La lluvia había amainado, pero el aire seguía pesado, cargado de humedad y magia. Cada callejón de Lúmina parecía un laberinto vivo: charcos que reflejaban neones violetas y azules, vapor que se enroscaba entre las grietas del pavimento y ecos de pasos que se perdían entre las sombras. Aria sentía los hilos vibrando de manera extraña: tensos, urgentes, como si la ciudad misma gritara una advertencia.
—Kael… —susurró, su voz temblando apenas—. No estamos solos.
Él extendió sus manos, formando un gesto preciso. La energía azul chispeó a su alrededor, creando una barrera protectora que iluminó sus rostros, tensando la luz sobre los charcos y reflejando las grietas en las paredes húmedas.
De entre la niebla surgió una figura encapuchada. Cada paso resonaba con fuerza y deliberación, como si fuera capaz de sentir cada latido del corazón de Aria.
—Aria Delwyn —dijo la voz, suave y firme a la vez—. Te he buscado por años.
La mujer bajó lentamente la capucha, revelando ojos plateados, profundos y extrañamente familiares.
—Soy Lyssara —continuó—. La última Tejedora antes de ti.
Aria retrocedió, los hilos entrelazándose nerviosamente.
—Eso… eso es imposible —murmuró—. Creí que todas estaban muertas.
—Intentaron matarnos —dijo Lyssara con voz grave—. Y ahora intentan destruir lo que protegíamos.
Kael dio un paso adelante, tensión y protección vibrando en cada músculo de su cuerpo:
—¿Qué sabes del Velo?
Lyssara respiró hondo, la mirada fija en la ciudad que se extendía más allá del callejón.
—El Velo no se está rompiendo… lo están desgarrando desde dentro. Alguien del Consejo Arcano, con poder y odio suficientes, ha decidido corromperlo.
Un rugido surgió desde un callejón lateral. Una criatura formada por hilos rotos, negros y carmesíes, emergió con intención de atacar. Sus ojos brillaban con hambre y malicia.
—Prepárense —dijo Lyssara, mientras Aria sentía cada hilo vibrar con urgencia—. Si no trabajamos juntos, esto será nuestra tumba.
Kael y Aria unieron sus habilidades: hilos dorados y plateados giraron, formando una red que atrapó a la criatura mientras la energía azul de Kael la contenía y debilitaba. La batalla fue intensa: cada movimiento era un pulso de poder y emoción, y cuando finalmente la criatura se desintegró en fragmentos oscuros, Aria cayó de rodillas, agotada y respirando con dificultad.
Lyssara los observó, evaluando cada gesto y cada hilo vibrante entre ellos.
—Su vínculo es fuerte —dijo, casi para sí misma—. Pero deberán aprender a usarlo juntos. Solo así podrán enfrentar lo que se acerca.
Aria y Kael intercambiaron una mirada cargada de significado: peligro, emoción y un vínculo creciente que ninguno de los dos entendía completamente, pero que ya los unía más allá de la magia.
Notas de autor:
ESPERO ME TENGAN PACIENCIA, SOLO QUEDAN UNOS CUANTOS CAPÍTULOS MAS PARA TERMINAR ESTA PEQUEÑA HISTORIA , GRACIAS 😊