"Hilos del Destino: Lúmina Bajo el Velo"

Capítulo 18 — Pulsos de Oscuridad

El amanecer llegó a Lúmina con un color extraño: no era el dorado cálido de otros días, sino un tono grisáceo que parecía filtrarse entre las luces y edificios. Los hilos seguían visibles, más tensos que nunca, como si la ciudad misma contuviera la respiración, esperando algo que aún no sucedía.
Aria caminaba por la avenida central, con Kael a su lado. Cada paso de ella parecía medir la vibración de los hilos, cada movimiento su reflejo en el aire. La noche anterior había dejado un recuerdo inquietante: Eldan seguía moviéndose entre la ciudad, calmando y alterando los hilos sin que nadie supiera realmente qué buscaba.
—¿Te diste cuenta? —preguntó Kael en voz baja, rompiendo el silencio—. Los hilos no solo vibran de manera extraña en zonas aisladas… toda la ciudad parece responder a algo que no podemos ver.
—Lo sé —respondió Aria—. Cada hilo que he tocado esta mañana estaba más rígido, como si esperara recibir órdenes. Y no hay rastro de magia dañina, solo… dirección. Como si alguien guiara sus emociones sin que ellos lo supieran.
Raven descendió desde un edificio cercano, aterrizando con suavidad frente a ellos. Sus ojos recorrieron la avenida como si pudiera leer los pensamientos de la ciudad.
—He estado observando los distritos norte y este —dijo—. Eldan estuvo allí durante la madrugada. Ayudó a estabilizar los hilos que se desordenaban… pero no todo lo que tocó volvió a la normalidad. Algunos siguen temblando, como si resistieran.
—¿Resistiendo? —preguntó Kael, arqueando una ceja—. ¿Cómo puede un hilo resistirlo si Eldan lo estabiliza?
Raven se encogió de hombros.
—No lo sé. Solo sé que hay algo en él que no podemos medir. Una presencia que obliga a los hilos a responder, aunque no quieran.
Aria cerró los ojos un momento, dejando que su mano rozara un hilo cercano. Sentía miedo y esperanza entrelazados, la mezcla más compleja que un Tejedor podía percibir.
—Tenemos que encontrarlo —dijo finalmente—. No para confrontarlo, sino para entender. Para observar cómo actúa cuando nadie más está pendiente.
Kael asintió.
—Estoy de acuerdo. Y debemos hacerlo sin alertarlo. No sabemos hasta dónde llega su influencia ni qué pasará si se da cuenta de que lo seguimos.
Raven los observó en silencio durante unos segundos antes de hablar.
—Lo que me preocupa —dijo con voz baja— es que su ayuda no es gratuita. Cada hilo que toca tiene un propósito que no conocemos. Y mientras más cerca estamos, más siento que algo… se está moviendo detrás de todo.
Aria sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Entonces no es solo la ciudad. Es él. Todo lo que pasa aquí está conectado a su presencia.
—Y no podemos dejar que los ciudadanos sufran por algo que todavía no entendemos —añadió Kael, apretando los puños.
Se detuvieron frente a un puente que conectaba dos sectores de la ciudad. Los hilos allí eran especialmente densos, como un tapiz vibrante que se movía bajo la influencia de la energía de Eldan.
—Mira esto —dijo Aria—. Ninguno de estos hilos estaba así hace unas horas. Observa cómo intentan reorganizarse, pero no logran encontrar un patrón estable.
—Está jugando con ellos —murmuró Raven—. No sabemos si es consciente de ello o si simplemente… sucede.
En ese momento, Eldan apareció al final del puente, como si hubiera surgido del aire mismo. Su presencia calmó algunos hilos, mientras otros se tensaban ante su proximidad.
—Buenos días, guardianes —dijo, su voz tranquila, firme y sin ningún ápice de urgencia—. Veo que ya han notado las irregularidades.
—Sí —respondió Aria, sin apartar la mirada—. Pero no entendemos qué buscas ni por qué tus acciones alteran a la ciudad.
Eldan sonrió suavemente, inclinando la cabeza.
—No todo puede ser comprendido de inmediato. Algunas fuerzas requieren observación prolongada. Mi intención no es dañarlos, solo guiarlos.
Kael dio un paso adelante.
—Pero hay consecuencias. Algunos hilos siguen vibrando, algunos se rompen… no podemos permitir que la ciudad dependa únicamente de tus métodos.
—Eso lo sé —contestó Eldan—. Pero incluso en el caos hay un patrón. Los hilos aprenden, se ajustan y se fortalecen. Solo necesitan tiempo y dirección.
Aria respiró hondo. Su corazón latía rápido, mezcla de ansiedad y precaución.
—No podemos depender de ti. Solo podemos actuar donde podamos, y observar lo que haces.
Eldan los estudió, sus ojos reflejando un brillo profundo, imposible de descifrar.
—Comprendo, Aria. Observen, aprendan y estén atentos. Todo está conectado, incluso lo que no ven.
Mientras Eldan se desvanecía en las sombras del puente, Aria, Kael y Raven permanecieron allí, mirando los hilos que aún vibraban con incertidumbre. La ciudad respiraba con dificultad, consciente de que algo más grande estaba en juego, y que la verdadera prueba apenas comenzaba.

Continuará…



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En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 21.12.2025

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