Hilo Rojo

Capitulo Once

Capítulo 11

Dafne.


¿Cómo Jonathan lo hizo? No lo se. Solo sé que si logro convencer a mi madre de que me dejara salir hoy con él.

Hace más de diez minutos que estamos en su auto y no sé a dónde nos dirigimos.

—¿Porque será que nunca me dices a donde vamos Robinson? — preguntó con la vista fija en la carretera.

Su sonrisa se alza a los lados de su labio mientras sigue conduciendo, me mira solo por cortos segundos y sonríe más cuando le hago seña con mi cabeza para que mire al frente nuevamente.

—Cuando lleguemos te darás cuenta.

—Dios Jonathan, eres imposible algunas veces—dijo y acomodó el suéter crema tejido que llevó puesto. —. Al menos dime si estarán jordán y paula en ese lugar.

Niega y sonríe más amplio. Ahora todo con el es de puro misterio.

—Solo estaremos tú y yo bonita—afirma mis sospechas.

Dirige su auto dentro del estacionamiento de McDonald y apaga el motor bajando de él, sigo sus movimientos en silencio y algo confundida.

Enserio. Todo este misterio solo para traerme a un McDonald.

Jonathan se dirige dentro del establecimiento de comida rápida y camino a su lado. Al llegar al mostrador pide dos servicios completos de hamburguesas y papas. El chico nos atiene educadamente y terminamos saliendo del lugar.

—Pensé que comeríamos dentro— pregunto cuando volvemos a subir al McLaren negro estacionado fuera.

—Lo haremos en el lugar al que vamos.

Entrecierro mis ojos en su dirección y él lo nota.

—¿Porque tanto misterio Robinson?, ni que fueras a secuestrarme. — bromeó

—No me des ideas bonitas— dice y enciende el auto.

No dice más y lo ignoro. Me tomo el atrevimiento de poner algo de música ese mi celular y conectarlo en la bocina de su auto.

Comienzo a tararira la canción y el ríe aun mojando, no le prestó atención y continuo con mi pequeño concierto.

Si él no lo quiere disfrutar son sus problemas, pero no dejare de cantar por vergüenza a él. No es el primer concierto que hago en su presencia, creo que Jonathan Robinson ya debería de estar a acostumbrado a ello.

Me sorprendo al escucharlo cantar muy bajo una parte de la canción, el continúa manejando por la calles y cantando de vez en cuando.

—¿No lo has dejado cierto? —pregunta al terminar la canción.

—¿Qué cosa? — me robó una de las papas frita de la caja que descansa en mis piernas desnuda debido al pantalón corto que llevo puesto hoy.

Duda un segundo en si responder a mi pregunta.

—El cantar sin vergüenza alguna.

Lo miro indignada por sus palabras . Cómo se atreve si yo canto hermoso.

—Canto hermoso Robinson— dijo con mucha altanería —, si no lo vez o escucha son tus problemas.

Me robó otra papa y la saboreo despacio. Las papas son mi debilidad. Me sorprendería si llegaran al dichoso lugar al que vamos intactas, creo que me las terminaré todas.

Vuelvo y tomo otra y la dirijo a mi boca, la mano de Jonathan gira en el volante al tope para dobla en una estrecha curva.

—Bonita— me llama con su gruesa voz.


—Umm…

Llevo dos papas a mi boca y lo miro un segundo.

—Podrías compartir conmigo— dice y ruedo los ojos. Nunca te dejan comer tranquila.

—Toma— dirijo una de mis papas a su boca y en la toma con sus dientes sin mirarme. —. Es la única que tendrás— dijo tras de dejar la papa en su boca.

Miro al frente un segundo y veo a donde nos dirigimos, en el lugar hay mucho edificio y es una zona cerrada por lo que veo, ya qué hay varios autos estacionados fueras de los edificios.

Arrugo mis cejas al ver que nos detenemos enfrente de uno de los edificios. Ambos salimos del auto y Jonathan me espera para adentrarse al lugar.

—¿Porque estamos aquí? — pregunto y le entrego las cargas con las hamburguesas y me quedo con las papas.

Me dirige a la entrada y lo veo pasar una pequeña tarjeta por un identificador, la puerta de cristal se habré de par en par y me deja ver una linda recepción. Jonathan camina por el lugar como si ya lo conociera y se detiene en el ascensor frente a él.

—¿Vendrás? — señala con su cabeza.

Mis pasos van hasta donde él se encuentra y junto abórdanos el espacioso ascensor, la marca unos números y este empieza a subir con un poco de rapidez.

En menos de cincos segundo estamos caminando por un pasillo el cual está adornado con varías puerta.

Supongo que son departamentos personales por la forma en la que están. Jonathan se detiene en una puerta de material blanco y vuelve a deslizar la tarjeta electrónica por un lector de esta. Gira el pomo y está cede ante él. Jonathan se gira sobre sus pies en mi dirección y me da una media sonrisa, con su mano derecha hace un gesto para que pase antes que él.

Entro y observo en silencio toda el área. Todo está perfectamente acomodado, los muebles, las pinturas y las algunas cosas que veo son parte de su decoración. Arrugo mis cejas al ver que algunos de los muebles lo llego a reconocer y me percato de que son los mismos que decoraban su habitación.

Por ello su habitación estaba algo vacía esta mañana cuando desperté.

—Tú— me gira hasta él y lo encuentro recostado en el marco de la puerta principal cruzado de brazos. —. Te mudaste Jonathan.

Mis hombros decaen al decir eso. El ya no vivirá con sus padres y a decir verdad me molesta, su nuevo hogar quedara lejos de mí.

—¿No te gusta? — pregunta con curiosidad y se acerca a mí.

Muerdo mi labio y mira todo a mi alrededor, el departamento es amplio, bastante para una sola persona. Lleva una decoración simple y discreta, tiene tonos claros y uno que otro en diseño oscuros, nada fuera de lo común.

—Es bonito— me escucho decir y lo miro. —. ¿Vivirá aquí?

Asiente y suspiro al ver que lo confirma.

—¿Te gusta?

—Porque tendría que gustarme Jonathan, eres tú el que vivirá aquí no yo.

Expresó algo enojada y no me importa lo que el piense. Debió decirme antes de hacerlo.

—¿No te gusta? — sus palabras se escuchan desilusionadas.

Ruedo mis ojos al escuchar esa pregunta otra vez. No contestó y me encamino a la cocina que se conecta con la sala de estar. Todo se encuentra limpio y ordenado como si nunca se hubiera usado ni siquiera un vaso. Dejo las cajas con las papas y siento a Jonathan llegar detrás de mí y hacer lo mismo.

Vuelve a cruzarse de brazos y me observa en silencio esperando mi respuesta.

Suspiro y relajo mi cuerpo para contéstale. Yo no debería de estar tomando esta actitud, él sabe lo que hace con su vida y no tengo el derecho de comportarme así tampoco.

—¿Mi opinión importa? — asiente con rapidez. —. ¿Por qué?

—Sino te gusta podemos hacer algo— cambia de posición y me mira con cuidado. —, puedo buscar otro que si te guste.

—¿Por qué?

—Porque quiero que te guste.

—No viviré contigo Jonathan si es lo que piensas.

Entrecierra sus ojos grises hasta mí y una pequeña sonrisa crece en su labio.

—No vivirás conmigo bonita. Aún no, pero pretendo tenerte todo el tiempo aquí por eso necesito saber si te gusta.

Alzó una de mi ceja antes sus palabras y acomodó me pelo detrás de mi oreja. Este hombre se volvió loco durante los cinco años que se fue y lo peor es que yo sola he tenido que soportar esa locura en un corto tiempo.

No dijo que la idea de vivir con él no sea desagradable, un tiempo atrás el plateo esa idea y si las cosas no hubieran terminado cómo terminaron entre nosotros quizá lo hubiéramos hecho. Pero él fue el que se quiso alejar y dejar todo tirado y ahora vuelve y pretende que todo está bien cuando no lo está.

—Jonathan…

—Bonita— contesta con cuidado.

—Tenemos que hablar de lo que paso ese día y lo sabes— dijo con algo de frustración y lo veo asistir. —, y más después de lo qué pasó anoche.

—¿Tiene que ser ahora Dafne? — me extiende su mano y la tomo sin dudarlo. —. Sé que es importante para los dos, pero no quiero ocupar este rato que tengo contigo en esto. Podemos hacerlo cuando quieras, pero ahora solo seamos nosotros dos. ¿Sí? Cómo en los viejos tiempos.

Asiento.

Me mira un rato y deja un corto beso en mi frente. Me suelta y lo veo sacar la comida de su empaque y acomodarla en platos individuales, toma las pocas papas fritas que aún quedan en su empaque y me observa a ver qué solo quedan algunas.

—Lo siento estoy ambienta y están rica— me robo otra y lo veo mírame con pesar.

El termina de servir las ambigüedades y sigue con las bebidas. Me sorprendo al ver que su refrigeradora está llena de comida para una persona. Lo ayudo a servir dos vasos de jugo y nos dirigimos otra vez a la sala.

Nos detenemos en amplio sofá negro que está frente a un gran televisor en la sala. Comemos en silencio y nos dedicamos varias miradas de vez en cuando. El nunca aparta la mirada de mí y me pone nerviosa que no lo haga.

Pega su cuerpo un poco más a mí y lleva su mano al borde de mi labio inferior quitando un poco de salsa roja de él, su dedo pulgar llega a su boca y termina lambiendo la salsa que quito de mi labio. No pronuncio nada por el gesto y el continúa con la tarea de comer su hamburguesa.

Al terminar bebe su jugo y espera pacientemente a que yo termine de comer por completo, ignoro su mirada sobre mí y cómo lo más tranquila posible. Luego de diez minutos termino y lo acompaño a la cocina.

Me tomo la molestia de lavar los platos que utilizamos y dejarlo limpios para otro uso.

—Aún queda tiempo para llevarte a tu casa— dice a mi lado mientras seca uno de los llantos que he lavado. —, puedo mostrarte el piso o si quieres vemos una película.

Me quedo mirando un punto fijo de su cocina pensando en mi respuesta. La propuesta de ver una película es tentadora llevo tiempo sin ver una, pero debo de mantener mi cuerpo lo más alejado de el de Jonathan si es que quiero regresar a casa esta noche y continuar viviendo.

Lo miro y respondo sin dudar.

—Puede mostrarme el piso— hablo y lo veo asistir, acomoda el planto en su lugar y seca sus manos mojadas. Hago lo mismo cuando el me extiende su mano.

—Cuando lo veas completo te encantará.

Salimos de la cocina y vamos área por áreas, me las muestra con paciencia cada una de ellas. La primera que me muestra es la sala donde ya estuvimos. De ella no hay mucho que decir hasta ahora es una sala amueblada normal. Jonathan me aseguró que compró más muebles, pero debe de traerlo y ármalos, Jordán quedo en ayudarlo, pero él no se ha alejado de paula desde que llegó a Estados Unidos.

No es raro.

Luego de la sala sigue la terraza y quede impresionada con ella. No es grande hay que decirlo, pero es muy acogedora en ella puedes sentarte una tarde y ver el atardece con tus invitados y sería una maravilla. Tiene una cubierta que es despegable para cuando quieras mira el cielo, también cuenta con varios muebles y en medio de esta ahí una hamaca sujetada de la
Columnas a los lados de está.

Por la terraza le daré un voto de confianza al departamento.

No adentramos nuevamente en el piso y Jonathan me dirige a las habitaciones, Robinson cuenta con dos. Una la convirtió en un cuarto con sus consolas y videojuegos, también su saco de boxeo y otras cosas del deporte.

—Esta será mi habitación— lo dice al abrir la puerta y déjame pasar.

—¿Seguro que no vivirás con Jordán en este lugar?

Niega y sigo observando toda la habitación. Es grande y espaciosa más que la que conserva en casa de sus padres. De todas las parte que me ha mostrado su habitación es la única que está completa con cada uno de los mueble que necesita.

—Se lo propuse, pero dijo que no quería alejarse tanto de casa.

Aja su casa, esa casa tiene nombre y apellido y se llama paula jones.

Camino por toda la habitación y me tomo el atrevimiento de tocar algunas cosas de él, Jonathan solo me observa mientras toco todo lo que se interponga en mi camino.

—Si he notado que Jordán es muy casero— dijo y lo miro un segundo.

—No lo culpo yo también quise quedarme.

Eso llama mi atención y dejo de hacer lo que estoy haciendo y me giro a él.

Piensos mis palabras antes de sortéala.

—Pero no te quedaste— contestó y el asiente. —. ¿Qué te motiva a quedarte o más bien que te motivaba a dejarlo e irte?

Se acerca a donde estoy a paso dolorosamente lentos, alza mi mentón al estar frente a mí.

—Lo que más me motivó fue pensar que quizá y si tenía mi propio espacio ella querría pasar tiempo conmigo— susurra cerca de mis labios.

—Ya veo— entrecierro mi ojo hacia él. Ya tengo una idea de por dónde vienen sus palabras. —, ¿y quizás no pensaste en preguntárselo primero?

—Puedo asegurar que se negaría.

—Quizás no, solo necesitaba tiempo.

—Siempre lo has necesitado.

—Y no me lo diste cuando decidiste irte y dejar las cosas tiradas.

—Pero ahora estoy de vuelta y quiero todo lo que me pertenece.

—Debiste de pensar eso hace cinco años atrás y no ahora. Ya crecí y no será tan fácil.

—Lo tendré difícil bonita.

—No sabes cuánto Robinson.

—De ser así me esforzaré entonces, porque si algo supe todo este tiempo es que la quiero devuelta.

Sonríe y termina pegando sus labios a los míos, al principio es suave y delicado, pero a medida que va subiendo el beso el calor lo hace con ello.


Jonathan.

Mis ojos se conectan con los de ella, esta recostada en mi cama con el peso de su cuerpo sobre sus codos. Mira cada uno de mis movimientos sin vergüenza alguna y la siento temblar nuevamente cuando paso la toalla húmeda por su entrepierna, más específicamente por su punto aun sensible. Con ella me llevo todo el líquido pegajoso que deje en ella, sí que es mucho. Debimos de buscarle una solución a esto y tiene que ser pronto no voy a dejar de tocarla solo por miedo a un error.

Eso jamás. Fueron cinco años que no la tuve y la deseé como loco.

Vuelvo a conectar mis ojos y la veo con los de ella cerrados, se nota relajada después de haber estado conmigo y es lo menos que espero. Me levanto y voy hasta el baño para desásneme de la toalla sucia. Regreso y encuentro a Dafne en pie para dirigirse a mi baño, pasa por mi lado y no voltea a verme, mi vista se deleita al ver su cuerpo desnudo caminar por mi habitación. Sin pensarlo os veces la sigo.

Está completamente desnuda frente al espejo de cuerpo completo qué hay en el baño, amarra su cabello en un moño desordenado y la veo darme mira mi cuerpo detrás de ella.

Estoy igual que ella. Desnudó.

Se distrae con mi cuerpo y no la detengo eso que vea todo lo que quiera porque estoy haciendo igual con el de ella. Mueve su cabeza a un lado y pestañea mientras continúa con su recorrido en mí.

—¿Te gusta la vista bonita?— le dijo y al fin conecta su ojos café con los míos.

—¿Tengo que disfrutar de ella?— alza una ceja al preguntar.

—Bastante.

Se gira sobre su pies y queda frente a mí, los pequeños pechos que poderse ven aplastados cuando se cruza de brazos y lardea su cabeza con expresión altanera.

Me mira de arriba a abajo sin importancia.

—He visto mejores Robinson.

Si claro.

No espera a que le conteste y se dirige a la bañera habré la llave para que el agua empiece a caer, se mete bajo ella y deja que el líquido limpie su cuerpo. No me resisto más y me acerco hasta ella, de espacio abro la puerta de cristal corrediza y me adentro con Dafne en mi ducha.

Le resta importancia al sentirme detrás de ella y sonrió al ver cómo me ignora.

No se gira ni pronuncia nada. La empujó con suavidad para sacarla de abajo de la lluvia de agua y adentrarme yo. Suelta un pesado suspiro cuando me ve empaparme de agua fría. Miro un segundo a mi lado la veo tomar mi gel de ducha hecha un poco en sus manos y se lo arrebato. Me mira mal por el movimiento rápido y ahora soy yo el que la ignoro.

—Infantil— la escucho decir y comienza a enjabonarse.

Talla todo su cuerpo con suavidad y le ofrezco mi ayuda.

—Puedo ayudarte en la espalda— hablo y vuelve a ignorarme.

Espero a que pasen algunos segundos y vuelvo a hablar.

—En realidad puedo bañarte completa si lo deseas bonita— comienza a cantar una canción y hace de cuenta que no me oye. —. Bien fui amable Dafne ahora no te quejes.

—¡¿Qué diablos?!— grita cuando tomo su cintura y la gira hasta quedar frente a mí, empujo su pequeño cuerpo con el mío hasta chocar con la puerta de cristal. Jadea suave por el movimiento y sin permiso alguno llevo una de mis manos hasta encerrarla en su delgado cuello y cortar su respiración, pero sin excederme. No dice nada y solo me observa a través de sus espesas pestañas mojadas.

Me acerco hasta el ovulo de su oreja y lo muerdo con fuerza antes de hablar.

—No sabes cómo odio que no me responda bonita.

—¡No me muerdas animal!

—Te haré lo que yo quiera bonita y vas a colaborar en ello. — habló bajo y ella no contesta haciendo perder el poco control que tengo. —. ¿Entendiste Dafne?

Aprieto un poco más mi agarre y en respuesta ella jadea.

—Si.

Suspiro y veo su frente.

—Bien porque te voy a enseñar a no ignorarme.

No la dejo hablar y pego mis labios a los de ella, Dafne no lucha por dominar el beso y me alegra saber que va comprendiendo la situación. Continúo besándola por unos segundos y me despejó de sus labios tras modérelos. Se queja, pero no le pongo atención y giro su cuerpo des espalda y pego su cara al cristal.

Apartó sus piernas con la mía con un poco de brusquedad y sin aviso me adentro en ella otra vez, sus pies se ponen en punta y su cuerpo se endereza a mas no poder cuando siente todo mi grosor entrar en ella sin cuidado.

—¡Ahh! — grita con fuerza. —, ¡eso dolió!

Mis manos van a su delgada cintura y la estrello hasta que mi miembro entra completo, no le doy tiempo a que se acostumbre a mí y salgo con rapidez y vuelvo a estrellarme contra ella. Una de mis manos es dirigida a su pequeño coño y comienzo a hacer círculos en su punto sensible. Me encuentro con la húmeda en ella y a pesar de que su cuerpo está completamente mojado debido al agua sé que esa humada en específico es por mí. Pega su cara en el cristal haciendo que su cuerpo se encorve un poco ante mí, no la dejo que se siga doblando a su gusto y tomo su cabello con fuerza y la enderezo para pegarla por completo a la puerta.

Si la rompemos sería en algo que valió la pena.

Sigo penetrándola con fuerza, sus jadeos y gemidos es lo único que se escucha en mi baño. Nunca la había tenido en esta posición y creo que de ahora en adelante será una de mis favoritas. Escondo mi rostro en su cuello y lo chupó con fuerza hasta saber que es suficiente para dejar una marca en el lugar.

—No… más chupones… Jonathan— trata de habla. —, ¡Dios que rico! — Gime cuando muevo mis caderas en círculos dentro de ella.

—te gusta— gruño en su oreja.

—¡Si! — voltea un poco su rostro hasta mí, sus mejillas están bastante rojas. —, ¡no pares por favor! —me suplica con una mirada que dios…

Si ella me pide el mundo con esa mirada se lo daría sin importar el costo.

No le hago caso a la petición de no morder y mi lugar elegido para ello ahora es su hombro izquierdo lo muerdo fuerte y ella grita en respuesta. Trata de hablar, pero parece no encontrar las palabras para decir. Su cuerpo vuelve a temblar bajo el mío y se cuan cerca está de tener su tercer orgasmo.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.