"Hilos del Destino: Lúmina Bajo el Velo"

Capítulo 3 — Vínculos Inesperados

La lluvia había cedido, pero la humedad persistía, impregnando cada rincón de Lúmina con un aroma a metal y tierra mojada. Los callejones estrechos estaban envueltos en neón y vapor de alcantarillas. Cada charco reflejaba las luces distorsionadas, y Aria caminaba con cuidado, sus botas chapoteando en el agua mientras sus hilos vibraban a cada paso.
—¿Siempre es así de intenso? —preguntó Kael mientras avanzaban, la voz baja, mezclando curiosidad y preocupación.
—Cuando un vínculo se rompe con violencia, sí —respondió Aria, los dedos temblorosos mientras palpaba los hilos que colgaban en el aire—. Lo que sea que está causando esto… no es humano.
Kael frunció el ceño, el aura de energía a su alrededor chispeando levemente. Había algo en la ciudad que lo inquietaba más allá de lo normal: la forma en que los hilos vibraban, tensos y oscuros, como si la ciudad misma gimiera.
Al llegar a un antiguo edificio abandonado, la madera de las ventanas crujió con la brisa y el eco de la lluvia golpeaba los techos metálicos. Un hilo oscuro, casi negro, surgió de la entrada, moviéndose como una serpiente invisible. Aria retrocedió, su respiración entrecortada.
—Eso no debería existir… —susurró, los dedos extendidos intentando contener la vibración del hilo.
Kael levantó sus manos, formando una barrera de energía azul que rodeó a Aria.
—Quédate detrás de mí —ordenó, aunque su voz revelaba tensión y un sutil dejo de miedo que él no admitía.
—No soy una niña —protestó Aria, pero el temblor en su voz delataba el miedo que sentía—. Puedo ayudarte.
Una criatura emergió del edificio. No era una sombra menor: alta, compacta, formada por fragmentos de vínculos rotos, sus ojos brillando en un rojo intenso. Se movía con una intención que helaba la sangre.
—Se alimenta de la destrucción emocional —susurró Aria—. Cada vez que alguien pierde un lazo, ella crece.
Kael atacó con una onda de energía, pero la criatura la absorbió, como si su existencia se nutriera del poder de ambos.
—Necesito tus hilos —dijo Kael, sin apartar la vista de la criatura—. Ahora.
Aria respiró hondo y levantó las manos. Sus hilos dorados surgieron como rayos de luz que danzaban en el aire, entrelazándose con la energía de Kael, formando un torbellino de fuerza que atrapó a la criatura. La luz de los hilos iluminó el callejón, reflejando cada charco y pared húmeda mientras la criatura se quebraba en cientos de fragmentos oscuros.
Aria cayó de rodillas, exhausta. Kael la sostuvo, su rostro mostrando un raro instante de vulnerabilidad.
—No vuelvas a hacer eso sola —dijo, su voz cargada de preocupación y afecto—. Podría no estar allí para sostenerte.
—No tenía intención —murmuró ella, jadeando—. Pero necesitamos respuestas.
Kael la miró más tiempo del necesario, y por un momento el hilo entre ellos vibró con fuerza, más brillante que nunca. Aria sintió un calor que subía por su pecho, mezclado con miedo y algo más profundo, imposible de ignorar.
—Las encontraremos —dijo finalmente—. Juntos.
Por primera vez, Aria no sintió miedo. La ciudad parecía menos opresiva, aunque las sombras y los hilos oscuros recordaban que la lucha apenas comenzaba.
Desde lo alto de un tejado, dos ojos observaban, brillando con malicia. Una figura encapuchada murmuraba para sí:
—La Tejedora ha despertado… y no se dará por vencida.

Notas de autor*

Solo dos capitulos los días que tengo tiempo puedo publicar , gracias a los lectores.




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