La ciudad de Lúmina amanecía entre humo y luces parpadeantes. Los edificios restaurados por la Fuente todavía conservaban cicatrices visibles, y los hilos de la ciudad vibraban con tensión. Aria y Kael avanzaban por una avenida principal, evaluando cada rincón, cada sombra, atentos a cualquier alteración de los hilos.
—Algo no está bien —dijo Aria, con la voz baja—. No es solo la vibración de los hilos, hay… otra presencia.
Kael asintió, tensando los músculos mientras sus ojos recorrían los tejados y callejones.
—Mantente cerca. No podemos subestimar lo que pueda aparecer.
Un grito rompió el silencio, y un grupo de criaturas del Velo emergió de un portal que se abrió en la plaza central. Sus formas distorsionadas se movían con velocidad sobrenatural, arremetiendo contra los ciudadanos y los hilos cercanos.
Raven y Tharen corrían por un lateral, asegurando a un grupo de civiles. Una de las criaturas se lanzó hacia Tharen, quien apenas logró esquivar. Raven no dudó: lanzó un salto y bloqueó la criatura con su espada, empujando a Tharen hacia un lado. El impacto los hizo rodar por el pavimento, y ambos se levantaron al instante, sin mediar palabras.
Otro ataque vino desde el aire: escombros caían de los edificios cercanos, y Raven empujó a Tharen nuevamente, protegiéndolo mientras desviaba un hechizo que amenazaba con destruir un conjunto de hilos importantes. La tensión era máxima, y cada acción era un riesgo calculado.
A unos metros, Selia intentaba estabilizar un hilo que vibraba con fuerza, rodeada de fragmentos de energía que se arremolinaban como tornados diminutos. Una criatura se lanzó hacia ella, y Eldan apareció en el último instante, bloqueando el ataque con un movimiento preciso de sus manos. Selia apenas tuvo tiempo de respirar antes de ser empujada hacia un lado por el impulso de la magia.
—Gracias —murmuró, sin levantar la vista, mientras ajustaba los hilos cercanos.
Eldan no respondió, concentrado en mantener a raya la criatura que se movía con rapidez. Cada intervención suya parecía un acto de precisión casi sobrehumana. Selia lo observaba desde la distancia, intentando anticipar sus movimientos y mantenerse a salvo.
Mientras tanto, Aria y Kael coordinaban la defensa de la plaza, lanzando pulsos de energía para desviar ataques y guiar a los ciudadanos hacia zonas seguras.
—Kael, debemos cerrar el portal antes de que aparezcan más criaturas —dijo Aria, con el pulso acelerado.
—Céntrate en los ciudadanos. Yo voy a intentar bloquear el portal desde dentro —respondió Kael, avanzando hacia la apertura que emanaba luz oscura.
En un momento de respiro, un pequeño grupo de ciudadanos quedó atrapado entre los escombros. Tharen se lanzó hacia ellos, pero una de las criaturas giró inesperadamente, bloqueando su camino. Raven saltó desde un edificio cercano, atacando a la criatura por sorpresa y permitiendo que Tharen guiara a los civiles hacia un pasaje seguro.
Mientras la batalla continuaba, un destello de memoria cruzó la mente de una voz femenina desde las sombras: Liora, observando a distancia, recordando fragmentos de su pasado.
"Me llevaron lejos de todo lo que conocía… mis padres, mi hogar… me enseñaron a desconfiar. Si quieres sobrevivir en este mundo, no puedes depender de nadie."
No estaba presente en la acción aún, pero sus pensamientos dejaban entrever que había vivido traiciones y pérdidas que podrían moldear sus decisiones futuras.
Las criaturas comenzaron a retirarse cuando el portal empezó a cerrarse, y los guardianes respiraron con dificultad. Los hilos vibraban con fuerza, mostrando cicatrices del caos reciente, pero no hubo tiempo para recuperarse. Cada uno se incorporó rápidamente, atento a cualquier indicio de peligro.
El cielo sobre Lúmina mostraba nubes teñidas de rojo y violeta, reflejando la tensión de la ciudad. Entre los guardianes, algunos compartieron movimientos coordinados y silenciosos: Raven y Tharen trabajaron codo a codo, protegiéndose sin palabras; Selia seguía a Eldan con cautela, ajustando hilos en su camino.
La plaza quedó en un silencio relativo, roto solo por el viento que movía los escombros y los hilos que aún vibraban con energía residual. Ninguno de los personajes habló de lo ocurrido; el aire estaba cargado de presagios, y el día apenas comenzaba.
Continuará…