Hilo Rojo

Capitulo Doce



Capítulo 12.

Dafne.

—¿Así que un no son nada?

La cara de paula es de puro poema ahora mismo.

—No— le confirmo.

—¿Pero no terminaron cuando él se fue?

—No— suspiro y miro al frente, veo varias máquinas de café frente mío. —nunca aclaramos si se terminó o no, simplemente se quedó en eso.

—¿Pero se fue? — repite.

—Si

—Y jamás te volvió a buscar.

—No

—¿Ahora vuelve y quiere retomar todo a como dé lugar?

—Aja.

—¿Lo dejarás?

Lo pienso un momento antes de hablar y por más vueltas que le doy no sé qué decir. Esto es de lo más complicado.

—No lo sé Pau okey— dijo frustrada de esto. —. ¿Si te está dando cuenta de lo complicado que esto?

Asiente.

—No quiero estar en tus zapatos ahora amiga.

No contesto.

Tomamos nuestros envases con café caliente y salimos de la cafetería, a lo lejos visualizo a Carlos fuera del coche mientras habla con un perro callejero.

Al parecer es una conversación bastante profunda e interesante, ya que se encuentra agachado alimentando al animal mientras le conversa.

Paula observa la escena y oculta una leve risa tras llevar la bebida caliente a sus labios. Yo solo lo observo y no comento nada al respecto de eso.

—¿Ya te he dicho lo rarito que es? —pregunta paula al sacar su teléfono y tomarle una foto a los mi chofer.

La miro mal pero a la vez con cariño.

—¿Cuándo será el día en que lo dejes en paz?— espero a que tome la fotografía y no dirigimos hasta él.

Al llegar escuchamos parte de la conversación que Carlos mantiene con el tierno perrito. El perro con pelaje blanco descansa sobre sus patas traseras y lardea su cabeza mientras mira a Carlos quien habla sobre el calentamiento global y la escasez de agua que sufren los latinos por ello.

Si Carlos es latino y no es que me queja de ello. Llevo tres años conociendo y es la persona más pura qué hay el en mundo. Nunca lo he visto pelear con alguien, al contrario, no hay ser humano al que Carlos le caiga mal. Solo a paula, las veces que Carlos le recuerda que es mi chofer y no el suyo.

—soy chofer y sé que el uso excesivo de óxido de carbono daña nuestra atmósfera terrestre— dice muy concentrado en la conversación. —. Soy consciente de que estoy dañando nuestro planeta, pero es mi trabajo no puedo dejarlo.

El perro rasca una de sus orejas puntiagudas y deja de mirar a mi amigo el chofer. Carlos nota nuestra presencia y se pone en pies con rapidez.

—Ya regresó señorita Dafne— endereza su cuerpo al hablar y le sonrió ampliamente. —. Señorita paula.

—Hola, Carlos— paula lo comienza a molesta y sé que será el viaje más largo que tendré para ir al club. —. ¿Como has estado querido Carlos?

Acomoda la camisa negra que lleva puesta y es parte de su uniforme.

—Bien, pero con sinceridad no tan bien ahora que la veo— dice y lleva sus manos a tras de su espalda para tener una posición más profesional. —. Con todo el respectó señorita paula.

—Te haré la vida imposible Carlos— exclama una paula que pretende estar ofendida por las palabras del chofer.

Carlos le sonríe un poco y asiente.

—Ya me la está haciendo imposible.

Siento mi teléfono vibran en mi bulto deportivo y me sorprende el ver el nombre de Jonathan. Ignoro a las dos personas frente a mí y abro su llamada.

—¿Cómo es posible que tenga tu número registrado en teléfono Jonathan? — hablo tras descolgar la llamada.

Escucho su risa a través del aparato.

—Lo guarde personalmente antes de dejarte en tu casa bonita.

—Ya veo.

Pasan algunos segundos antes que vuelva a escuchar su gruesa voz.

—¿Cómo amaneciste? —pregunta y la diversión es palpable en sus palabras —. ¿Pudiste ponerte en pies hoy Dafne?

El calor en mis mejillas se siente insoportable cuando él suelta esas palabras y no sé si estoy loca o que cosa, pero juro que puedo sentir el toque de Jonathan aún en mí.

—Si esa es tu duda Robinson, amanecí perfectamente bien. Y a tu pregunta si pude ponerme en pies mejor de lo que lo he hecho hasta ahora, de hecho, me encuentro de pies justo ahora.

Y no miento en ello. Al abrir mis ojos esta mañana lo primero que sentí fue el molesto ardor en mi glúteo derecho debido al roce de mi colchón y que no llevaba ropa puesta ni siquiera recuerdo el haber colocado mi ropa interior luego de que saliera de su baño. Los nuevos chupones que dejo en mi cuello arden aún y sé que serán difíciles de quitar.

—¿Esas son buena noticias entonces? —lo escucho decir —. ¿Me das un minuto bonita? — dice ante de dejar la llamada encendida y hablar con Jordán.

Al parecer ellos también irán al club.

Pasan varios segundos y giro mi rostro detrás de mí solo para encontrarme a paula y Carlos que aún conversan en su lugar. Respiro alivias al ver que aún no se han peleado en mi ausencia.

Miro mis uñas arregladas y espero hasta que Jonathan decida volver a la llamada. Lo hace tras unos minutos y lo escucho.

—Dafne…

—Ya iba al colgar— bromeó

—Te hubiera llamado otra vez— contesta.

Muerdo una de mis uñas, pero sin llegar a romperlas.

—No te hubiera contestado— dijo con diversión.

—En ese caso, hubiera ido a tu casa y hacer que me contestara— su voz se vuelve ronca al hablar. —. Tengo mis métodos Dafne y quiero usarlo todos contigo.

No hablo por un largo tiempo y lo siento soltar todo el aire que retiene en sus pulmones. Lo hace de una muy pronunciada.

Se que él no miente en decir eso, cinco años antes él nunca había sido agresivo conmigo cuando estábamos junto. Jamás me toco de manera indebida, pero ahora el al vuelto y me ha dado a probar esa pequeña parte agresiva que suele tomar cuando está conmigo y maldita sea por el infierno que me gusta que me trata de esa manera.




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