"Hilos del Destino: Lúmina Bajo el Velo"

Capítulo 27 — “El Eco del Golpe Silencioso”

El silencio dentro del refugio improvisado era casi insoportable. No era un silencio normal: era denso, saturado de tensión, como si los hilos mismos temieran vibrar. La luz de los cristales lumínicos apenas iluminaba el interior, proyectando sombras largas y temblorosas sobre las paredes agrietadas.
Raven seguía inconsciente, recostado sobre un lecho improvisado con telas y una capa doblada. Su respiración era lenta, irregular; a ratos parecía detenerse. Su piel, normalmente cálida, tenía ahora un tono grisáceo que contrastaba con el resplandor suave del capullo de hilos que aún lo envolvía.
Tharen estaba arrodillado a su lado, con una mano apoyada sobre el brazo de Raven, la mandíbula tensa, los ojos fijos en cada pequeño movimiento. No había dormido ni un segundo. Ni parpadeado más de lo necesario. Su expresión era una mezcla de rabia, miedo y… algo más profundo, que luchaba por no desbordarse.
—¿Y si no despierta? —su voz tembló casi imperceptiblemente.
Kael, vigilando la entrada, respondió sin apartar la mirada del exterior.
—Despertará. Raven es más fuerte de lo que aparenta.
Tharen apretó los dientes.
—No estaba ahí para protegerlo. Lo dejé a merced de esa cosa…
La culpa lo estaba consumiendo.
Aria, recostada contra una pared, respiraba con dificultad. Aún no se había recuperado del desgaste de magia. Su piel estaba fría, y cada inhalación parecía costarle fuerza. Aun así, no apartaba los ojos de Raven.
—Hice… lo que pude —susurró—. Pero su energía está inestable. Ese golpe no solo lo hirió físicamente. Algo dentro de sus hilos… se fracturó.
Kael giró hacia ella de inmediato.
—No vuelvas a usar ese tono. Lo mantuviste con vida. Nadie más habría podido.
Aria esbozó una sonrisa débil, pero sus ojos se desviaron a Raven, preocupados.
Selia y Eldan estaban al otro lado del refugio, reforzando las paredes con patrones de energía para mantener alejados a los seres que aún se movían entre las sombras del bosque.
Selia no perdía de vista a Eldan. Cada movimiento que hacía era elegante y calculado. Cada giro de muñeca invocaba los hilos de una manera tan exacta que parecía que la magia lo obedecía antes incluso de ser llamada. Cuando ajustó uno de los patrones protectores, Selia observó el leve cambio en su rostro: concentración absoluta, como si nada más existiera.
Eldan notó su mirada.
—Si ese borde no se refuerza, la barrera caerá al amanecer —dijo con calma, sin voltear del todo—. Sostenlo conmigo.
Selia extendió su mano, y cuando sus hilos se unieron a los de él, sintió una corriente diferente. No era cálida ni fría. Era intensa. Una vibración que casi la desestabilizó. Eldan mantuvo la barrera firme, sin decir nada, pero Selia notó el leve movimiento de su cabeza, como si estuviera midiendo su reacción… o probándola.
La barrera brilló un segundo antes de estabilizarse.
—Bien hecho —murmuró Eldan.
Selia sintió una punzada extraña en el pecho, no de emoción, sino de alerta. Algo en él la inquietaba… pero también la atraía de una forma que no entendía del todo.
En ese instante, un gemido bajo escapó de Raven.
Todos giraron hacia él.
Tharen se inclinó de golpe.
—¡Raven! —su voz se quebró de ansiedad—. ¿Me escuchas?
Pero Raven no respondió. Solo se agitó ligeramente, los dedos contrayéndose como si intentara alcanzar algo dentro del sueño.
Aria se incorporó como pudo, casi cayéndose hacia adelante mientras los hilos que protegían a Raven fluctuaban.
—Está atrapado —dijo con voz temblorosa—. No es un sueño normal. Hay… algo tirando de él desde adentro.
Kael la sostuvo antes de que se desplomara.
—Aria, no te acerques. Estás demasiado débil.
—No puedo dejarlo así —insistió ella.
Tharen la miró con desesperación, sus ojos brillantes.
—¿Qué significa eso? ¿Qué hay dentro de él? ¿Qué lo está reteniendo? Dímelo, Aria.
Aria cerró los ojos, sintiendo el eco del golpe dentro de la energía de Raven.
—Cuando esa criatura lo alcanzó… dejó una marca. Una presión en sus hilos, como un eco oscuro que sigue vibrando. Si Raven intenta despertar antes de tiempo… podría romperse por dentro.
Tharen palideció.
—Entonces… —tragó saliva— ¿qué hacemos?
Antes de que Aria pudiera responder, un estruendo recorrió el bosque.
Un golpe seco.
Un crujido violento de ramas.
Un rugido bajo que paralizó a todos.
Kael desenvainó su arma.
—No estamos solos.
Eldan dio un paso adelante, sus ojos centelleando con un brillo metálico.
—Se acercan. Tres… no, cuatro presencias. Rápidas.
Selia se tensó.
—¿Podemos moverlo?
—Si lo movemos ahora, sus hilos se desgarrarán —dijo Aria rápidamente.
Tharen apretó a Raven contra su pecho, como si pudiera protegerlo con el cuerpo entero.
Kael respiró hondo.
—Entonces peleamos aquí. No dejaremos que nada cruce esa puerta.
Las sombras del bosque comenzaron a deformarse.
Y entre los árboles… algo avanzaba.
Algo grande.
Algo hambriento.
Algo que había seguido el eco roto en los hilos de Raven.
La tensión se apoderó del refugio como un puño que cerraba sus dedos alrededor de todos.
Tharen sostuvo a Raven, su mirada oscura como una tormenta contenida.
Kael levantó la espada.
Selia invocó un círculo de luz.
Eldan sonrió apenas, como quien veía llegar la pieza que faltaba en su juego.
Aria luchó por mantenerse de pie, lista para intervenir si su magia podía salvar a Raven una vez más.
Las sombras cruzaron el umbral.

Continuará…



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En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 21.12.2025

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