Hilo Rojo

Capitulo 24.

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Capitulo 24.

Dafne.

Mi estadía en Italia no puede ser más aburrida de lo que ya lo es. Yo debería de estar saliendo y conocer la bella ciudad europea, pero no. La bestia que convive conmigo por estos pocos días dejo en claro su deseo de no querer salir de la casa de sus padres.

Es un aburrido completo.

Eso no sería un problema puedo salir sola y hacer lo que se pegue la gana, pero resulta que no sé cómo movilizarme por mi cuenta en suelo italiano. Para eso lo necesita a él.

—Entiendo papa— hace más de diez minutos llame a mi padre para hablar con él y no volverme loca del aburrimiento. Lo intenté con Paula pero no atendió ningunas de mis llamadas.

—Quisiera hablar con Jonathan— pide y bufo. No lo quiero cerca de mí. —. Jon mencionó que habló con él luego de la conferencia y quisiera averiguar algunos puntos con él.

—De acuerdo.

Me levanto de la cama de Jordán en su habitación y me dirijo a donde fue la última vez que lo vi. Estaba entrenando con su saco de boxeo. Me acerco a él con cuidado de que no vaya a golpearme.

Esta golpeando el saco cuando me planta al lado, lo sonido que crea al golpear el saco se escuchan por todo el cuarto.

Carraspeo extendiendo mi teléfono.

—Mi padre quiere hablar contigo.

Se detiene y abrazando el saco que se mueve a los lados. Me mira a través de sus pestañas con su mirada gris oscurecida. Le sostengo la mirada unos segundos, su pecho sube y baja con su respiración muy acelerada por el intenso entrenamiento y hago de todo para no mirar su pecho desnudo. Me provoca quitar cada gota de sudor que rueda por su cuerpo con mi boca.

—¿Puedes ponerlo en alta voz?— pide. —. No voy a quitar mis guantes.

Hago lo que me pide poniendo a mi padre en alta voz. Él lo saluda entablando una conversación con él, no le pongo detalle a nada de que ellos hablan concentrándome en el boxeador frente a mí.

Está todo sudado y agitado, su cabello negro se pega a su frente por culpa de sudor haciéndolo ver jodidamente caliente. Ayer en la noche luché con todas mis fuerzas por no caer en sus encantos de chico rudo y dejar que me follara como él quisiera. Estaba molesta por lo de Sasha, aún lo estoy y es por ello que lo hago sufrir. Yo también sufro por no dejarme tocar por el de ninguna manera, pero es lo menos que puedo hacer ¿no? No puedo mostrarle el poder que él tiene sobre mí.

Hace una seña con su mano pidiéndome agua para calmar su sed y muy obediente voy a servirle un vaso de agua. Estoy por salir de cuarto cuando su voz baja me llama.

—¿A dónde vas Dafne?— pregunta bajo.

—A buscar agua— respondo.

Señala una esquina de la habitación donde hay un termo de agua. Corro hasta él y se llevo.

Hace el gesto de gracia con sus labios antes de beber el líquido refrescante. Me quedo como una idiota parada frente a él mirándolo. Como si nunca en mi vida había visto a alguien beber agua.

Rosea agua en su rostro y pecho refrescándose de esa manera también y me quedo embobada al ver los hilos de agua recorrer su cuerpo y la tinta en su piel brillante.

Contraigo las paredes de mi interior tragando grueso observándolo. Esto es peligroso. Termina la llamada y me entrega mi teléfono.

Lo acepto bajando el rostro con mis mejillas rojas.

—¿Irás mañana a la convención?— pregunta.

—Si— carraspeo encontrado mi voz.

El me mira unos segundos desde su lugar.

—¿Te sientes bien Dafne?

—Sí. ¿Por qué no lo estaría?— contestó con voz afilada.

Jonathan se encoge de hombros sin importancia. No responde mi pregunta Pasa por mi lado chocando su hombro con el mío. Desde que la convención terminó y regresamos a casa de sus padres él ha tenido su actitud fría conmigo.

No es que me moleste que se comporte así, era obvio que al él no le iba a gustar la actitud que tengo por todo lo de Sasha, pero no es sido tan mala y cruel ¿no? solo lo dejé con un pequeña erección.

De pequeña no tenía nada… recalca la voz en mi cabeza.

Y cuánta razón tenía…



Bufo cansada cambiando de posición no se por cuanta vez en la noche no mejor dicho en la madrugada. Enciendo la pantalla de mi teléfono y veo la hora 4:15 am y no he pegado un ojo en toda la noche. Mañana debo de ir a la convención y poner toda mi atención y aquí estoy que no puedo dormir.

Razón.

Jonathan Robinson. El mencionado está a unos cuantos pasas de la habitación de su hermano, una distancia considerable entre ambos y aún así no deja de atormentar mi cabeza. La imagen de su cuerpo ejercitado y sudado no se borra de mi cabeza.

Me está gritando a voces que busque a Jonathan y termine con mi sufrimiento. Quiero estar con él, desde ayer llevo queriéndolo y no sé hasta donde pueda soportar. Sé que debería de olvidar lo de Sasha, él se fue cinco años y tenía todo el derecho de estar con quien a él se le percataba la gana, no pero entre todas debió haber sido Sasha.

Suspiro sentado me sobre la cama. No lograré dormir. Salgo de la cama de mala gana digiriéndome hacia la cocina para tomar un vaso de leche y ver si me puede ayudar con mi insomnio. Lo tomo en silencio teniendo un debate interno de si debería o no.

Tengo unas ganas inmensas de estar con él, en todos los sentidos. Pero no quiero pedírselo y verme como una necesitada rogando por su atención. Doy el último sorbo de leche levantándome del taburete de la Cocina.

Camino con toda la pereza del mundo devuelta a mi habitación o eso creía hasta que me encuentro abriendo la puerta de Jonathan con demasiada lentitud y suavidad para no hacer ruido. Todo está oscuro a mí alrededor, cierro la puerta de nuevo estando dentro de la habitación y mi cabeza solo me grita que salga de aquí pronto.

Ignoro esa voz y me hace eco a pasos lentos a la orilla de su cama encontrándolo dormir muy placido. Sus facciones duras se notan relajadas y por un momento siento la envidia de que él si puede descansar mientras que yo parada o un fugitiva volviendo a cometer el peor erro de su vida.

Pero se ve tan tranquilo durmiendo…

—Sasha…

El nombre que llevo odiando la mayor parte de mi vida sale de sus labios en un suave susurro. Rechino mi diente consumida en ira. ¿Cómo se atreve a mencionarla?

—¡Maldito infeliz!— hablo fuerte golpeando sus piernas cubierta por la manta acolchada. —. ¿Estás soñando con ella?

Su risa divertida se hace presente en toda la habitación. Enciendo la lámpara sobre la mesa de aun lado de la cama brindándonos un poco de luz entre ambos. Mis ojos furiosos se cruzan con los suyos sonrientes.

—Bonita…

—¡Jódete robinsón!

Camino para salir de ahí. Era una mala idea venir. Se planta frente a mí con solo un pantalón de pijama, chocó con su pecho desnudo y un poco frío por el aire acondicionado.

—¿A dónde vas bonita?— pregunta con una sonrisa.

—A mi habitación— respondo ruda pasando por su lado.

Me toma del brazo deteniéndome.

—¿No vas a quedarte?

—No, no voy a quedarme. Voy a dejar que sigas con tu sueño sobre Sasha— escupo molesta mirándolo a los ojos.

Pero está bueno que me pase por idiota al venir y buscarlo.

—No estaba dormido— informa. —, estaba despierto cuando abriste mi puerta Dafne y decidí divertirme un poco. No estaba dormido ni soñando con Sasha.

—No te creo.

No responde y solo se encojo de hombros. Se acerca a mí invadiendo mi espacio.

—No me creas. ¿Qué haces en mi habitación a esta hora bonita?—pregunta integrado y con una nota de seducción. —. ¿Qué buscas?

—Nada— me cruzo de brazo poniendo un poco de distancia entre ambos.

Muerde su labio reprimiendo la sonrisa que amenaza con salir.

—¿Nada?— indaga más interesado. —. ¿Por qué no estás dormida como todo el mundo?

—Por qué no quiero dormir— miento. Desearía estar dormida y no aquí.

—Dime que buscas.

—Ya te dije que nada.

Doy un paso lejos de él. Sus manos se cierran en mi cintura pegándome a su cuerpo, olfatea mi olor buscando el óvulo de mi oreja.

—Me mandas al diablo bonita y luego vienes a buscarme en el— se burla. —. ¿Estás mal acaso?




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