Capítulo 13.
Dafne.
Miro una última ver el largo verdoso de noche que llevo puesto, lo aliso un poco con mis manos de mi cintura para abajo. Tuve que improvisar y buscar el mejor vertido para esta noche.
Mientras almorzaba con mis padres está tarde me informaron de que tendríamos una cena con un nuevo socio y que yo debía de estar presente por obligación.
No me molesto, hace mucho que no voy a una de esas aburridas cenas de negocios y el que ahora estén los hermanos Robinson lo hace menos aburrida. Además, aprovecharé esta cena para hablar con el gracioso ladrón que propuso a robar mi braga esta mañana.
Lo mataré cuando lo vea y lo disfrutaré.
¿En qué momento se las llevo? no lo sé. Solo sé que cuando terminé de almorzar fui con Paula a varias tiendas de diseñador a buscar un vestido digno para esta noche. Luego de varias horas de búsquedas en el centro comercial, encontré esta belleza que llevo puesta.
Cuando quise medir el vertido y ver cómo quedaba en mí, me encontré con que contaba con toda mi ropa deportiva puesta, menos con mis bragas.
¿Y quién pudo haberlas quitado y llevárselas? si él. Jonathan Robinson.
Termino de soltar mi cabello y poner mis zapatillas para salir, tomo el bolso de mano y en el solo hecho mi teléfono un lápiz labial y mi tarjeta de crédito. Llego hasta la sala de mi casa y veo a mamá arreglar el corbatín a mi padre.
todos salimos de la mansión y mi madre se va junto a mi padre en su auto, yo me voy con Carlos mi chofer quien lo sigue.
…
—Amor sé que no te agradan estas cenas, pero deberás conversar e intervenir en algunos temas que hablaremos esta noche. Son importantes.
—Bien.
Papá entrelaza mi brazo con el de él y entramos al restaurante en donde se llevará a cabo la cena.
Uno de los trabajadores del lugar nos indica la mesa en la que cenaremos y mi sonrisa crece al ver a los hermanos Robinson frente a mí. Jordán me sonríe mientras avanzó del brazo de mi padre a la mesa y miro de reojo a su hermano a su lado que tiene una cara de que matará a una persona pronto.
Jonathan no me mira en ningún momento y solo se centra en la persona frente a él. A esa no la logró ver ya que se encuentra de espalda a mí.
—Buenas noches— saluda mi padre cuando llegamos a la mesa. —, disculpen la demora, estas bellezas se tomaron su tiempo.
Todos se levantan de su asiento y el primero en saludarme es mi padrino que me estrecha en sus brazos, luego sigue Sara quien no deja de besarme la mejilla y alagar lo bonita que me encuentro. Dejo de prestarle atención en un momento y miro a su hijo mayor.
Se mantiene en pies con sus manos mentidas en los bordillos de su pantalón de traje que lleva puesto. Me mira de arriba abajo, deteniendo sus ojos grises oscuros en el abierto del vestido que muestra toda mi pierna derecha. Las corrientes en mi cuerpo no tardan en aparecer al recordar el breve momento que tuvimos hoy en el club. Sube su rostro hasta encontrar el mío y lo veo intentado reprimir una sonrisa.
Se acerca a Jordán a su lado y le susurra algo al oído, este solo asiente y lo veo abrir un espacio en medio de ambos. Vuelve a mirarme y ya no expresa ningún sentimiento en su rostro.
Parece estar enojado.
Espabiló mis pensamientos hacia Jonathan cuando escucha una voz no reconocida extenderme la mano en modo de saludo.
—George Russell, un placer— besa el dorso de mi mano. Es un señor de alguno cincuenta años aproximadamente. Su cabello es rubio casi platinado debido a las hebras blancas que han empezado a sobre salir y mezclarse con las demás rubias. —. No mentían cuando decían que eres una belleza.
Arrugo mis cejas por el comentario y veo detrás del señor frente a mí, se encuentra un hombre más o menos de la edad de los hermanos Robinson y él también me mira como si no se creyera lo que tiene frente a sus ojos. Su mirada azul se posa un segundo en mis ojos y me sonríe con arrogancia.
—Con todo el respectó Ernesto, pero no deberías de lamentar el haber llegado tarde. Si fue debido a esta belleza que traes contigo se te perdona siempre— comenta el señor George cuando saluda a mi madre de la misma manera en que lo hizo conmigo.
—Gracias, George— agradece mi padre.
—Este es mi hijo— presente al chico detrás de él. —Esteban Russell.
El chico que ahora sé que se llama Esteban se dirige a nosotros con extremada lentitud. Primero saluda a mis padres y luego se detiene en mí. Al igual que su padre toma mi mano para guiarla a sus labios y dejar un beso en ella, sus ojos azules zafiro nunca pestañean ni se apartan de los míos.
Sonrió incómoda y aparto mi mano de su agarre porque veo que no tiene intención de soltarla. Miro detrás de él y los hermanos Robinson miran con cara de molestia cada movimiento que el tal Esteba hace a mi lado.
La mirada gris de Jonathan lo ve como a su peor enemigo y su mandíbula se tensa cuando lo ve acercase más a mí.
—Esteban Russell, un placer Dafne— abro mis ojos de pal en pal cuando menciona mi nombre.
No recuerdo haberlo mencionado delate de él.
—Igual un placer— mencionó un poco avergonzada. Su mirada penetrante no deja de observarme.
—Buenos ya que se conocen podemos tomar asiento— pide mi padrino y todo lo hacen en sus respectivos lugares.
Esteban coloca su mano en mi espalda desnuda sin mi permiso y me espanto levemente al sentir su toque en mi piel, el parece notarlo poque me sonríe ampliamente cuando pego mis ojos a los de él. Me guía a un asiento a su lado y camino hasta él. Jonathan arrastra su silla hacia atrás llevándose la mirada reprobatoria por parte de su padre y sale de su lugar, da varias zancadas hasta llegar a mí y toma mi cintura con delicadeza, pasa por el lado de Esteban y quita su mano de mi espalda baja para colocar la de él.
Editado: 12.11.2024