El aire sobre Lúmina estaba cargado de tensión. La reciente batalla había dejado cicatrices visibles en los edificios y hilos inestables que vibraban con energía descontrolada. La ciudad parecía respirar con dificultad, y cada sombra parecía esconder una amenaza.
Aria y Kael avanzaban con cautela por una de las avenidas principales, sus pasos resonando entre los adoquines húmedos. Cada pulso de los hilos parecía anticipar algo que aún no sucedía, y la sensación de peligro latía en el aire.
—Los hilos están… más erráticos de lo normal —susurró Aria, deteniéndose para observar un grupo que se retorcía y vibraba en patrones confusos.
—Sí —respondió Kael, tensando la mandíbula—. Alguien o algo está manipulando los hilos de manera deliberada. Debemos mantenernos alerta.
En ese momento, un rugido profundo resonó desde el cielo. Una serie de criaturas aladas emergió de un portal abierto sobre uno de los edificios, lanzando ráfagas de energía que incendiaban los escombros cercanos.
Raven y Tharen aparecieron desde los tejados, moviéndose con agilidad. Una de las criaturas descendió rápidamente sobre Tharen, quien apenas logró esquivar. Raven reaccionó de inmediato, bloqueando el ataque y empujándolo hacia un lado seguro.
—¡Estás jugando con fuego! —gritó Tharen mientras esquivaba un segundo ataque.
—Y tú también —respondió Raven con una media sonrisa, lanzando un corte que desvió a otra criatura.
Sus movimientos eran precisos y coordinados, cada acción reflejaba una comprensión implícita del otro, nacida de la urgencia y el peligro. Ninguno decía más, pero cada impulso y protección mutua hablaba por ellos.
Mientras tanto, Selia corría entre los escombros, ajustando hilos que se retorcían peligrosamente. Una criatura oscura se lanzó hacia ella, y Eldan apareció en el último instante, bloqueando el ataque con un gesto de sus manos. Selia apenas tuvo tiempo de recomponerse, y su mirada se posó en Eldan un instante más de lo necesario, aunque él permaneció concentrado, ajeno a su admiración.
—Gracias —murmuró Selia, sin dejar de mover sus manos sobre los hilos inestables.
Aria y Kael se lanzaron hacia el portal, donde la energía parecía concentrarse. Kael bloqueó un rayo que descendía sobre la calle, mientras Aria estabilizaba los hilos cercanos para evitar daños a los ciudadanos que aún se movían con cautela.
—Kael, necesito que mantengas la presión —dijo Aria, con la respiración agitada—. Si el portal se mantiene abierto mucho tiempo, esto se volverá incontrolable.
—Entendido —respondió Kael, lanzando un pulso de energía que desvió un ataque dirigido hacia la plaza.
Mientras los protagonistas contenían el portal, Raven y Tharen se desplazaban entre las criaturas que escapaban, bloqueando ataques indirectos y cubriendo los flancos de Aria y Kael. Cada movimiento reforzaba su sincronización silenciosa, y el peligro constante hacía que cada gesto, cada impulso, pareciera una danza entre la supervivencia y la estrategia.
En un instante de pausa, mientras una de las criaturas caía finalmente derrotada, Tharen miró a Raven y asintió brevemente, señalando hacia la siguiente amenaza. Raven respondió con un simple gesto, y ambos se movieron como un solo cuerpo hacia la acción.
Selia ajustaba un hilo cercano cuando otra criatura surgió del portal lateral. Sin dudar, Eldan bloqueó el ataque, empujando a Selia hacia un lugar seguro. Ella lo siguió con movimientos rápidos, anticipando cada acción y manteniendo los hilos en equilibrio mientras él combatía con precisión.
El portal comenzó a cerrarse lentamente, y las criaturas restantes huyeron hacia la niebla que cubría los tejados. La ciudad quedó en silencio relativo, con hilos que aún vibraban con energía residual.
Nadie dijo una palabra sobre lo sucedido; el aire estaba cargado de presagios. Cada personaje permanecía en guardia, sabiendo que la amenaza no había terminado. La noche caía sobre Lúmina, y la sensación de que algo más se avecinaba flotaba en el viento.
Continuará…