Hilo Rojo

Capitulo 17


Capítulo 17.


Dafne.

La noche ya cayó y nosotros seguimos en la isla, se lo pedí a Jonathan e increíblemente digo que si, volvíamos al hotel en que nos operamos y le avisamos a nuestros padres, ello no se opusieron en que nos quedáramos una noche en este lugar ya que nuestro tiempo en el Caribe está llegando a su fin.

Volveré a mi vida cotidiana en Estados Unidos, estudios, tardes con Paula en el club y cenas familiares con los Robinson. Nada fuera de lo común, solo que ahora Jonathan volverá a hacerse presente en ella como hace cinco años.

Camino a su lado por el lugar que él me guía, hace poco Jordán y Paula se despidieron para ir y tener una cena romántica para ellos dos y obviamente Jonathan y yo no estábamos invitada a ella.

—Me siento segura a tu lado sabes— musitó a su lado. Todo en la isla está en silencio el único sonido que está presente en el lugar es el de las olas morir en la orilla de la playa. —, pero ahora desconfío de esa seguridad.

Ríe. Lleva una ropa muy diferente a la que llegó a isla, hace más de una hora se cambio la vestimenta y me pidió que hiciera lo mismo. No sé a dónde me lleva.

—Sabes que no te haría nada que no pidieras— responde sereno.

Voy a responder lo que acaba de decir, pero quedó frenada al ver lo que tengo frente a nosotros.

¿Él hizo todo esto?

A la orilla de la playa hay una manta tendida en la arena, a pesar de que la isla cuenta con luz y estamos retirados un poco de ella el lugar está iluminado por la luz de la luna y pequeñas velas a nuestro alrededor.

Hay cojines al rededor de la manta y una pequeña cesta que por lo que deduzco es alimentos.

—¿Vendrás?— pregunta con una sonrisa mientras avanza por el lugar.

Lo sigo en silencio, él se deja caer en la manta y me invita a que haga lo mismo. Lo hago quedando a su lado nos quedamos en silencio mirando el mar frente a nosotros en tranquilidad, la luz de la luna ilumina casi todo el lugar y el agua salada llega casi a dar con las esquinas de la manta.

—¿Tú hiciste esto?— preguntó rompiendo el silencio que nos cubre a ambos.

Gira su rostro para mirarme con ese gris agresivo que pose.

—¿No te gusto?

—sí, solo que no esperaba que tu hiciera todo esto solo.

—que Paula y mi hermano me ayudaran no era una opción.

Asiento, miro al frente para cerrar los ojos y sentir la suave brisa que sopla en la noche, me encanta este lugar, me quedaría vivir en él sin problemas. Jonathan se levanta a mi lado sin decir nada y miro confusa.
 

 ¿Qué hará?

Camina a unos matorrales de los cuales hay varias plantas que poseen flores hermosas. La isla está llenas de ellas dándole un aspecto más de fantasía al lugar.

Reprimo una sonrisa al verlo tomar la flor caribeña en su mano y arrancándola con cuidado de no ir a dañar las demás. Vuelve con ella en sus mano, baja a mi altura y quita la misma flor que llevo sujeta entre mi enreja y cabello. Ha terminado como las otras que he usado en el día, marchita. La remplaza por la que está en su mano.

Se toma su tiempo en acomodar mi cabello en su lagar para que la flor luzca su belleza.

La flor de cinco pétalos es bella, la más bella que he visto hasta ahora en esta isla y al parecer solo se da en este increíble lugar.

Me llevaría una de recuerdo a mi casa, pero sería estúpido de mi parte, la flor se marchita a la hora de ser cortada de su planta madre y puedo asegurar que por primera vez conozco la envidia. Las nativas de este lugar la ven todo el tiempo en todo su esplendor y yo solo la llevaré en mi memoria.

—Lucen más hermosa en ti— deja una suave caricia en mi mejilla.

—Pensé en llevar una a casa— musitó.

—¿y porque no lo haces?

Lo miro a los ojos, su gris se ve tan claro bajo la luz de la luna.

—Siempre terminan de esta manera.

Baja su mirada hasta la flor marchita en sus manos una.

—Me he dado cuenta de ello— la veo sacar su teléfono y alzarlo frente a mi rostro. —. Sonríe bonita.

Hago lo que me pide y en dos segundo el flash de su camera captura el momento dentro del aparato. Jonathan la observa un segundo y sonríe al verme.

—¿Al menos me la mostraras?— digo al ver como guarda su teléfono.

Se encoge de hombro y pone toda su atención en mí. Juega con uno de mis rizos naturales, no he alisado mi cabello en días y el cambio es notorio en ellos.

—Tal vez algún día— su tono de voz es despreocupado.

Suspiró sin dejar de mirarlo a los ojos, todo en el cambio y no sé si sea por la cantidad de tiempo que tenía de no verlo o por el hecho de que el día que él decidió irse a Londres sin arreglar los problemas entre nosotros y dejarme de lado, desde ese momento me juré sacarlo de mi corazón.

¿Lo logré?

No, no pude. Por más que traté de evitar su nombre o su recuerdo, Jonathan Robinson siempre estuvo presente en cada aspecto. Él tiene un lugar especial en mi corazón después de todo. Pero ahora el está aquí, a mi lado.

—¿Porque no dejaste que te explicara cómo sucedieron las cosas?— suelto la pregunta a través del silencio que nos acompaña.

Detiene su toque en mi pelo enderezado su cuerpo.

—Dafne…

—Lo has evitado todo este tiempo Jonathan, es hora de que lo hablemos como los adultos que somos.

Me da una sonrisa gélida.

—Que madura— se burla de mis palabras. O respondo. —, me advirtieron mucho de que maduraste.

—Somos adulto Jonathan.




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