"Hilos del Destino: Lúmina Bajo el Velo"

Capítulo 15 — Ecos de Hilos Rotos

La ciudad despertaba con una luz gris, filtrada por nubes densas que parecían aplastar cada rincón de Lúmina. Los hilos que normalmente vibraban con claridad ahora temblaban de manera irregular, emitiendo destellos que parecían nerviosos y desordenados. Cada calle estaba cargada de tensión, y el aire parecía susurrar secretos que solo los guardianes podían percibir.
Aria caminaba junto a Kael, sintiendo cómo los hilos bajo sus manos vibraban con ansiedad. Cada movimiento de la ciudad, cada sombra, cada sonido parecía amplificado por una sensación de peligro inminente.
—Kael —dijo, apretando suavemente su mano—. Los hilos… no se sienten normales. Es como si supieran que algo está a punto de suceder.
Kael frunció el ceño, observando las calles. —Lo siento —respondió con voz grave—. No es solo eso, Aria. Hay patrones que no deberían existir. Algunos hilos se mueven solos, otros parecen querer alejarse de la ciudad. Esto… esto no es casualidad.
Raven descendió desde un techo cercano, sus ojos brillando intensamente. —No es percepción —dijo—. He estado siguiendo los hilos esta mañana. Algunos ciudadanos escuchan voces que no existen, otros sienten manos invisibles guiándolos hacia decisiones que no quieren tomar. Incluso sus emociones se alteran. La ciudad misma está reaccionando a algo… algo que no podemos ver.
Aria tragó saliva, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en su pecho. —No puede ser magia residual —murmuró—. Esto es… demasiado consciente, demasiado preciso.
Kael asintió, con un hilo de preocupación cruzando su mirada. —No es un hilo aislado. Eldan está interviniendo en un destino completo, uno que no pertenece a nadie y que nunca debió existir.
—Un destino huérfano —repitió Raven con gravedad—. Eso explicaría los hilos que se retuercen solos. Es como si la ciudad estuviera siendo examinada, probada.
Aria apretó los dientes. —Y cada vez que los hilos vibran así, siento que algo podría romperse. Algo… o alguien podría desaparecer.
Kael pasó una mano por su cabello. —No podemos luchar contra esto como hacemos con la corrupción o los guardianes caídos. No es un enemigo que podamos ver o tocar. Solo podemos anticipar, observar, proteger lo que podamos.
Un silencio pesado cayó sobre ellos mientras avanzaban por la plaza central. Los hilos de la ciudad vibraban con movimientos impredecibles, enredándose unos con otros y formando patrones oscuros y confusos. Voces suaves comenzaron a resonar, susurros que repetían los miedos y dudas de los ciudadanos. La ciudad parecía enferma, respirando con dificultad bajo la influencia invisible de Eldan.
—¿Lo sientes? —preguntó Aria, su voz apenas un susurro—. Él está cerca. Puedo sentir su presencia en cada hilo que vibra, en cada sombra que se mueve.
Kael la observó, serio. —Está ahí, pero no nos confronta. Solo prueba, manipula desde las sombras. Cada hilo, cada decisión, cada miedo… todo está bajo su control.
Raven intervino, su tono firme y directo. —Si seguimos así, la ciudad podría empezar a desgarrarse desde dentro. Cada ciudadano podría ser un hilo roto más. Y si eso sucede, no sé si los hilos podrán sostenernos.
Aria cerró los ojos, intentando calmar la ansiedad que la invadía. —Debemos proteger los hilos, Kael. Y debemos encontrar el origen de la grieta. No podemos permitir que esto se expanda más.
—No podemos enfrentarlo directamente —dijo Kael—, pero podemos estudiarlo. Cada vibración, cada patrón, cada susurro… nos dará pistas. Él quiere que nos movamos, que reaccionemos. Debemos anticipar.
—¿Y si no podemos anticipar suficiente? —preguntó Aria, con un hilo de miedo en su voz—. ¿Y si los hilos se rompen antes de que podamos detenerlo?
Kael apretó su mano con fuerza, transmitiéndole seguridad. —No nos romperemos, Aria. No mientras estemos juntos. Pero sí debemos ser cuidadosos. Cada decisión cuenta. Cada paso que damos afecta a la ciudad, a los hilos y a nosotros mismos.
Raven se inclinó hacia ellos, su mirada fija en la plaza. —Y Eldan lo sabe. Él juega con nuestra incertidumbre. Cada hilo alterado, cada emoción perturbada, es un movimiento calculado. Estamos en su tablero de juego y aún no sabemos cuál es la regla final.
Aria respiró hondo, tratando de calmar la sensación de urgencia que le quemaba el pecho. —Entonces debemos ser más rápidos —dijo—. Más atentos. No podemos esperar a que los hilos se rompan.
Kael asintió. —Sí. Y debemos proteger a los ciudadanos. No solo a la ciudad, sino a todos los que dependen de estos hilos. Si los hilos se rompen, no solo se altera Lúmina. Se altera todo.
Un hilo dorado y plateado vibró cerca de ellos, moviéndose de manera inquietante. Era fino, casi imposible de seguir, y parecía palpitar con vida propia. Aria lo observó, reconociendo la firma de Eldan en cada vibración.
—Ahí está —murmuró—. Él lo está moviendo de nuevo.
Kael la miró, su expresión dura. —Y seguirá haciéndolo hasta que descubramos su propósito. No podemos permitir que domine los hilos sin intervención.
Raven se quedó en silencio, observando los patrones que se entrelazaban y formaban caminos confusos y oscuros. —Esto no terminará rápido —dijo finalmente—. Cada paso que demos ahora definirá si podemos mantener el equilibrio de Lúmina.
Aria apretó la mano de Kael y respiró hondo. —Entonces no hay descanso. Debemos actuar, pero también observar. Proteger lo que podamos, y no perder de vista los hilos.
Los tres avanzaron por la plaza, sintiendo cómo los hilos vibraban con miedo y ansiedad, y cómo la presencia de Eldan se filtraba en cada movimiento, invisible pero tangible. La ciudad parecía contener la respiración, consciente del peligro, y ellos sabían que cada decisión sería crucial.

Continuará…



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En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 21.12.2025

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