"Hilos del Destino: Lúmina Bajo el Velo"

Capítulo 16 — La Sombra Benevolente

El sol apenas se asomaba entre las nubes grises, dejando un resplandor pálido sobre Lúmina. La ciudad respiraba con dificultad, como si cada edificio, cada calle y cada hilo estuviera consciente del peligro que se cernía sobre ella. Los hilos vibraban irregularmente, algunos brillando con un dorado tenue, otros palideciendo hasta casi desaparecer. La sensación de alarma recorría cada rincón: los ciudadanos sentían una inquietud difusa que no podían explicar, y los guardianes percibían cada vibración con claridad.
—Aria —susurró Kael mientras avanzaban por la plaza central—. No es solo la alteración de los hilos. Hay algo… alguien detrás de todo esto.
—Sí —respondió ella, apretando los puños—. Lo siento en cada hilo, en cada decisión que los ciudadanos parecen tomar por impulso, sin comprender por qué.
Raven apareció desde un callejón elevado, observando cada movimiento de la ciudad. —Hay… patrones que no encajan —dijo—. Algunos hilos se cruzan de forma antinatural, otros se desvanecen y reaparecen. Todo apunta a una intervención consciente.
—¿Y quién podría hacerlo? —preguntó Aria, con un hilo de miedo en su voz—. No hay señales de fuerza física, de corrupción o de magia común. Esto es… diferente.
Kael frunció el ceño. —Alguien que entiende los hilos mejor que cualquiera de nosotros. Y lo más peligroso es que no quiere que sepamos quién es… al menos todavía.
Un movimiento suave detrás de ellos interrumpió la conversación. Una figura elegante emergió de entre las sombras: Eldan. Su presencia no era amenazante; al contrario, había un aire de calma y seguridad que resultaba casi convincente. Sus ojos brillaban con intensidad y su sonrisa tenía un matiz tranquilizador, pero Aria percibió algo extraño, una vibración casi imperceptible en los hilos alrededor de él.
—Buenos días, guardianes —dijo Eldan con voz suave—. Veo que han notado que Lúmina no está del todo tranquila esta mañana.
Kael tensó los hombros, instintivamente en guardia. —¿Quién más conoce estas perturbaciones? —preguntó, midiendo cada palabra.
Eldan inclinó la cabeza ligeramente, como si considerara su respuesta. —Algunos pocos elegidos pueden percibir lo que yo veo. La ciudad siempre habla, pero pocos saben escuchar. He venido a ayudarles a entender los patrones, a proteger lo que aún se sostiene.
Aria intercambió una mirada con Kael y Raven. Había algo en su presencia que inspiraba confianza, pero los hilos… los hilos hablaban con otra voz. Sus vibraciones eran irregulares, como si sintieran temor y fascinación al mismo tiempo.
—¿Cómo podemos confiar en ti? —preguntó Aria, la voz firme pero cautelosa—. No sabemos quién eres realmente ni cuáles son tus intenciones.
Eldan sonrió, sin perder la compostura. —Entiendo sus dudas, pero observen los hilos a su alrededor. Mi intención es guiarlos, no destruirlos. No puedo manipularlos sin su consentimiento… aún.
Kael no bajó la guardia. —Aún así, algo no encaja. Los hilos reaccionan a tu presencia de manera extraña. No sé si eso es tu intención, pero está sucediendo.
Eldan suspiró suavemente, como quien lamenta una incomprensión inevitable. —Es natural que desconfíen. Los hilos no siempre se comportan como uno espera, y los destinos son delicados. Pero no teman. Puedo ayudarlos a restaurar lo que se tambalea, a estabilizar los hilos antes de que las grietas se expandan.
Aria lo observó, incapaz de determinar si lo decía en verdad o si había un doble filo en sus palabras. La sensación de peligro persistía, pero también había una extraña calma que Eldan proyectaba.
—Si vas a ayudar, tendremos que trabajar juntos —dijo Raven con cautela—. Pero cualquier movimiento que parezca sospechoso, cualquier alteración fuera de nuestro control, tendrá consecuencias.
Eldan asintió, su expresión de aprobación mezclando amabilidad y un matiz enigmático. —Entiendo. Lo que buscan es proteger Lúmina. Lo que yo busco es… garantizar que los hilos no se rompan. Por ahora, nuestros objetivos coinciden.
Kael apretó los dientes, percibiendo la tensión sutil en los hilos alrededor de Eldan. —Por ahora. Eso es lo que más me preocupa.
Aria suspiró, dejando que los hilos en sus manos se movieran suavemente, como respirando junto a ella. —Entonces, trabajemos juntos. Pero estamos vigilantes. Nada pasa desapercibido.
Eldan sonrió, y aunque parecía amable, Aria sintió un estremecimiento en los hilos, una vibración que no podía ignorar. Había una inteligencia detrás de esa sonrisa, algo que no se mostraba pero que prometía que el verdadero juego apenas comenzaba.
Mientras avanzaban juntos hacia el centro de la ciudad, los hilos se movían a su alrededor, algunos tensándose, otros vibrando con ansiedad. Eldan caminaba ligeramente delante de ellos, con calma y seguridad, y los hilos parecían obedecerlo, reaccionando a su presencia de manera sutil pero inquietante.
—Cada hilo —murmuró Eldan mientras caminaba—. Cada decisión, cada miedo, cada esperanza… todo puede ser una herramienta, si se sabe cómo tocarlo.
Aria lo observó, notando el doble filo en sus palabras. —Eso suena… peligroso.
Eldan giró su mirada hacia ella, con un brillo en los ojos que podía interpretarse como advertencia o complicidad. —La verdadera magia siempre es peligrosa, Aria. Solo depende de quién la maneje.
Kael respiró hondo, apretando los puños. —Si vas a caminar con nosotros, debes saber que estamos atentos. Cada movimiento tuyo será observado.
Eldan sonrió con suavidad. —Lo sé, Kael. Y por eso nos llevaremos bien… por ahora.
La ciudad a su alrededor parecía contener el aliento. Los hilos se agitaban de manera inestable, reflejando miedo y anticipación. Eldan caminaba con ellos, aparentemente aliado, pero Aria podía sentir que su influencia iba más allá de lo que mostraba. Era un peligro silencioso, un enemigo disfrazado de aliado, y los hilos lo sabían.
Mientras el grupo avanzaba, un hilo plateado y dorado se extendió ante ellos, pulsando con fuerza, y Eldan apenas lo tocó con la punta de sus dedos. La vibración fue inmediata: un murmullo de ciudad que nadie más podía escuchar. Aria retrocedió ligeramente.
—¿Qué hiciste? —preguntó, con el corazón acelerado.
Eldan sonrió, con la calma que parecía imposible en aquel caos. —Nada… aún. Solo guié los hilos. A veces, para salvar algo, hay que tocarlos antes de que se rompan.
Aria lo miró con desconfianza, sintiendo cómo los hilos a su alrededor temblaban de manera inquietante. Sabía que Eldan estaba jugando un juego mucho más grande que ellos, un juego en el que cada paso podía cambiar los destinos de Lúmina.
—Esto apenas comienza —murmuró Kael, mirando los hilos que parecían responder a cada gesto de Eldan.
—Y él será el culpable de todo —susurró Aria para sí misma, aunque los demás la escucharon. Su voz temblaba con miedo y determinación—. Pero si no lo enfrentamos con cuidado, nada quedará intacto.
Los tres continuaron caminando por la ciudad, con Eldan entre ellos, su presencia simultáneamente tranquilizadora y perturbadora. Los hilos vibraban bajo sus pies y alrededor de sus cuerpos, como un recordatorio de que Lúmina estaba viva, consciente, y que la sombra benevolente que caminaba junto a ellos no era lo que parecía.



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En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 21.12.2025

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