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Capítulo 26.
Dafne.
Salgo de sus brazos con todo el cuidado de no ir a despertarlo. Lo miro un segundo durmiendo profundamente tendido sobre la cama, tomo una de las batas cubriendo mi cuerpo desnudo y me alejo cuando ya tengo suficiente de la vista que él me regala llegando hasta la puerta corrediza que divide el balcón de la habitación.
La brisa fría de la madrugada me recibe acariciando mi cara. Me permito respirar un segundo analizando todo lo me pasó en las últimas seis horas.
Jonathan me trajo a parís para pedirme que fuera su novia nuevamente y yo acepte.
Una locura. Pero ahora debo de pesar en cómo se lo diré a mis padres y a los suyos.
Será más difícil de lo que pensé. Nuestros padres nos consideran hermanos de la misma sangre y que le confesemos que siempre hemos sentido atracción el uno por el otro va a romper sus corazones.
Dejo de pensar en eso y contemplo la torre Eiffel con sus luces encendidas. Desde aquí se puede ver increíblemente sin problemas. Es hermosa, he tenido el placer de venir varias veces a parís, pero creo que nunca me había detenido a observar la torre de esta manera. Es magnífica.
Escucho sus pasos venir a mí.
—Te escapaste bonita— sonrió levemente al sentir sus brazos rodearme la cintura pegándome más a su cuerpo. —. ¿Por qué?
Su voz adormida caricia mi mejilla y le permito cerrar un segundo mis ojos recibiendo su calor corporal.
—Me desvele y no pude volver a consolidar el sueño— musitó.
—¿Y decidiste venir aquí?— pregunta en el mismo tono. —. ¿Qué miras aquí?
—La torre.
Aparta mi cabello poniéndolo a un lado de mi cuerpo colocando su cabeza en mi hombro.
—No es la primera vez que la miras.
—No, pero ahora se ve más interesante que otras veces— giró en sus brazos motivada por él.
Me encuentro con su rostro un poco casando por el sueño y sonrió leve. Estamos juntos ahora y quiero luchar por esto. Que no se rompa como la última vez. Subo mis manos a su cabello despeinado deleitándome en acomodarlo lo más posible, cada hebra se muestra rebelde en no querer acomodarse a mi gusto.
—¿Que sucede?— preguntó al ver que sus esferas grises no dejan de mirarme con adoración.
No responde y en su lugar besa mis labios durante unos segundos que le correspondo sin dudar. Sostiene mi cintura haciendo que enrede mis mientras al rededor de la de él. El beso se sigue profundizando a medida que pasan los segundo y me veo en la obligación de romperlo cuando me falta el aire. Es intenso. Jonathan no se detiene besando cada parte de mi cara causando que ría levemente por ello.
—¿Quieres probar algo nuevo bonita?— pregunta dejándome en el suelo otra vez. Sus manos a cada lado de mi cuerpo me encarcelan manteniéndome ahí.
Lo miro sonriente porque no sé qué se le pueda ocurrir ahora.
—¿Qué cosa Robinsón?
Su boca va a mi oreja acariciándola con sus labios. Su respiración hace que me estremezca con suavidad.
—Follar frente a la torre— propone con un toque de sedición en su voz que me pone a temblar de solo pensarlo. —. ¿Qué dices?
Quiero hacer eso y mi cuerpo reacciona haciéndoselo saber de inmediato.
—¿Acaso eso no es un delito?— ríe erizándome más la piel.
—No lo sé, pero sería interesantes ¿No crees?
Acortó sus palabras besándolo. El entiende al segundo mi respuesta tomando una de mis piernas y colocarla en su cadera. Presiona su pelvis hacia delante rozando la tela del pantalón de pijama con mi canal libre de barrera. Jadeo contras sus labios por la deliciosa fricción que hace. Nuestro ojos se corneta con lo del otro y bajo mi mirada observando cómo libera su miembro ya erecto de su pantalón. Lo sostiene en su mano pasándolo varias veces por mis labios húmedos lubricando más la zona ante de finalmente penetrarme y hacerme gemir bajo.
Alza mi rostro buscando mis labios que no tardan en corresponderle. Enredo mis manos detrás de su cabeza sosteniéndome de su cuerpo y recibiendo cada empujo de su parte. No es rudo ni posesivo como otras veces. Es delicado y pausado haciéndome sentir miles de emociones diferentes con cada roce. No sé cuánto tiempo pasa y seguimos en la misma posición y ritmo sin cambiar nada.
—No te detengas— gimo buscando su boca. Suelta un gruñido que me eriza los vellos de mi cuerpo y que me lleva al borde del clímax pidiéndole más y que él no duda en darme.
Hecho mi cabeza hacia tras cerrando los ojos con fuerza cuando siento que no lo puedo retenerte más. El sabe lo cerca que estoy de terminar y me insista hacerlo con él.
—Córrete conmigo bonita— me penetra autoritario. Gimo en respuesta y él sigue entrado y saliendo. —. Hagámoslo junto.
Estoy perdiendo la cabeza y no sé si es culpa de su pedido o sus empollones.
—Si— el gemido se escapa de mis labios y él ríe sin detenerse. —. Ya no puedo más Robinson.
Llega a mis labios dando un corto beso.
—Córrete Dafne— ordena y obedezco liberándome junto a él. Siento lo tibio del líquido correr dentro de mí y dejo caer mi cabeza agotada en medio de su pecho.
Da unas embestidas más antes de salir de mi interior y cárgame sobre sus brazos llevándome con él a la cama. Me deja en ella y sube a mi lado, besa la coronilla de mi cabeza cuando bostezo.
—Te quiero.
Su confección me deja fría en sus brazos.
Ningún nervio de mi cuerpo se mueve al escuchar esa confección salir de su boca. Mi corazón es el único que parece entender la situación porque ha comenzado a latir con demasiada velocidad. Pestañeo varias veces sin creerme esas sietes letras ahora.
Lo más seguro es que él lo haya dicho por lo soñoliento que se encuentra.
—Debes dormir Jonathan— le digo ignorando lo que acaba de confesar
—Si, eso también bonita— se acurruca más contra mi cuerpo. —, pero es muy enserio lo de que te quiero y mucho— suspira casi quedando dormido. —. Más de lo que puedes imaginar.
Lucho por quedarme dormida y no lo logro por culpa de esas palabras. Ese te quiero, Sigue retumbando al fondo de mi cabeza.
…
—No creo nada de esto— exclama Paula por milésima vez.
Varias miradas de otros estudiantes se posan en nosotras dos. Estamos en la cafetería del campus de la universidad esperando a que inicie nuestra primera clase.
Le estoy contando todo lo que pasó con Jonathan en parís. Volvimos ayer en la noche y no hemos hablado hasta ahora ya que él tenía que estar temprano en la empresa y yo aquí en la universidad.
No sé si lo vea esta noche.
Oculto mi sonrisa con laza de café husmeaste.
—No hay mucho por creer Paula— contestó. —. Volvimos hacer novios.
—¿Y te lo pidió así sin más?
—Me lo propuso Paula y yo acepté.
Bebe su chocolate en silencio sin su mirada azul de mí.
—¿Tu padres saben de eso?— niego. —. ¿Los de él?
—Hasta ahora los únicos que lo saben es Jordán y tu…
—y Sasha— dice deteniéndome.
—¿Qué?
Duda en sin decirme o no y termina haciéndolo.
—Jordán me juro que no lo mencionará Dafne, pero eres mi mejor amiga y no puedo cállame algo así. Sasha está en el país y pasó toda esa semana buscando a Jonathan— revela. —. Jodan no le di su ubicación por más que insistió. Ella sospechaba que ustedes estaban juntos y dijo que lo va a separar.
—¿Sasha aún está en Estados Unidos?— preguntó.
Jonathan me juro que ella había vuelto a Londres de donde nunca debió salir. Es imposible que se encuentre aquí otra vez.
—Si— Paula confina mis sospechas. —. Llegó el día después de que tú y Jonathan se fuera a Italia, vine a buscarlo y no dejaba de mencionar en que solo volvería con él.
Niego. Sasha está loca.
—Hablaré de esto con Jonathan más tarde— le restó importancia.
No voy a dejar que Sasha siga arruinando mi relación con Jonathan, una vez se interpuso entre ambos y no lo hará otra vez porque no la voy a dejar.
Sigo con estado con Paula de cualquier cosa mientras que llega la hora de que inicien nuestras clases. Es el último año de ambas en la universidad y eso me emociona. Falta poco para que asiendo en la empresa junto con los hermanos Robinson y nos hagamos cargo de ella.
Pienso en Jonathan, será interesante trabajar con él dentro de unos meses y como si lo invocará con mis pensamiento miro la pantalla de mi teléfono relucir un mensaje con su nombre el cual no dudo el abrir y sonreír como una idiota enamorada.
Te pasaré a buscar a la hora de salida. ¿Espérame de acuerdo? Tu padre mencionó que almorzarías con nosotros hoy para ver unos detalles de la unión entre empresas.
Sonrió sin tarda en contestar.
No te demores Robinson porque si lo haces no voy a esperarte.
Envío el mensaje e ignoro la respuesta cuando entro a mi primera clase de la mañana. Me olvido de mi novio y me centro en tomar mis clases y sacar las mejores calificaciones.
Jonathan.
Espero a que termine de despedirse de la loca de Paula para que llegue y nos podamos ir. Hoy tendremos que almorzar con Esteban y su padre y Dafne deberá de estar presente.
Ella aún no es la presidenta de la empresa, pero Ernesto ignora eso manteniéndola involucrada en cada proyecto.
Una felicidad para mí porque de ese modo la tengo más cerca.
—Hola— llega hasta mí alzándose en puntas para besar mis labios. —. ¿Cómo va tu día?
Sonrió quitando algunos libros y cuadernos de sus manos para ayudarla con el peso y abriendo la puerta del copiloto sosteniéndola para que ella entre al McLaren.
—Regular— respondo. —. Mucho mejor ahora que te veo. ¿El tuyo?
Me sonríe rodando los ojos en diversión.
—No puedo decir lo mismo, fue cansado y estresante. Vi demasiados números en mis clases Robinson.
Entra al auto y yo lo hago igual rodeándolo para llegar a su lado dentro del copiloto.
—Si necesitas ayuda en tus tareas me tienes a mi bonita y puedes pedirlo cuando quieras— enciendo el motor saliendo del campus.
Enciende la radio poniendo una canción que no le tomo mucha importancia centrándome solo en ella.
—Tu día de suerte Robinson, tengo miles de tarea para entregar con rapidez.
Sonrió, es lo que necesitaba escuchar.
—Puedes pedir un permiso y quedarte a estudiar hoy en mi departamento— insisto. —. Muero por enseñarte algo de anatomía.
Niega explotando en una suave carcajada. No seguimos hablando en todo el camino y solo me centro en escucharla cantar. Unos minutos después llegamos al restaurante en donde nos esperan todos.
Esta por abrí la puerta del McLaren para salir y la detengo tomando su rostro y besarla. Quito el cinturón de seguridad atrayendo su cuerpo a mí.
—Debemos entrar Robinson— dejó un corto beso negando. —. Nuestros padres nos esperan.
Vuelvo a besarla callándola por completo. Allá dentro no podré tenerla así. Roberto me mataría si se entera de manera de que toco a su tesoro más de la cuenta. Mandaría mi cuello a la guillotina solo por eso.
—¿Ya te dije lo hermosa que te ves hoy bonita?— preguntó curioso. Mis manos descienden por su espalda llegando a su culo perfectamente redondo.
No podría elegir otra cosa que no fuera el jean que lleva puesto.
—No— roza mi mejilla con sus nudillos. Suspiro cerrando mis ojos bajo el tacto cálido de mano. —. Fallaste como mi novio por eso Robinson. Otras personas si me lo dijeron antes que tú.
Sonrió porque no le cabe duda de eso. A mí no me sorprendería ser el único idioma enamorado de ella.
Toma la parte detrás de su nuca acercando su rostro al mío hasta que nuestros labios se rocen.
—No me importa que otro digan lo hermosas que eres— la beso estrujando sus glúteos con demasiada fuerza que la hace jadea. —. Solo yo puedo tener todo de ti Dafne y eso no se discute.
Sonríe sin oponerse a seguir nuestra pequeña sección de besos candentes. Bajamos del auto minutos más tardes y me deleitó con las caderas de Dafne con cada paso que da. Si todos los presente en la mesa no tuvieran su mirada ya puesta en nosotros no temería en soltar una nalgada en ellas.
Borro esos pensamientos cuando la veo saludar a su padre dejando un tierno beso en su mejilla. Yo tomo asiendo al lado de Jordán dejando el asiento del medio para Dafne que ahora saluda a mi padre con el mismo cariño.
—Tardaron bastante— musita Jordán a mi lado. Se cerciora de ser lo suficientemente bajo. —. ¿Qué le tomaba tanto tiempo?
Mis labios se curvan en una sonrisa sin llegar a responderle por más que él insista. Bufa luego de unos minutos al ver que no le voy a responder.
Dafne sigue conversando con mi padre y el suyo de cómo fue su día en la universidad.
—Buenas tardes— el padre de Esteban aparase con su hijo al lado al cual le encargó de matar con la mirada. —. Disculpen la tardanza, pero Esteban no quería recibir a Dafne después de su viaje sin las manos vacía.
Se crea un silencio alrededor de nosotros. Esteban se acerca a Dafne sentada en las piernas de su padre y le extiende el enorme ramo de rosas en sus manos.
—Para ti— se las ofrece y Dafne duda en tomarla. Intervengo cuando veo que ella la va a tomar.
Es un maldito idiota.
—¿Porque le traes flores Esteban?
Editado: 12.11.2024