Hilo Rojo

Capitulo 25.

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Capitulo 25.

Dafne.


Detengo la cuchara de llega a mi labios cuando veo los dos boleto frente a mí. Muevo mis ojos a los de Jonathan que aún no dice nada y sigue devorando su cena en cada bocado.

Lo tomo en mis manos viéndolo más a detalle y enterándome de que son para una obra teatral de la historia de Romeo y Julieta.

—¿Quieres ir?— pregunta en mi dirección.

—¿Me llevarás?

—Si, si aceptas.

—¿Y si no?— lo retó.

—Te convenceré— responde.

—¿Es una cita robinsón?

—sí.

Dejo las boletas en su lugar sobre la mesa y me pongo sobre mis pies llegando hasta él, al otro lado de la mesa. Le sonrío sentándome en sus piernas.

No se queja por eso ni por cómo comienzo a trazar con la punta de mi dedo las escamas del dragón que lleva tatuado en su hombro. No lleva camisa más que un pantalón deportivo cortó hasta sus rodillas.

Estuvo entrenando hace poco boxeo mientras que yo descansaba un poco.

Me acomodo mejor sentando ahorcadas frente a él comenzando a besar la piel de sus pectorales desnudo. Él suelta un pesado suspiro en respuesta.

Tenemos cuatros días en Italia y tenemos planeado volver el sábado a Estados Unidos para que él siga trabajando con su padre y el mío en la empresa ya que en pocas semanas serán la graduación de él y Jordán en Inglaterra y debemos de aprovechar el poco tiempo que tendremos juntos. El lunes yo comienzo mi último año en la facultad de negocios y administración.

Ya no estaremos tan seguidos como ahora en Italia, será nuestra última escapada.

—Romeo y Julieta es mi historia favorita— digo buscando sus labios para besarlo.

—Por algo te di los boletos bonita— sus manos encuentran mis glúteos para apretarlo robándome un jadeo. —. ¿Irás conmigo?

Pierdo mis manos detrás de su cabello tardando en responder. Claro que iré con el, una noche de teatro no nos caería mal a ningunos de los dos.

—Convénceme de ir contigo— habló cerca de su oreja.

Toma mi rostro entre una de su mano teniendo todo el control de él para besarle, le correspondo el beso iniciando a mover mis cadera rozándola con su miembro que no tarda mucho en despertar y hacerse notar. Nos besamos hasta que escucho mi teléfono sonar y me levanto de sus piernas dejándolo.

—No te vayas— me toma del brazo impidiendo que lo haga.

—Puede ser mi padre Robinson.

A regaña dientes me suelta y voy hasta mi teléfono al lado de mi cena encontrando el número de Paula. Descuelgo la llama escuchando a mi amiga.

—¡Dios Dafne, al fin¡— exclama al otro lado de la línea. —. ¿Sabes las veces que te llame y sabes qué hora es en Estados unidos?

Río por su tono de voz molesto. Desde que llegue a Italia he intentado comunicarme con ella y no he podido hasta ahora.

—Hola Pau— saludo calmada. —. ¿Cómo has estado?

—¿Cómo crees? Me dejaste con el mayor idiota de todo los tiempos Dafne. ¿No podrían llevárselo y que me dejaran en paz?

—Irías a Italia a buscarme bebé— la voz de Jordán se hace presente en la llamada.

Rio internamente cuando comienzan a discutir. El sonido de la silla arrastrarse en el piso capta mi atención tirando mi vista sobre mi hombro y verlo acercarse a mí con agilidad.

—¿No es tu padre?— pregunta plantándose frente a mí.

—No.

—Bien.

Su hermano y mi amiga siguen discutiendo a lo que no se por la llamada.

Las manos de Jonathan se cierran a los lados de mi cintura alzándome hasta dejarme sobre la mesa en la antes cenamos. Comienzas a subir mi vestido hasta mis caderas mostrando mis bragas de encaje, me apoyo sobre mis codos alzando mi pelvis y que él pueda quitar mi ropa interior. Atrapó mi labio inferior entre mis dientes al momento que veo como su cuerpo se arrodilla frente a mí separando mis piernas y perderse dándole atención a ese lugar. Suelto un jadeo escuchando a Paula mandar al diablo a Jordán. Su legua comienza besando mis labios, dejo caer mi espalda sobre la mesa cerrando los palpados bajo las sensaciones que la boca de Jonathan provoca en mi ahora.

—¿Si escuchas la ridiculeces que dice Dafne?— pregunta Paula molesta y solo asiento como si ella me viera.

Una de sus manos sube encontrado mi pecho y liberarlo de las copas del vestido, pellizcando mi pezón. Cubro mi boca con mi mano para no soltar un sonido inapropiado, su lengua sigue haciendo maravilla en medios de mis piernas. Abro mis ojos y mi boca sin llegar a emitir sonido cuando él comienza a chupar todo lo que él desee, mis ojos se pones en blanco cuando traza círculo con su lengua sobre mi clítoris.

—Vas a encontrarme en prisión cuando vuelvas a casa Dafne y a tu mejor amigo enterrado dos metros bajo tierra.

—Okey…

Gimo sin pudor en la llamada, Jonathan no se detiene de atacar mi sexo con su lengua y con ella hacerme perder la razón de todo.

—¿Dafne?

—Um…

Es el segundo gemido que suelto.

—¿Qué estás haciendo amiga?

—¡Dios¡— exclamó bajo cuando vuelve a chupar mi clítoris. —. Nada— respondo ahoga el tercer gemido.

—¿Y porque están tan sofocada Dafne?

Voy a responder y cubro mi boca para no soltar más gemidos. Su lengua entra, sale y chupa a su antojo. Quita mi mano de mi boca y lo miro matándolo con la mirada.

—Ven aquí y deja a Dafne en paz. Está en Italia trabajando— Jordán le pide a mi amiga y rezo en silencio para que haga caso una vez en su vida y termine la llamada.

—Deja que sea ella la que me lo pida, tiene su propia voz. ¿Está ocupada Dafne?

—Ay no… si… quizás… ¡Ay dios Paula no se¡— contestó con gemidos cuando ya no lo puedo controlar más.

Jonathan sigue en su trabajo de complacerme con su lengua.

—¿Acaso estás con Jonathan?— pregunta con la incredulidad plasmada en su voz.

—¡Sí!— no le miento.

Se hace un silencio unos segundos hasta que gimo su nombre con fuerza cuando me siento a punto de correrme.

—¡Joder Dafne¡ ¿Estás follando con Jonathan mientras hablas conmigo?— no contesto temblando sobre la mesa. Me voy a correr.

—Diablos y no invitan— dice Jordán.

Dejo caer mi teléfono dejándolo a ambos en la llamada si sabes si cierran o no, me concentro en Jonathan ahora. No ha dejado de chupar mi coño con demasiada devoción. Intento cerrar las piernas cuando ya no puedo más y el no me lo permite. Se despega poniéndose sobre sus pies y jalarme hasta bajarme de la mesa quedando frente a él. Me gira tirando mi cuerpo sobre la mesa separando mis piernas y colocarse detrás de mí para penetrarme en esa posición. Estoy húmeda y muy resbaladiza facilitándole la tarea de entrar en mi con facilidad, gimo cuando se clava chocando su pelvis contra mis nalgas y comenzado a penetrarme. Dos minutos me son suficientes para volver a sentir el clímax arrasar con mi cuerpo y terminar de correrme.

—¡Dios!— gimo sintiendo su respiración en mi nuca, toma un puñado de mi cabello jalándolo hacia él despegándome de la mesa. Apoyo mi mano sobre ella para tener estabilidad recibiendo sus embestidas hasta que él se corre con fuerza dentro de mí.

Termina por correrse por completo saliendo de mí con brusquedad haciendo que gima bajó por eso. Bajo mi manos a mis entre piernas limpiando el líquido tibio que sale de mi interior. Lo miro brillar en mis manos. Jonathan aparta mi cabello a un lado apoyando su cabeza en mi hombro viendo mi mano al igual que yo.

Esto es demasiado. Se siente espeso y pegajoso.

Su mano toma la mía llevando la mía labios y mi cuerpo se sacude levemente cuando él suelta ese pedido besando mi mejilla.

—¿Qué esperas bonita? Pruébalo.



Camino por el pasillo que conduce a la cocina encontrándolo de espalda hacia mí manteniendo una conversación con su padre. John y mi padre se enteraron con rapidez de todo lo que pasó ayer en la conferencia con el señor mala vibra. Ahora me entero de que las noticias vuelan rápidos aquí. No he hablado con mi padre aún, pero muy en el fondo sé que no me dirá mucho por defenderme de esos señores.

—¿Solo eso?— habla sin aún percatarse de que estoy aquí. —. Dafne y yo saldremos ahora.

Sonrío, me invitó a una cita y casi salimos para el teatro. Estoy ansiosa, una ridiculez quizás pero enserio amo esa historia y que Jonathan me lleve a verla aquí en Italia se me hace un detalle especial.




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