La puerta de la torre se cerró tras ellos con un clic seco, dejando afuera el murmullo del pueblo y el eco distante de los hilos tensados entre las casas. Kael respiró hondo, intentando concentrarse mientras el corazón le latía con fuerza.
—Aria está atrapada en algo más profundo que un simple sueño —dijo, casi en un susurro, mientras avanzaban por el pasillo central—. Liora… no deja de jugar con ella. Cada instante que pasa, su fuerza disminuye.
Maelric caminaba con paso lento, medido, mientras su bastón rozaba ligeramente el suelo de piedra. Cada golpe resonaba como un metrónomo, controlando el ritmo del espacio.
—Si su conciencia se fragmenta, el daño será más difícil de reparar —advirtió—. La clave no está en la rapidez, sino en la exactitud.
Eldan los seguía detrás, moviéndose como un observador, con los ojos brillando con un interés calculador.
Su fuerza… su dominio… incluso a esta distancia, es fascinante. Si pudiera…
Kael ignoró la mirada de Eldan y siguió el camino hacia el archivo. Las paredes estaban cubiertas de símbolos que se movían suavemente, pulsando con hilos de energía que parecían reaccionar a cada pensamiento de Maelric.
—El archivo está más vivo de lo que recordaba —comentó Kael, tratando de sonar confiado—. Incluso los hilos más antiguos… parecen latir.
—Eso es porque los hilos responden a la intención y la necesidad —dijo Maelric, sin apartar la vista de los símbolos—. Si alguien entrara con propósitos oscuros, sentiría resistencia antes incluso de tocar los registros.
Eldan sonrió levemente, notando el desafío en las palabras del maestro.
Un poder así… es un juego que vale la pena intentar.
Mientras tanto, en la casa de Maelric, Aria seguía atrapada en su sueño profundo. Fragmentos de su conciencia mostraban a Liora acercándose, manipulando recuerdos de su infancia, momentos con Kael, destellos de su entrenamiento y promesas que nunca había dado. Cada susurro era como un hilo que buscaba abrir grietas en su mente.
—No… —susurró Aria, intentando resistir, mientras los hilos de Selia temblaban a su alrededor, reforzando su protección—. No me romperás… no ahora.
Raven sostuvo suavemente su mano, aunque todavía débil.
—Aguanta… —dijo, con un hilo de voz casi roto—. Estamos aquí. No te dejo sola.
Tharen apretó la mano de Raven con fuerza, y un hilo invisible conectó sus corazones, enviando un impulso que llegaba incluso a la conciencia de Aria. Cada movimiento de ellos era un recordatorio de que ella no estaba sola, aunque no pudiera despertar.
—Debemos mantenerla —susurró Selia, con voz tensa—. Cada intento de Liora es más fuerte que el anterior.
En la torre, Kael llegó al archivo central, donde Lyren ya los esperaba con varias tabletas de madera llenas de símbolos luminosos.
—Maestro Maelric —dijo—, estos registros contienen hilos que afectan la conciencia y la memoria. Creo que si alguien logra manipularlos desde afuera, puede interrumpir los sueños de Aria, pero… —miró a Kael—. Solo alguien con control absoluto podría restaurarla.
Kael tomó una de las tabletas con cuidado, notando la energía que parecía vibrar bajo sus dedos.
—Esto es lo que necesitamos —dijo—. Liora no nos dará tiempo para actuar sin precisión.
Eldan, observando cada gesto de Maelric, susurró para sí:
Su control sobre estos hilos… si logro entenderlo, podría usarlo a mi favor. Solo necesito un momento… un descuido.
Maelric giró la cabeza ligeramente, leyendo la intención en los ojos de Eldan sin decir palabra.
—Cada movimiento que hagas aquí tiene consecuencias —advirtió—. No es un juego.
Kael frunció el ceño y señaló la tableta hacia los símbolos que vibraban.
—Debemos reconstruir los hilos de Aria dentro de su sueño. Cada fragmento de memoria corrompida debe ser estabilizado.
—Exacto —dijo Maelric—. Pero recuerden, incluso un hilo mal colocado puede romper la protección que mantiene su conciencia. Sean precisos.
Eldan permaneció en silencio, midiendo cada palabra, cada gesto de Maelric, pensando cómo podría beneficiarse.
—Vamos —dijo Kael, tomando aire—. No hay tiempo que perder. Cada segundo que pasa, Liora gana terreno.
Lyren asintió y guió a Kael y Eldan hacia un sector más profundo de la torre, donde las tabletas de símbolos flotaban sobre mesas y plataformas de luz, formando un mapa tridimensional de los hilos que conectaban la conciencia de Aria con la realidad.
Maelric se detuvo frente a Kael.
—Recuerda, tu objetivo es guiar la restauración, no imponerla. Solo un maestro de los hilos puede mantener el equilibrio sin quebrarlo.
—Lo entiendo —respondió Kael, con determinación—. Solo necesito tu fuerza y la orientación de Lyren para proteger cada fragmento de su mente.
Eldan se mantuvo a un lado, los dedos rozando suavemente un hilo que vibraba con intensidad.
Todo es más fuerte de lo que esperaba… pero puedo esperar. Solo necesito observar… y actuar en el momento justo.
Un temblor recorrió la torre, y las tabletas de símbolos brillaron con un resplandor azul intenso. Lyren retrocedió levemente.
—No… no es normal —dijo—. Parece que alguien o algo ha detectado nuestra llegada.
Maelric ajustó su bastón, su rostro serio.
—Entonces debemos movernos rápido. Cada segundo cuenta.
Kael asintió y respiró profundo, mientras Eldan estudiaba con atención, y Lyren preparaba los mapas de los hilos. Mientras tanto, Aria, Raven, Tharen y Selia permanecían al otro lado del campo protector, sin saber aún que los hilos que sostenían la mente de Aria estaban por ser intervenidos, y que este capítulo de su historia estaba a punto de tomar un giro inesperado.
El suspenso se mantuvo mientras la luz azul de las tabletas vibraba, anunciando la llegada de un nuevo desafío que pondría a prueba la habilidad y la astucia de todos los presentes.
Continuará…