no puede expresarte de esta manera sobre tu hermano.
—Siempre he sabido que Jonathan es tu favorito nana— dice jordán a la vez que se aleja rápidamente para no ser golpeado por Marta otra vez. —, no me moleta.
—Entre ustedes dos nunca he tenido un favorito y si ha de tenerlo mi favorita seria Dafne, ella si es una niña que no me da el más mínimo problemas ni es testadura.
Sonrió al escuchar a marta hablar de Dafne, ella si que siempre ha tenido más privilegio de nuestra nana. Mucho as que nosotros que nosotros, Dafne siempre ha tenido en primer lugar en todo.
—No me molesta que Daf sea tu preferida nana no puedo compartir con ello, pero Jonathan siempre te preocupa más que yo— protesta jordán.
La cara de marta es de puro enfado ahora mismo.
—Te he cambiado miles de pañales, te cuide cuando te enfermabas y sigo preparando tus platillos preferidos cuando me lo pides y te atreves a decir que tengo preferencia por tu hermano— nana lo señala y jordán hace todo lo posible por no reír en este momento. —, es eso lo que creo— achica sus cansados ojos hacia jordán y este niega rápidamente.
—no nana.
—Eso pensé jovencito.
Trato de no reí en mi lugar y no ganarme una reprima al igual que mi hermano, toda la diversión se esfuma de mi al ver a nuestra nana girarse hasta mí.
—Y usted señor preparase porque curare esa herida— trato de hablar y no me deja articula palabra. —, y no me interesa sino es grave lo hare. ¿me escucho Jonathan?
—claro y preciso señora— hago una posición militar y Jordán suelta la risa que lleva contenida hace rato.
—¿Le hicieron algún chiste y no me entere?
—no señora— Jordán niega.
Dejo en vaso en la bandeja y me dirijo a donde se encuentra el saco, doy varios golpes y maniobro varías técnicas. Luego de un tiempo Marta se marcha y Jordán continúa con varios ejercicios rutinarios para completar el entrenamiento. El saco recibe mis ultimo golpes y finalizó con ello por este día. Me acerco a la pequeña meso en donde descansa mi toalla y mi teléfono, mientras me seco el sudor de mi rostro veo varias llamadas perdida de Sasha y la ignoro.
Ha estado llamando intensamente desde que llega a casa y ni hablar de mi bandeja de mensaje, está saturada con su nombre.
Tomo el vaso que había dejado ante y lo dirijo a mis labios, este no llega a su destino ya que cuando alzo mi vista la veo a ella obsérvame distraídamente mientras Jordán conversa despreocupadamente con paula que se encuentra a su lado.
Dafne no parece estar interesada en la conversación a su lado, sus ojos cafés recorren cada parte de mi cuerpo y sonrió ante la imagen de ella al observarme. Esta tan distraída mirando cada músculo de mi cuerpo que no ha notado que yo la observo.
Veo sus ojos pasar por toda la longitud de mi brazo izquierdo y arruga sus delicada y perfecta cejas a analizar los tatuajes que se encuentran en esa parte de mi cuerpo. Se toma su tiempo en ello y yo aprovecho para mirarla un poco.
Dafne lleva ropa muy sencilla y fresca para el calor de verano. Tiene top que se sujeta en tira que se sitúa en ambos hombros, la diminuta blusa llega a mitad de su abdomen mostrando un poco de la piel de su cintura, unos pantalones bastante cortos que muestran todas sus piernas. En sus pies lleva sandalias que dejan ver sus. Perfectas uñas arregladas. Su cabello va recogido en una cola alto con varios mechones de pelo suelto y en su cabeza unas gafas para el sol negras.
Paula nota a su amiga perdida mientras me mira y pasa su mano frente a su cara y la hace salir de sus pensamientos, gira su rostro a su amiga con confusión y en poco segundo vuelvo a ser su centro de atención.
Su mirada café cae en el gri de mis ojos y nos miramos fijamente. Yo no me esfuerzo por aparta mi vista de ella y ella mucho menos.
Llevando más de diez segundo con la mirada fija en el otro, Dafne se cruza de brazos y le giño uno de mi ojos mientras termino de beber todo el líquido de mi vaso.
Dejo el vaso en la mesa y me dirijo hasta ella.
—Hola— dijo al llegar y capto la atención de paula y Jordán.
—Hola bombón Robinson— ruedo lo ojos ante la manera en la que paula me llama y fijo vi mista en su amiga.
Ella aún no ha dicha nada.
—¿No hablar?— le pregunto con curiosidad.
No responde y alza una de sus oscuras ceja.
—No sabía que eras muda Dafne— me acerco más a ella en específico, esta vez no retrocede como la noche anterior cuando me ofrecí a llevarla a casa de paula.
—Me alivia saber que no soy el único al que le aplicaras la ley del hielo, princesa— Jordán pasa por su lado acompañado de paula y nos dejan solo.
Cundo veo que paula y Jordán se han alejado lo suficiente para no escucharnos continuo.
—así que la ley del hielo, eh—no obtengo respuesta. —. Solo por curiosidad, no piensas hablar en todo el día— sigue si decir palabra. —será un día muy largo para ti bonita.
Bajo mi vista a mis manos y desato el agarre de las bandas que cubren mis dedos y muñeca de los golpes, Dafne también baja sus ojos y toma la pequeña herida en mi brazo.
Alza su rostro y se acerca a mi hasta tomar mi brazo en su mano y lo observa más de cerca.
—¿Con que te hiciste eso? ¿porque no lo has curado aún? — Pregunta en un susurro, aspiro el aroma de su cabello y cierro mis ojos para disfrutar de ello.
—No sé hacerlo por mi cuenta— miento.
Arruga su nariz y me mira a los ojos.
—¿Quiere más que yo lo haga por ti? — pregunta en un susurro y asiento. —. ¿tienes con qué cúralo?
—si
—bien vamos.
Dafne.
Tenía un plan y este definitivamente no era.
Mi plan consistía en ignora la mayor parte del tiempo a Jonathan Robinson, pero en cambio me encuentro camino a su habitación para curar la herida de su brazo.
De que me sirvió trazar cada parte de este plan para al final terminar en esta situación y de este modo. La herida no es muy profunda que digamos ni es tampoco algo por lo cual deba de preocuparse, pero el impulso que sentí al verlo herido me hizo echar todo a la basura.
Debí haberle dicho que lo hiciera solo aun sabiendo que no sabe hacerlo o simplemente que le pidiera a otra persona que lo hiciera por él, pero no, quiero ser yo quien lo haga.
Editado: 12.11.2024