Hilo Rojo

Capitulo Catorce

Capitulo 14

Dafne.


Paula alza el traje de baño frente a mí y niego rotundamente al observarlo por milésima vez, hace una mueca de cansancio haciéndome saber que está agotada de buscar en todo el centro comercial.

Hemos pasado toda la tarde visitando todas las tiendas posibles por ver, hemos comprado algunas cosas para el viaje al Caribe que será mañana. Pasaremos una semana en ese lugar y estoy muy ansiosa por ello.

Hace dos días luego de la cena con el nuevo socio de Jon y papá, Jonathan convenció a mis padres para que me dejaran pasar tiempo con él. Tuvo que luchar más con mi madre que con mi padre.

Para ello puso la excusa de que no estuvimos juntos por cinco años, lo cual no es mentira. Le dijo que teníamos muchas cosas de la que hablar antes de viajar al Caribe todos juntos, la mentira fue que en el departamento de Jonathan hicimos de todo menos hablar, o al menos no como lo harían dos personas normales y que no se traen una ganas inaguantable de estar con el otro.

No sé lo que me pasa últimamente, pero desde que Jonathan regreso de Londres hace un mes, no he podido deja de pensar en el hecho de que siempre lo quiero pegado a mi cuerpo, específicamente en medios de mis piernas.

La última noche que estuve en su nuevo departamento, no hubo lugar que no haya sido profanado por nosotros. Y eso me gusto no lo puedo negar, creo que hasta me empezó a gustar el dichoso apartamento.

—Deberías de llevarlo en esos colores te quedarán hermosos Daf.

Paula vuelve a mostrarme el conjunto y lo miro, no llega a convencerme de llevarlo conmigo. Es un trajo de baño en una pieza y es el colores mezclado, más bien parece un arcoíris derretido.

—No— niego con mi cabeza. —, es horrible Paula ¿Lo has visto bien?

Explota en risa y asiente con su cabeza, lo deja en su lugar y se posiciona a mi lado para seguir caminando en la tienda.

—Si que es horrible, pero te imaginas la cara que pondría el bombón mayor de los Robinson al verte con eso puesto— dice y niega con diversión. —. Creo que nunca más tocaría tu cuerpo de solo recordarlo.

Rio con ella y sé que no será así.

—No lo creo— le dijo mientras avanzamos por el pasillo de ropa interior. Paula se detiene cuando pronunció esas palabras.

Me mira con sus ojos azules y lo entrecierra hasta más no poder.

—Dafne Smith hay algo que no le estás contando a tu buena amiga— inquiere con curiosidad y me encojo de hombros. —. Quiero saberlo— chilla y se acerca a mí.

Reprimo una risa y voy tomando varias bragas de distintos colores ya que alguien se ha dedicado a robarlas o romperlas. Tendré que robar unas de sus tarjetas y hacer una gran inversión.

La ropa interior está muy cara.

—Daf…

—Él…—suspiro y miro a mi amiga a mi lado que también lleva varias Bragas con ella. —, lo rompe todo, camisetas, vestidos, bragas. Todo lo que lleve puesto a la hora de estar con él lo rompe si le molesta o no le permite actual como el quiere.

Me ve con los ojos abiertos y puedo jurar que por un momento se le saldrán.

—No valoran los atuendos— dice con molestia.

Me cruzo de brazos frente a ella y la veo toma algunos sostenes en diferentes colores.

—¿Qué?— dijo al no entender sus palabras.

—Jordán se ha dedicado a acabar con todos mis sujetadores— dice y se prueba uno de ellos por encima de la corta blusa que lleva ahora. —, tendré que darle una clase de cómo se quita el broche de ellos.

Ambas reímos por eso.

Nos encaminamos a la caja registradora y esperamos a que atienda a dos chicas más delante de nosotras.

—¿Estuviste en la misma cena que el anoche cierto?— pregunta de repente y asiento viendo mi teléfono.

—sí.

—¿Pasó algo que llegó a incomodarlo?— arrugó mis cejas al escucharla.

Lo único que vi de raro en Jordán fue en la manera en la que se comportó conmigo.

—No— avanzamos en la fila. —. ¿Porque lo preguntas?

Es la primera en paga y suspira al pasar su tarjeta de crédito a la señora de la caja.

—Jordán se las arreglo anoche para adentrase en mi habitación sin que mis padres se dieran cuenta— acomoda su cabellera rubia, se pega mas a mi antes de seguirá hablando. —. Por la hora en que lo hizo obviamente me iba a encontrar dormida Dafne. Me follo mientras dormía.

Rio con gracia por ello y nos llevamos una mirada de reproche por parte de la señora que nos atiende.

—¿Y acaso no te gusto?— pregunto bajo.

Súpita y me mira.

—No es que no haya gustado Daf, a mí siempre me gusta lo que hacemos. Jordán siempre tiene una propuesta nueva y diferente a la hora de esta conmigo, el lo hace menos aburrido— expone mi amiga.

Me cruzo de brazo y la miro con extrañeza.

—¿Y por que tus quejas Paula?

—Jordán…— cierra los ojos y resopla con frustración. —,  a veces el es inagotable y anoche lo fue.

Tardo en responder y mi amiga se impacienta.

Tomamos las bolsas con nuestras compras y salimos de la tienda. Entramos a la tienda del al lado para comprar algunos vestidos.

—No sé que responderte a eso Paula— respondo con tranquilidad. —, Los hermanos Robinson pueden ser intenso

—¿Se vería muy mal si le pido que lo hablemos?

—No, es tu cuerpo y deberías de decir cómo te sientes al respecto.

—Bien.

……………………………

Salimos de la tienda y no me sorprendo al encontrarlo frente a ella. Está distraído mientras Jordán habla sin parar sobre algo que no logro escuchar por la distancia.

Asiente en automático y bebe de una de los vasos con alguna bebida fría en sus manos, al igual que Jordán tiene dos vasos en sus manos.

Sonrió al verlo y no me pasa desapercibida las tres chicas a su izquierda. Los miran con fascinación a ambos y no las culpo los hermanos Robinson saben que están deliciosos y se aprovechan de ello.

Jonathan lleva una camisa veraniega acompañada de unos Jeans negros que se ajustan a sus trabajadas y musculosas piernas, unas zapatillas deportivas en color blanco le dan el toque. Jordán por su parte lleva una camisa polo con una chaqueta puesta y Jean negros con algunos rotos.

La mirada gris de Jordán es la primera en recaer en nosotras, la blanca hilera de dientes alineados a la perfección se hace presente en su rostro. Le hace saber a su hermano mayor que estamos cerca y ambos no dudan en acercase.

Jordán se detiene frente a mi amiga, guiña uno de sus ojos a mi dirección a modo de saludo, le devuelvo el gesto con una sonrisa. Jordán no duda de besar a Paula con libertad y sin pena alguna cuando le sede su atención. Ruedo mis ojos y me centro en Jonathan que está de pies justo frente.

A diferencia de su hermano y mi amiga el mantiene la distancia correcta, ni tan cerca pero tampoco lejos. No me quejo de que decida comportase así, ya lo dije antes no podemos estar cerca uno del otro, terminamos cuerpo contra cuerpo.

Jonathan me extiende una de las bebidas que están en su mano y el tomo gustosa le doy las gracias e inclino en vaso en mis labios para darle un largo sorbo.

—¿Estabas muy sedienta bonita?— pronuncia divertido, dejo de beber.

—Llevó toda la tarde de compra Robinson, estoy sedienta y hambrienta.

Ríe de mi confesión.

—¿Harás algo más aquí?—pregunta y niego. Ya tengo todo lo que necesito para el Caribe. —. Bien vamos a casa, mamá quiere que almuerces con nosotros.

Asiento y todos salimos del centro comercial.

….

—Así que Dafne cariño ¿Ya tienes todo lo que utilizaras en el Caribe?— la mama de Jonathan rompe el silencio y todos posan su mirada en mi. Asiento y cómo una porción de la pasta italiana frente a mí.

—Vestidos y trajes de baños fueron mi prioridad— le comento y la cara de Jonathan se vuelve dura tas escuchar mis palabras.

—Te verás hermosa cariño, cómo siempre ha sido.

Mi padrino detiene el tenedor con pasta antes que llegue a su boca y decide hablar.

—Espero y sean prendas decente— la seriedad es clara en sus palabras, la madre de Jonathan me mira con complicidad y asiente a las palabras de su marido y yo igual. —, lo menos que me agradaría es tener que ver a La niña que considero mi hija, ser mal vista por ojos de hombres depravados.

Jordán oculta una risa que intenta salir de sus labio y su hermano a su lado no muestra ninguna expresión amigable mientras escucha la conversación.

—Amor, disfrutaremos del Caribe y todo lo que tenga para ofrecernos, no pensaremos en eso ahora— bebe de su vino sin quitar la mirada coqueta de su marido.

—Yo siempre he querido ir al Caribe— comentó tras dejar el vaso con juego de granada a mi lado.

Mi madrina asiente a mis palabras terminando su comida. Cómo en silencio ignorando la mirada penetrante de su hijo mayor frente a mí.

Jonathan.

Luego de haber almorzado con mi familia y Dafne papá nos pidió a Jordán y a mí que visitáramos una de las sucursales de la empresa y así poder ver cómo las cosas marchaban en el lugar. Mi hermano y yo hicimos lo que nos pido, no hay nada fuera de lo común lo cual es un alivio.

Si vamos a unirnos como asociación con George no podemos tener ningún fallo en nuestro camino. Aún tengo que conversar con mi padre y Ernesto sobre esa unión, no me da muy buena espina el que ellos quieran unirse a nosotros.

Los cinco años que estuve en Londres estudiando administración de empresas y de liderazgo, tuve la oportunidad de tratar con Esteban Russell. No es El Niño ejemplar que dicen que es, su padre mucho menos. Más de una vez tuve que hacer proyecto con él y no es muy malo para saber dirigir una empresa, el maldito es bueno en ello y destaca, pero su único fallo es que le gusta el camino fácil de las cosas.

Con su padre no tuve mucho la oportunidad de conocerlo a fondo, pero con todos los problemas en los que se ve involucrado con empresas que deciden unirse a él no deja mucho a la imaginación.

Sus contriciones no suelen ser sólidas y terminan en la ruinas, no puede permitir que el ensucie lo que ha mis padres y los padres de Dafne tanto le ha costado.

—Voy a desviarme— informa Jordán cuando salimos de la empresa. —, saldré con Paula y su hermano menor.

Información que no me interesa y mucho menos necesitaba, pero le agrada saber.

—Okey, hablaremos con papá en la cena—le dijo y me dirijo al McLaren estacionado frente nuestro. —, no iré a la empresa.

Se cruza de brazos y habla con seriedad.

—¿Imagino que irás a casa para ver a Dafne?— pregunta serio.

—sí.

No dice más y se dirige a su deportivo detrás de él. Antes de subir vuelve a hablar.

—Le das un beso de mi parte— la sonrisa en su rostro crece al ver que lo miro con semblante neutro tras su petición.

Subo al auto y lo veo pasar en su coche por mi lado. Antes de encender el McLaren busco mi teléfono viendo varia llamada de Sasha, las ignoro y la llamo a la que si me interesa. No pasan dos tonos  cuando me contesta con alegría,  su voz se escucha como si acabara do reír de algún chiste.

—Me leíste el pensamiento Robinson— habla tras descolgar la llamada. —, iba a llamarte.

Coloco la alta voz para poder escucharla mientras conduzco y el camino a casa no se hace eterno.

—¿Ibas a llamarme bonita?— musitó —, que alejado me siento.

Ríe tras el aparato.

—Quería pedirte un favor si tienes tiempo claro— dice y sonrió. Ojalá y esa petición la incluya a ella conmigo a sola. —, Jonathan…

—¿Que necesitas bonita?ꟷ no dejo que termine.

—¿Tienes tiempo?— vuelve a preguntar.

Me detengo en un semáforo y resoplo con tranquilidad.

—Siempre tengo tiempo para ti bonita— respondo.

Escucho la voz de Marta y mi madre de fondo haciendo me saber que ella no está sola.

—¿Podrías llevarme al estudio de mi madre?— pide y sonrió. —, pidió verme y no tengo quien me lleve, pensé llamar a Carlos, pero recordé que hoy es su…

Carlos. ¿Quién diablo es Carlos?

No dejo que siga hablando y la interrumpo de inmediato.

—¿Y quién es Carlos?— preguntó curioso. —. Nunca había escuchado ese nombre de ti.

La carcajada que suelta hace que me moleste más, no le estoy haciendo ningún chiste para que ría ahora.

—¿Estás celoso Robinson?— inquiere con diversión.

Joder si muy celoso, pero ella no tiene porque enterarse. Porque menciona  el nombre de otro hombre mientras habla conmigo, porque menciona el nombre de otro, el único nombre que debería de salir de sus labios es el mío.

—No son celos bonita es curiosidad— hablo con bastante calma. —. ¿Quién es Carlos?— mi voz sale demándate.

—¿Me das un momento?— pide tras no responder a mi pregunta.

La oigo hablar de chocolate derretido tras déjame solo en la llamada, los segundos pasan y no recibo respuesta aún, el semáforo cambia de color  y avanzó. Dafne sigue hablando creo que con Marta y luego de un minuto vuelve a la llamada.

—¿Estás ahí?— pregunta y el sonido que hacer sus zapatos captan mi atención, al parecer sube las escaleras con rapidez.

—¿Carlos, quien es Dafne?—vuelvo a formular la pregunta que me interesa en estos momento.

Suspira y responde.

—Carlos es mi chofer Jonathan—una puerta se cierra—, mi padre lo contrato hace tres años y es mi chofer personal.

No sabía que ella tenía un chofer personal, Dafne no sabe conducir aún y era obvio que Ernesto contrataría a alguien que lo hiciera por ella. El no dejaría que su adoración corriera peligro usando taxis cada vez que necesitara salir.

—¿Tu chofer?— la escucho reír. —. ¿Solo eso?

—Y un buen amigo también.

Suelto aire con exageración tras escuchar eso.

—okey. Tendré que conocerlo.

—¿Vendrás por mi?— pregunta cambiando de tema.

—Estoy llegando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.