El campo protector de Maelric cerró detrás de ellos como una cortina silenciosa, dejando a Aria, Raven, Tharen y Selia resguardados dentro. El aire al exterior se sentía distinto: más frío, más antiguo, como si el mundo se diera cuenta de que ese viaje no era cualquier travesía.
Kael ajustó la capa sobre sus hombros.
—El pueblo no está lejos —dijo, mirando a Maelric—. Pero… hace años que no voy contigo. No sé cuánto habrá cambiado.
—Los hilos del tiempo cambian todo —respondió Maelric, con una sonrisa breve—. Excepto el camino que realmente importa. Sígueme.
Eldan caminó detrás de ellos, observando cada paso del anciano.
Un maestro que no muestra su verdadero límite… eso es lo más peligroso de todo.
Pero su rostro permaneció neutro, incluso cordial.
El sendero los llevó por un bosque brillante: raíces que emitían pulsos de luz, hojas que parecían murmurar entre sí. Maelric avanzaba sin dudar, como si la naturaleza se apartara para guiarlo.
—Jamás había visto un bosque reaccionar así —comentó Kael.
—No reacciona al bosque —dijo Maelric—. Reacciona a la decisión. Ustedes vienen con un propósito claro. Los caminos responden.
Eldan miró el movimiento de las ramas, analizando patrones invisibles.
No es el bosque quien obedece al mago. Es la fuerza de su voluntad, moldeando lo que lo rodea.
Interesante… demasiado interesante.
Después de un largo tramo, la vegetación empezó a abrirse hasta revelar una aldea pequeña encajada entre montañas. Casas de madera con símbolos brillantes en sus entradas y farolas sostenidas por hilos tensos de energía azul que daban la impresión de flotar por sí mismas.
—Bienvenidos a Nharil —anunció Maelric—. El lugar donde se estudian los hilos cifrados.
Eldan entrecerró los ojos.
—Parece más… vivo de lo que esperaba.
—Porque lo está —respondió el maestro, avanzando hacia la primera calle—. Y es mejor no intentar nada torpe aquí.
Kael tragó saliva. Eldan solo sonrió.
Un muchacho de cabello negro revuelto, casi del tamaño de un niño, corrió hacia ellos con una tableta de madera llena de símbolos.
—¡Maestro! —gritó, deteniéndose justo frente a él—. No sabía que volvería tan pronto. ¿Necesita ayuda?
Maelric le revolvió el cabello con calma.
—Lyren, tenemos muy poco tiempo. Esta vez necesito más que ayuda. Necesito precisión.
El chico miró a Kael y Eldan, curioso.
—¿Son estudiantes? ¿O… viajeros?
—Ambas cosas —respondió Kael—. Y buscamos respuestas urgentes.
Lyren se enderezó, intentando adoptar una postura seria, aunque sus ojos brillaban con evidente emoción.
—Entonces tienen que venir al archivo. Si es sobre hilos que afectan la conciencia… hay cosas que deben ver.
Kael lo miró con esperanza.
—¿Crees que podremos encontrar algo que ayude a Aria?
Lyren frunció el ceño.
—Depende… ¿qué intentó entrar en su mente?
Maelric y Kael cruzaron miradas.
Eldan dio un paso adelante antes que ellos.
—Una mujer. No completamente humana. Su magia corrompe lo que toca.
Lyren palideció.
—Entonces sí. Será mejor que vengan rápido.
El muchacho los guió por la aldea, pasando entre puentes hechos de hilos tensados como cuerdas musicales. La gente del lugar los observaba con respeto y un dejo de cautela. Maelric caminaba con la seguridad de alguien que había sido maestro de todos ellos.
Eldan recorría cada rincón con la mirada, midiendo distancias, rutas de escape, fuentes de poder.
El corazón de esta aldea es más fuerte de lo que aparenta. Si logro entenderlo… si pudiera usarlo…
Maelric se detuvo de golpe.
—Eldan.
El joven alzó la vista con calma.
—¿Sí?
—Aquí, no ocultes nada —dijo el anciano, sin levantar la voz—. La aldea reconoce intenciones más rápido que yo mismo.
Por un instante, los ojos de Eldan brillaron apenas. Ni miedo, ni ira. Solo análisis.
—Solo observo —respondió con serenidad.
—Hazlo bien —replicó Maelric—. Porque observar demasiado puede despertar cosas que aún no quieres enfrentar.
Kael sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Lyren asintió con la cabeza, invitándolos a entrar en el edificio central: una torre baja cubierta de símbolos vivos que se movían como tinta líquida.
—Aquí guardamos los registros. Si existe algo que pueda ayudar a tu amiga… está aquí —dijo Lyren, abriendo la puerta.
Kael respiró hondo antes de entrar.
Eldan cruzó la entrada sin dejar de medir la fuerza del lugar.
Si Maelric obtiene la respuesta… yo obtendré la oportunidad.
El capítulo termina cuando una vibración profunda recorrió la torre, como si algo dentro hubiera reconocido la llegada de los tres.
—Maestro… —susurró Lyren— creo que el archivo respondió antes de que lo tocara.
Maelric apretó el bastón.
—Entonces no solo estamos buscando respuestas…
Estamos siendo esperados.
Continuará…