Raven abrió los ojos a medias, aunque su cuerpo seguía inmóvil entre los brazos de Tharen. Era como si solo una parte de él hubiera despertado: la que estaba atrapada en el borde de la conciencia. Podía oír los gritos, el estruendo de la batalla, los pasos de Kael al enfrentar a las criaturas, el temblor en la respiración de Aria que intentaba mantenerse en pie. Todo llegaba distorsionado, como si estuviera sumergido en un lago profundo.
Pero había algo más.
Una voz suave, casi familiar, que lo llamaba dentro del sueño.
“No te esfuerces… aún no. No estás listo para despertar.”
Raven trató de moverse, de empujar la niebla que lo envolvía, pero la voz se deslizó por su mente como una mano que acaricia para luego sujetar.
“Si abres los ojos del todo, dolerá… pero si vienes conmigo, puedo mostrártelo. Puedo enseñarte lo que te ocultan.”
Era Liora. No con el tono amable que usaba ante el grupo. Era otra versión de ella, más profunda, más afilada, más real.
Fuera del sueño, el cuerpo de Raven reaccionó: un pulso oscuro recorrió sus hilos, haciendo vibrar el aire. Tharen sintió el cambio y su voz tembló.
—Raven… oye, estoy aquí. —Lo sujetó con ambas manos para estabilizarlo—. No te vayas. Quédate conmigo.
Raven escuchó eso también, desde el fondo del sueño, como si lo llamaran desde la superficie del agua. Su pecho dolió. Tharen estaba desesperado, y esa desesperación atravesó la barrera del sueño como un golpe.
Liora lo sintió. Y no le gustó.
“Él no puede ayudarte, Raven. Sólo te está reteniendo.”
“Si te quedas conmigo, comprenderás quién eres en realidad.”
La escena dentro del sueño cambió bruscamente.
Un campo de hilos rotos, extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Una figura caminando entre las grietas: Liora, con el mismo rostro, pero ojos completamente negros, sin iris. Los hilos se movían bajo sus pies como serpientes obedientes.
“¿Ves lo que podrían hacer contigo?” le dijo, acercándose.
“¿Ves cómo los hilos reaccionan a tu miedo?”
Una sombra se deslizó detrás de él, fría como un cuchillo en la nuca.
Fuera, Tharen sintió cómo Raven se tensaba de golpe.
—¡Aria! —gritó—. Algo lo está sujetando desde dentro, no puedo… él… algo lo jala.
Aria intentó alzar la mano, pero la magia que había gastado la dejó sin fuerza; apenas logró un destello inestable.
—Esa energía no es suya… —susurró—. Hay otra voluntad ahí… mezclándose… empujándolo hacia abajo…
Eldan, observando desde la distancia, ladeó la cabeza con interés, como quien analiza una pieza que empieza a encajar en su propio juego.
—Qué inesperado… —murmuró—. No pensé que Liora ya hubiera avanzado tanto.
—¿Qué dijiste? —bufó Kael, esquivando un ataque de una criatura.
Eldan no respondió.
Tharen sostuvo el rostro de Raven, intentando obligarlo a mirarlo aunque sus ojos apenas estaban entreabiertos.
—Raven… por favor. Lucha. No dejes que te arrastre —susurró con un nudo en la garganta—. No te pierdas. No ahora.
Esa voz… sí llegó.
Raven la sintió dentro del sueño, como un rayo que atraviesa la niebla.
Y entonces Liora cambió. Sus ojos negros se estrecharon, la sonrisa desapareció, el ambiente mismo se quebró alrededor de ella.
“No escuches a nadie más…” dijo, la voz vibrando con algo oscuro.
“Aquí soy la única que te dice la verdad.”
La sombra detrás de Raven lo tomó por los hombros, con dedos tan fríos que parecían hundirse en su piel.
Raven intentó gritar, pero su cuerpo no le respondía.
Fuera del sueño, un hilo oscuro salió desde su pecho como un latido torcido.
Selia retrocedió alarmada.
—Eso… eso no es normal. Es un hilo corrupto.
Kael terminó de derribar a la criatura más cercana y se acercó.
—¡Eldan! ¿Puedes detener eso?
El mago solo sonrió apenas.
—Podría. Pero no debo.
Tharen apretó a Raven con desesperación.
—¡Haz algo, Eldan! ¡Se está rompiendo!
—Precisamente por eso no actuaré —respondió Eldan con tranquilidad casi cruel—. A veces un hilo debe romperse… para revelar lo que oculta.
Tharen rugió de furia, pero antes de que pudiera levantarse para enfrentarlo, Raven se arqueó bruscamente, como si algo lo jalara desde dos direcciones opuestas.
Aria gritó: —¡Si sigue así, su esencia se dividirá!
Selia extendió los hilos para estabilizarlo, pero la energía alrededor de Raven se volvió caótica, violenta, como una tormenta atrapada en un cuerpo humano.
Dentro del sueño, Liora avanzó hasta quedar frente a él.
“Quédate conmigo, Raven.”
“O te destruirán intentando salvarte.”
Y estiró su mano hacia él.
Raven sintió que el suelo bajo sus pies se abría.
Fuera, el hilo oscuro salió con fuerza, elevándose como una serpiente hecha de sombras puras.
Kael levantó su arma.
—¡¡Cuidado!!
El hilo cayó hacia ellos como un latigazo.
Y en ese instante—
Raven abrió los ojos por completo.
No dijo una palabra.
No respiró.
No parpadeó.
Solo miró al vacío.
Y todos sintieron que no era Raven quien había despertado.
Continuará…