El aire estaba cargado de tensión y vibraba con energía residual después del despertar de Raven. Su cuerpo apenas se mantenía erguido, respirando con dificultad, temblando de cansancio y de los hilos internos que aún reaccionaban a la influencia de Liora. La habitación improvisada parecía contener la respiración de todos mientras Aria avanzaba hacia él, consciente del peligro de sobrecargarse aún más.
—Raven, mantente conmigo, escucha mi voz —susurró Aria, extendiendo las manos para sincronizar sus hilos con los suyos—. No estás solo, no lo estarás. Te protegeré.
—Aria… me duele… todo —Raven murmuró, la voz débil, los ojos apenas abiertos—. Siento… algo tirando de mí desde adentro.
—Lo sé —respondió Aria, con un hilo de voz firme pero agotada—. No permitiré que te lo arrebaten otra vez. Yo… yo no puedo fallarte.
Tharen estaba a su lado, arrodillado, con la mandíbula tensa y la respiración entrecortada. Sus ojos brillaban de desesperación mientras veía cómo Aria volcada toda su fuerza en salvar a Raven.
—¡Raven! —gritó, con lágrimas cayendo por su rostro—. ¡No me dejes! ¡No ahora!
—Tharen… cálmate… —susurró Aria, apenas sosteniéndose sobre sus rodillas—. No podemos perderlo, él… él necesita que nos mantengamos firmes.
—¡Él es mi responsabilidad! —exclamó Tharen, la voz quebrada por la impotencia y el miedo—. ¡No puedo permitir que lo controlen, que lo dañen!
El sudor frío recorría su espalda, y en un instante de desbordamiento emocional, su cuerpo no soportó más. Se desplomó al suelo, inconsciente, con las manos aún extendidas hacia Raven como si pudiera sostenerlo incluso dormido.
Raven, débil pero consciente, sintió el apoyo de Aria mientras sus hilos vibraban, creando un escudo que bloqueaba la influencia de Liora. Su voz fue apenas un hilo de susurro:
—Aria… yo… gracias…
—Shhh… no digas nada —respondió ella, apretando los dientes, la piel pálida y cubierta de sudor—. Solo… mantente conmigo. Solo respira…
Liora apareció frente a ellos, su figura oscilando entre la luz y la sombra. Su sonrisa era suave pero perturbadora, y su mirada estaba fija en Raven.
—Veo que mis esfuerzos no fueron en vano, pero tampoco suficientes —dijo con calma, arrastrando sus palabras como si fueran veneno—. Raven, puedes sentir mi presencia, puedes sentir mi control… solo déjate llevar.
—¡No! —Raven gritó con esfuerzo, sintiendo cómo la influencia de Liora intentaba envolverlo de nuevo—. ¡No te dejaré!
Eldan, apoyado contra una pared, observaba todo con una sonrisa apenas perceptible.
—Interesante —murmuró, casi para sí mismo—. Así que la sombra busca control, y la luz lucha con todo lo que tiene. Esto se pone… divertido.
—¡Eldan! —exclamó Selia, notando que él parecía demasiado calmado—. No te acerques, no sabemos lo que planea.
—Calma, Selia —respondió Eldan, la voz suave—. Solo estoy observando. Pero hay algo que puedes aprender de esto: cuando la luz y la sombra se enfrentan, incluso los planes más perfectos pueden desequilibrarse.
Aria sintió cómo sus fuerzas flaqueaban y murmuró:
—Raven… aguanta… yo… ya casi no puedo…
—¡Aria! —Raven gritó, intentando incorporarse—. No… no me dejes solo ahora…
Liora suspiró con suavidad y se inclinó hacia Raven:
—Tus hilos son tan frágiles… tan fáciles de romper. Pero también… tan hermosos cuando luchas.
—¡Basta! —exclamó Aria, obligando su magia a fluir con todo lo que le quedaba—. ¡No tocarás a Raven!
Un brillo intenso surgió de Aria, envolviendo a Raven y creando un escudo que forzó a Liora a retroceder, frustrada.
—Maldita sea… —murmuró Liora, sin perder la compostura, pero visiblemente irritada—. No será tan sencillo, Raven. No hoy.
Eldan inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos brillando con diversión contenida:
—Ah, veo que alguien ha aprendido a resistir. Muy bien. Esto se pone interesante.
Mientras tanto, Raven apoyó la cabeza en el hombro de Aria, agotado, débil, pero consciente de que había ganado tiempo. Tharen yacía inconsciente cerca, y Aria, a pesar de sus esfuerzos, sentía cómo la sobrecarga comenzaba a pasar factura. Cada hilo que conectaba a Raven con su energía parecía drenar su fuerza vital. Sus rodillas temblaban, la respiración era irregular, y apenas pudo susurrar:
—Si caigo… sigue luchando… por los dos…
Raven, con la poca fuerza que le quedaba, tomó su mano y apretó ligeramente. No podía hablar, pero el gesto decía todo: “No estás sola. Aguanta.”
Liora, notando que no podía manipularlo, retrocedió unos pasos. Sus ojos brillaban con malicia contenida y frustración, y por primera vez un hilo de duda apareció en su expresión. Eldan, siempre observador, notó la oportunidad de manipular la situación: una grieta en la estrategia de Liora, una oportunidad para intervenir sin levantar sospechas.
El refugio se sumió en un silencio denso, saturado de hilos vibrantes, emociones contenidas y tensión mágica. La calma era imposible; cada respiración, cada hilo, cada mirada mantenía a todos al borde del colapso. Raven débil, Tharen inconsciente, Aria al límite, Liora frustrada y Eldan esperando su momento. Todo indicaba que la verdadera confrontación apenas estaba comenzando.
Continuará…