Capítulo 15.
Caribe.
Dafne.
—Lo primero que haré al llegar al hotel será ir a mar— Paula suelta esa información con bastante emoción. —. Muero por sentir la arena entre mis dedos.
Rio bajo de su palabras, parece una niña pequeña la cual irá por primera vez a conocer el mar. Es el lugar preferido de mi amiga y no se recogió al saber que oramos con los Robinson al Caribe.
Jordán está a su lado en el asiento frente a nosotros. Volamos en el jet privado de los Robinson. Jordán, Jonathan Paula y yo estamos varios asientos retirados de nuestros padres, ellos conversa sobre negocios mientras nosotros sobre cosas sin importancia.
—Daf me acompañará cierto— pregunta mi amiga tras unos minutos.
—Por supuesto que…
—No— Jonathan interviene en nuestra conversación y lo miro mal por hacerlo. —que te acompañe Jordán, ella estará todo este tiempo a mi lado, querida loca.
—¿Y quien dijo que quiero pasar tiempo contigo Robinson?— lo contradijo haciendo que gire su rostro a mi lado. —, yo si quiero ir al mar y verlo de cerca, también muero por lucir todos lo tarajes de baños que compre.
Jordán y Paula reprímele la risa que amenaza con salir de sus labios.
—Que buenos que lo mencionas bonita, tenemos que hablar sobre ello— dice acomodando su cuerpo el en asiento a mi lado. —, tendré que ver esto trajes de baños antes de que lo pongas en tu cuerpo.
Lo miro incrédula cuando confiesa esa ridiculez. El piensa que lo voy a permitir que decida sobre mi vestuario está muy mal.
—En mi malestar hay más de diez piezas de trajes de baños Robinson—le dijo con satisfacción y lo veo tragar con fuerza. —, y todas ellas serán lucidas en mi cuerpo, estés o no de acuerdo querido. No tengo porque pedirte permiso.
—Así se habla Dafne— Paula me hecha porras al ver que deje sin palabras al mayor de los Robinson.
Jordán por su parte trata de no explotar en risas en este preciso momento. Su hermano no ha borrado su cara de molestia tras mis palabras y no es que me importe mucho, pero que no crea que va a decidir sobre lo que hago o no.
Siempre tomo mis decisiones y hago lo que se me pegue en gana.
—Dafne, querida y hermosa Dafne— Jonathan empieza hablado como si estuviera en una obre de teatro y su personaje a representar al mejor personaje de William Shakespeare. —, por el bien de todos en especial el tuyo, pídele a Dios o lo que sea que esté allá arriba que ningún idiota se atreva a mirar de mala manera lo que a mí me pertenece— se acerca al ovulo de mi oreja apartando el cabello regado en esta zona y habla bajo para nosotros dos. —. Porque a mí no me importara romperle la cara a ningún maldito idiota que mire tu cuerpo de forma indebida.
—¿ah sí Robinson?— inquiero con asombro.
—Si— se relamen los labios antes de hablar, lo sigue haciendo bajo respiro con dificultadas y miro de reojo a mis amigos frente mío quienes están sumidos en sus conversación sobre las nubes. —, el único idiota que puede admirarte tu cuerpo sin que lleve ni una sola prenda de ropa encima soy yo bonita y eso no me apetece compartirlo con nadie ni ahora ni nunca. Comprendes.
Dios padre, las palabras que suelta hacen que me excite a niveles inimaginables.
—¿Así que admites que eres un idiota?— preguntó con burla.
Su sonrisa se eleva.
—Si— responde. —, pero a diferencia de otros yo soy afortunado porque te tengo.
—No me tienes Robinson, no soy tuya.
—Si lo eres bonita— me contradice. —, me perteneces Dafne tú alma y tú cuerpo son y siempre serán míos.
Lo miro incrédula por sus palabras. No me canso de decirlo, este hombre está loco.
—ve pensando en la mentira que le dirás a todos Dafne. Te estoy dando el tiempo suficiente— pide al besar mi mejilla y la muerde con suavizada. —, porque al aterrizar iras a mi habitación en el hotel y de ahí no saldrás hasta que yo quiera.
—¿Que me harás?— encuentra las palabras en mi cerebro para pronunciarlas.
Su sonrisa se expande a más no poder. Mi pobre bragas están muy húmeda y es por el Jonathan Robinson.
—Querrás decir que no te haré Dafne porque te haré de todo—me dice y seguido me besa, no lo extiende mucho, pero es lo necesario para hacerme encender más de lo que estoy.
Parezco una chispa de fuego ahora mismo.
—¿Y si decido no ir?— expongo la pregunta y solo lo hago para molestarlo.
Suelta una risa seca que por un momento logra llamar la atención de Paula y Jordán a nuestro frente.
—¿Te gusta jugar con fuego eh bonita?
Si.
Lo pienso pero no lo dijo en su lugar niego.
—¿Sabes algo?— dice y niego.
—¿Qué?
—Hace más de cuarenta y ochos horas que no te follo Dafne y tengo la enorme necesidad de hacerlo— su tono es bajo y sensual. —. Llámame estúpido o lo que quieras, pero ahora mismo mi vida depende de tu cuerpo.
—¿Cuentas la horas que no me tienes a tu disposición?— pregunto cómo una verdadera idiota.
Asiente y yo empiezo a respirar con dificultad.
—¿Tú no?— se burla.
—No— carraspeo y mira al frente solo para encontrarme con la escena de Jordán y Paula debatiéndose la boca.
Malos amigos yo sufriendo y no invitan.
—Despreocúpate bonita que hoy te voy a coger tu cuerpo de una forma que no te hará que te olvides de mi— cierro los ojos, miles de imágenes pasan por mi cabeza y en todas ella solo estamos él y yo en posiciones diferente.
—¡Dios Robinson!— exclamó acalorada, editada y necesitada de él. —, para por favor.
Vuelve a besarme.
—Guarda esas súplicas para más tarde bonita— me dice tras soltar mis labios. —, créeme las vas a necesitar.
—-
Soy consciente de todo menos de cómo el tiempo paso tan deprisa. Estoy tomando un baño con bastante apuro, esto debería de relajarme pero en lugar sufro el doble con ello.
Si el doble.
Y es que Jonathan Robinson cumplió cada unas de sus palabras dichas en el Jet mientras volábamos al Caribe. Hice lo que me pido, la tentación de ir a su habitación no la pode resistir tras dejar la primera pisada fuera del avión. Cumplió su promesa de no dejarme ir hasta que él quisiera, solo lo hizo hace menos de diez minutos y solo porque le supliqué que estaba hambrienta y cansada. Parece haberse apiadado de mí después de haberle insistido tanto.
Mi piel arde al punto de que puedo sentir el leve doler en mis glúteos, el idiota es un maldito animal salvaje que solo sabe ser agresivo. Me gusta no lo niego, pero algunas veces sobrepasa los límites como ahora. No sé cómo demonios iré hacer en la cena para no llorar mientras estoy sentada por Dios sabe cuánto tiempo. Hoy descubrí que Jonathan tiene una extraña fascinación con mis nalgas y lo peor es que me lo hizo hacer saber de la peor manera.
Sus manos no se apartaron de ellas desde el momento en que empezó a cogerme como un loco ninfomaníaco. Trate de llevar la cuenta de la veces que me soltó una fuerte nalgada, pero después de la número veinte y cinco orgasmo increíblemente deliciosos perdí la cuenta.
—¿Te falta mucho Daf?— pregunta Paula desde el marco de la puerta.
—No— grito devuelta.
—Bien, iré a ver a Jordán— grita.
No respondo al escuchar la puerta ser cerrada. Corro la puerta corrediza a un lado y salgo de la ducha para colocar una toalla al rededor de mi cuerpo. El rose que está tiene con la carne adolorida de mis nalgas me hace llorar bajo y sin lagrima.
Esta me la desquitaré.
Salgo del lugar y pego un brinco al verlo sentado muy relajado en la orilla de la cama. Se pone en pies y llega hasta mí despacio y en calma, niego al tenerlo al frente y solo sonríe con alegría.
El da dos pasos hacia mí y yo doy tres para alejarme. Me veo en la obligación de detener los pasos cuando choco con la paré que divide el cuarto de baño con la habitación.
—No te voy a tocar bonita— dice con burla a ver mi cara de pánico. —, no al menos como quiero.
—Eres un maldito loco Jonathan, déjame en paz— dijo colocando mis manos mojadas sobre su pecho para detenerlo. Su camisa se moja un poco y al él no parece importarle. —¡Auch!— chilló cuando me presiona más contra su cuerpo y la paré y el roce hace que me arda la los glúteos.
Editado: 12.11.2024